LaFamilia.info
20.12.2007

 

 

Ya que el primer domingo después de la Navidad se celebra el día de la Sagrada Familia, publicamos apartes del texto ‘La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad’ (Meditación dominical de S.S. Juan Pablo II, diciembre de 1997).

 

“Como en el belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad!

 

Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida!

 

El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la "familia".

 

El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazareth es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad.

 

María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia.

 

La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia.".

LaFamilia.info
20.12.2007
 

Aunque algunos países celebran la Noche Buena (la noche del 24 de diciembre) más que el día de la Navidad (25 de diciembre), ambas fechas son válidas para festejar con “bombos y platillos” la llegada de Nuestro Señor a nuestro hogar.

Y para celebrarlo, qué mejor que un gran festejo familiar. La entrega de los aguinaldos alrededor del árbol, el rezo de la novena acompañada de cantos de villancicos en los que niños y grandes alaban la llegada del Niño Jesús y luego… una gran cena navideña.

 

Haga de la cena una experiencia familiar

La cena de navidad es la reunión familiar más significativa del año. La mesa es un escenario ideal para que la familia fortalezca sus lazos y enriquece la convivencia y las memorias que forman parte de la historia familiar.

Ese día los alimentos adquieren formas divertidas, colores extraños y sabores deliciosos. Si este año desea que los niños participen su elaboración, comiéncelos a motivar desde ya e involúcrelos en la planeación. Algunos acompañamientos y postres pueden ser hechos con anterioridad y esta es una buena manera de reemplazar el televisor por una actividad lúdica como es la cocina.

 

Así que tenga en cuenta las siguientes ideas para mantener el interés de los chicos en la cena navideña:

  • Déle a cada niño una responsabilidad.
  • Vaya al mercado con ellos para que todo el proceso sea una experiencia de grupo. Desde las compras, hasta la preparación.
  • Comience con los platos que usted sabe que les encanta. ¿Les apasiona la mermelada de mora o las galletas de mantequilla? Pues que sea esta la primera receta en prepararse.
  • Ponga toda la ceremonia y el ritual que necesita la cena y hágalos sentir importantes por toda su ayuda.
  • No los critique si el plato no sale perfecto. Al contrario, motívelos.

 

En el arreglo de la mesa de la cena navideña también debe ponerse todo el empeño y los chicos pueden ayudar no solo recolectando materiales naturales para su ensamble (ramas de pino o las típicas piñas del pino) sino armándolos y ubicándolos en la mesa. Una linda idea es elaborar un pequeño arreglo en el puesto de cada comensal.

Por LaFamilia.info

 

navidadymodales2016Foto: Freepik

 

En esta época donde abundan las reuniones sociales, cenas y celebraciones religiosas, los padres han de prestar especial atención a las buenas maneras que sus hijos presentan en este tipo de escenarios, los cuales involucran el acato de las normas de urbanidad y la adecuada interacción con otros.

 

Como ya se ha mencionado en entregas anteriores, las buenas maneras son la expresión de lo mejor que hay en nosotros para darnos a los demás, como una muestra de respeto y atención, ubicándonos ambas partes en el mismo nivel y dándole a entender al otro que es tan valioso como lo soy yo. Además, expresan el nivel de conciencia que tenemos hacia la dignidad de los otros.

 

Es por eso, que una época tan maravillosa como ésta, no puede estar despojada de los modales, que no son otra cosa que la expresión de paz, armonía y amor; banderas de la Navidad. Los siguientes son algunos de los espacios propios de estas festividades, donde tanto grandes como chicos, debemos sacar a relucir la buena educación.

 

Los buenos modales en la mesa

 

Un indicador de la crianza de un niño es la forma como se comporta en la mesa. El ejemplo y las costumbres sanas a la hora de comer, son determinantes en los buenos modales de los hijos. Repase con ellos cada uno de los siguientes puntos:

 

- A no ser de que sea un niño pequeño que apenas comienza a utilizar los cubiertos, siempre se deben usar el cuchillo y el tenedor para comer, no las manos.


- La comida es para llevar a la boca, no para jugar, por eso no se hacen bolitas con las migas de pan, ni nada parecido.


- A nadie le interesa ver ni oír lo que sucede dentro de la boca, por eso se debe masticar con la boca cerrada. Esto incluye no hablar mientras se esté comiendo.


- Se debe comer despacio, con calma, disfrutando de los sabores que se están saboreando y de la conversación que marcha en la mesa.


- No llenar la boca de comida, pequeños bocados es más apropiado.


- La postura en la mesa es clave; la espalda recta, los codos abajo, las manos a lado y lado del plato.


- Ya sea en el restaurante o en una casa, siempre hay que agradecer a quien nos sirve los alimentos y no está de más una frase halagadora “estaba exquisito, gracias”.


- Si la comida no es de tipo buffet (autoservicio) siempre debemos esperar a que todos estén servidos antes de comenzar a comer.


- La comida debe permanecer en el plato, no desparramada por toda la mesa. Se le puede enseñar a los niños a usar un pequeño trozo de pan para ayudarse.


- Si queremos algún alimento u objeto que está en la mesa pero nos es imposible de alcanzar, es mejor pedirlo a quien está más cerca, en lugar de estirarse para lograrlo.

 

Modales en las celebraciones religiosas

 

Durante la Navidad asistimos a varias celebraciones alrededor de esta fiesta litúrgica, en todas ellas, debe haber total disposición hacia lo que verdaderamente celebramos: el nacimiento del Niño Jesús. Estar dispuestos también significa cuidar la forma de vestir, la puntualidad y la conducta en estos rituales.

 

Asimismo, desde las primeras edades de los hijos, se les debe inculcar el respeto por el templo sagrado. Mientras estamos en las ceremonias no se debe comer, ni hablar, ni quitarse los zapatos, ni recostarse en las bancas de la iglesia, pues es un momento para hablar con Dios y prestar atención a su Palabra.

 

Las misas de niños pueden ayudar a capturar el interés y facilitar la comprensión de los más chicos.

 

En el rol de invitados y anfitriones

 

Las tertulias caseras que se realizan en torno a la Navidad o fin de año, admiten un protocolo informal; lo que quiere decir que, aunque el trato sea más cálido, también hay unas normas básicas qué seguir.

 

Invitar amigos y familiares a casa es una experiencia agradable para muchas personas y así hay que transmitirlo a los hijos, para que sean los mejores representantes de la hospitalidad y de ese “calor de hogar” que queremos emitir a los invitados. En los niños el hecho de ser anfitriones, les ayuda a desarrollar la generosidad, la tolerancia, la humildad, entre otros valores, sobre todo cuando los invitados son chicos de edades semejantes.

 

En el rol de invitados, padres e hijos deben demostrar respeto por las personas que amablemente han abierto las puertas de su hogar. Las palabras “gracias”, “por favor”, “podría”, deben estar siempre presentes. En el caso de los bebés, los padres deben estar al pie de ellos, cuidando que no dañen objetos que puedan estar a su alcance.

 

Por supuesto todo lo dicho en párrafos anteriores, va muy ligado al ejemplo que como padres se demuestre. Recordemos que la imitación es una de las estrategias más efectivas para enseñar los buenos modales, no hay mejor ejercicio que los niños observen al resto de la familia, para darse cuenta del buen comportamiento en los diferentes contextos. Las actuaciones de los adultos siempre están bajo la mirada de los pequeños, ¡así que mucho cuidado!