Por Alberto Delgado / Blogs LaFamilia.info - 02.06.2020

 

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A mis amigos...

 

Seguramente que te has dado cuenta de que te miran, te observan, te juzgan, te critican y te imitan más de lo que creías. Esto que parece ser una molestia y una indebida intromisión, es en verdad una magnífica oportunidad para ejercer una poderosa influencia sobre los demás, y si lo hacemos con ánimo generoso y constructivo, podemos sembrar con nuestras acciones, generosas semillas de bondad, que darán como fruto el crecimiento en las virtudes y en el comportamiento de todos los que estén en nuestro entorno.

 

Somos seres sociables y necesariamente tenemos que compartir con muchas personas los sucesos e incidencias del diario vivir. Esto nos crea una grave responsabilidad, pues como lo anoté, todos, y especialmente los más cercanos, imitan conscientemente o no, lo que nos oyen decir y lo que nos ven hacer; somos sus guías y orientadores. 

 

Frecuentemente nos extrañamos porque los hijos, los parientes o los amigos no hacen cosas que, según nuestro criterio, deberían hacer, pero no caemos en cuenta de que no les enseñamos eso que extrañamos, o desvirtuamos lo que decimos con un ejemplo que no es coherente con la enseñanza.

 

No podemos esperar que los niños se mantengan limpios y tengan orden en sus cosas y en sus actos, si ven que sus padres no lo hacen; ¿cómo vamos a pretender que sean generosos, pacientes y amables, si ven ejemplos contrarios en su casa? Es imposible pedirles que sean puntuales y responsables en el cumplimiento de sus estudios, en sus deberes hogareños o profesionales si sus padres no lo son. Tampoco podemos exigirles que tengan un trato cordial, amable y respetuoso, si sólo oyen discordias y frases duras y descorteses. Si jamás ven a sus progenitores dar gracias a Dios por el alimento, la casa y las comodidades de que disfrutan; si no han visto ni oído nunca que se ofrezcan a la Virgen las acciones del día y se le dirijan oraciones que alimenten la fe que debieron infundirles desde sus primeros años; si sus padres no tienen ninguna práctica religiosa ni tienen en cuenta a Dios para nada?

 

Repito lo dicho en el mensaje anterior: lo que los niños escuchan, ven y aprenden durante los primeros años en el hogar paterno, se quedará indeleblemente grabado en sus mentes y en su memoria, y trazará el rumbo de su vida. Algo parecido ocurre con lo que observan en nuestro comportamiento, todos los que se relacionan con nosotros: nos imitan mucho más de lo que creemos. Por eso, no podemos olvidar el grave deber que tenemos de dar buen ejemplo en todas las acciones de nuestra existencia, porque de ese ejemplo se derivan muchas y trascendentales consecuencias.

 

Alberto Delgado C.

 

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Por Alberto Delgado / Blogs LaFamilia.info - 01.06.2020

 

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A mis amigos

 

Qué linda está la mañana en que vengo a saludarte… Así empieza una linda canción mejicana. Alegre es la mañana que nos habla de Ti. Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor.

 

Y este precioso amanecer nos está invitando a pasar un día lleno de alegría y de felicidad; parece una invitación inoportuna cuando estamos viviendo una situación tan difícil, pero veámosla más bien como una insistente llamada al optimismo.  

 

La alegría está en nuestro interior y en nuestra voluntad; si buscamos siempre el lado positivo de los aconteceres y de las circunstancias, estaremos felices y agradecidos. Es cierto que las circunstancias externas influyen, pero en cada uno de nosotros está la posibilidad de mirarlas positivamente o de convertirlas en motivo de angustia y de  desesperanza.  

 

No todos los días serán brillantes y el sol muchas veces ocultará su lumbre entre la bruma, pero no olvides que “detrás de toda nube, por oscura que parezca, está siempre brillando el sol”, esa luz resplandeciente que nos invita a seguir adelante, aún en medio de espinas y de abrojos. 

 

“Alegraos todos los que estáis tristes”, así dice la oración inicial de la Misa del domingo antepasado. Estamos en una cuarentena obligatoria, y también en cuaresma o tiempo de preparación, de abstinencia y de privaciones; por eso, repito, parece contradictoria esta invitación a la alegría; pero no lo es, porque la alegría no es incompatible con el dolor o con los sacrificios que nos fortalecen.  

 

Disfrutemos plenamente todo lo que tenemos, regocijémonos con todo y por todo; pensemos, hablemos y actuemos en positivo. Haz la prueba y verás los resultados.

 

Alberto Delgado C.

 

 

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Por Regino Navarro/Blogs LaFamilia.info - 24.01.2023

La vida humana se compone de un conjunto de relaciones interpersonales. La calidad de estas interacciones produce una convivencia enriquecedora y condiciona en buena parte la propia felicidad. A continuación, para ahondar en el tema, se comentan algunos tópicos de siempre.

 

Por Alberto Delgado / Blogs LaFamilia.info - 02.06.2020

 

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A mis amigos...

 

Qué importancia y cuánta significación tienen las cosas pequeñas. Una cosa insignificante e invisible en apariencia, y cuya existencia sólo puede comprobarse por los funestos daños que causa, tiene a miles de millones de personas en todo el mundo, aterrorizadas, buscando refugio en el aislamiento y empleando todos los medios, sin escatimar gastos ni esfuerzos, para encontrar protección y remedio.

 

Las restricciones que esa pequeña cosa nos ha impuesto no tienen antecedentes y son de tal repercusión, que han trastornado la vida entera: las actividades laborales, el ejercicio profesional, el sistema educativo, la producción industrial, la provisión de alimentos y de artículos esenciales, las relaciones de familia, la vida social, los deportes, el descanso… nada ha escapado a este terrible mal.

 

Ante estos hechos lamentables me he detenido a pensar en mis debilidades y en mi fragilidad, que contrastan con la suficiencia que a veces aflora en mi interior y me lleva a la tentación de confiar en mis fuerzas y en mi valentía.

 

Quiero entonces hacer el propósito firme de analizar las cosas que llamamos pequeñas, y descubrir en cada una de ellas el valor y la importancia que tienen, el tesoro escondido que encierran, las posibilidades que me ofrecen para crecer en virtudes y valores y para ponerlas, igual que en las grandes construcciones, como los cimientos en que se apoya todo el edificio de mi existencia, mi vida futura y hasta mi felicidad eterna.

 

Alberto Delgado C.

 

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Por Alberto Delgado / Blogs LaFamilia.info - 29.03.2020

Foto: freepik

 

A mis amigos...

 

En esta situación de incertidumbres y de angustias originada por la pandemia, y que se ha prolongado más de lo que creíamos, parece que solamente se nos ocurren quejas y lamentaciones.

 

Pero acaso cuando estábamos con toda la libertad y disfrutábamos de cuanto queríamos, ¿nos detuvimos a pensar en todos los bienes y satisfacciones que recibíamos, muchas veces sin merecerlo?

 

Repasemos un poco nuestra actitud frente a las personas: en los recientes buenos tiempos, y ahora en la adversidad, ¿hemos sido generosos en obras y acciones con quienes necesitan de nosotros o de los bienes que podemos compartir con ellos? Porque compartir es una buena forma de agradecer lo que tenemos.

 

Pero a Dios gracias, ya estamos viendo muchas cosas buenas que han surgido de esta emergencia: se ha despertado la solidaridad, estamos aprendiendo a obedecer las disposiciones y normas emitidas por las autoridades, ahora somos más parcos y ordenados en el uso de los alimentos, simplificamos nuestras necesidades, tenemos un ánimo más generoso y más positivos deseos de ayudar. Han surgido muchas iniciativas sobre equipos y tratamientos, se han ampliado los cupos hospitalarios, se han creado ayudas asistenciales y monetarias, y seguramente ese afán de servicio seguirá creciendo. 

 

Se observa que todos tenemos el deseo ardiente de ser mejores, valoramos más y disfrutamos mejor la unidad familiar, en el calor hogareño aprovechamos el tiempo para ilustrarnos, para hacer oficios que teníamos olvidados, participamos  con mayor frecuencia en la oración comunitaria y en la Santa Misa, utilizando la televisión, intercambiamos mensajes positivos y esperanzadores por el WathsApp.

 

Como ves, en medio de todo, estamos agradeciendo con obras. Las cosas van bien, bastante bien, y con la colaboración de todos seguirán mejorando.  

 

Agradecer es una de las más elocuentes manifestaciones de la nobleza de espíritu, y en la gratitud tienen origen la bondad, la humildad, la dulzura de carácter y tantas otras virtudes que son señales de la grandeza del alma.

 

Continuemos sembrando paz y alegría; en otras palabras contagiemos la fe y la esperanza.

 

Alberto Delgado C

 

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En este título, en estas tres palabras, se puede condensar algunas claves para lograr más felicidad en la vida. Veamos como estas tres realidades están interconectadas y como se manifiestan en la propia vida.

 

Por Alberto Delgado C. / Blogs LaFamilia.info - 01.06.2020

 

Foto: Daniela Santiago/Cathopic

 

A mis amigos...

 

Leía la frase que, lleno de emoción, alguien escribió en estos días: “La maternidad es tan sublime, que Jesús, siendo Dios, se hizo hombre para tener una Madre”. También yo sentí una profunda emoción y un sincero agradecimiento.  

 

Y es que la Madre de Jesús, y Madre nuestra, no sólo tiene el amor inmenso, la ternura infinita, la sinigual sencillez, la generosidad y la abnegación sin medida, la paciencia y el espíritu de servicio y de entrega que no conoce límites, la humildad más grande que pueda imaginarse, y todas las muchísimas cualidades y virtudes de las madres de la tierra, sino que Ella sobrepasa estos dones  en forma  tal que no alcanzamos a comprender. Dios Padre la formó de tal manera que, al colmarla de todos los atributos, gracias y virtudes sobrenaturales, fuera digna morada de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.  

 

San Josemaría Escrivá pregunta en una de sus Homilías: “Cómo nos habríamos comportado si hubiésemos podido escoger la madre nuestra? “Si nosotros, que no podemos “elegir y hacer” a nuestra madre, tuvimos el privilegio de recibir a esta inigualable y maravillosa mamá que tenemos, colmada de encantos, de virtudes y de cualidades, que nunca alcanzaremos a bendecir y a agradecer, entonces podemos imaginar con qué amorosa perfección, con cuán solícitos cuidados formó Dios a la que sería Madre de su Hijo Unigénito. “Dios te salve María, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa de Dios Espíritu Santo, más que Tú sólo Dios”, añade San Josemaría.  

 

Dentro de la excelsitud de sus virtudes, yo quisiera resaltar en la Virgen María la humildad: Ella misma respondió al arcángel “He aquí la esclava del Señor”, y a Isabel le dijo: “Porque el Señor ha mirado la bajeza de su esclava”. La docilidad: “Hágase en mí según tu palabra”, y  “Haced lo que Él os diga”, dirigiéndose a quienes atendían las bodas en Caná. La sencillez y la prudencia: Siendo la Madre de Dios, lo cuidó, lo educó, lo formó, lo protegió y le acompañó hasta el Calvario, pero jamás hizo alarde de sus singulares privilegios. La generosidad y la abnegación: Quién se ha entregado con mayor plenitud al servicio y a la ayuda de sus hijos, sin tener en cuenta nuestras infidelidades y nuestra ingratitud. Quién ha estado dispuesto a socorrernos y acudir en nuestra ayuda en las necesidades, angustias y dificultades que a diario se nos presentan. Quién mejor que Ella nos ha enseñado el camino y la forma de solicitar su atención y su ayuda, mediante las plegarias y las oraciones más sencillas y fáciles de pronunciar. Y en las numerosas apariciones que ha hecho, insiste en que acudamos a Ella con plena confianza. En verdad, “más que Tú, sólo Dios”. 

 

Ante tantas maravillas, ante tantos privilegios, ante tanta generosidad y ante tan soberano poder, es “La Omnipotencia suplicante”, ¿cómo no acudir confiada y constantemente a la protección y al amparo de Nuestra Madre, La Virgen María?

 

Alberto Delgado C

 

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Por Alberto Delgado / Blogs LaFamilia.info - 01.06.2020

 

Foto: jcomp 

 

A mis amigos...

 

Sabes bien que desde que nos conocemos hemos tratado en nuestras conversaciones de lo divino y lo humano, de tus cosas y de las mías, de lo más prosaico hasta lo más espiritual… de todo. Ahora, que tengo más tiempo y todavía tengo fuerzas, quisiera seguir hablando contigo a través de estas líneas.

 

Si me lo permites me gustaría enviarte de vez en cuando unos párrafos con ideas que se me vienen a la mente, fruto de mi ya no corta vida, de tantas experiencias vividas, y sobre todo de la formación recibida en tantos años de pertenecer al Opus Dei.

 

Algunas te parecerán bien y estarás muy de acuerdo, y otras no tanto. Eso está muy bien pues así podemos dialogar y profundizar en ellas, con la seguridad de que ambos aprenderemos algo.

 

Otra cosa, resulta que además de tu amistad hay otras personas con las que también me precio de tener esa misma relación. Y tenía la preocupación de cómo hacer para hacer llegar a todos las reflexiones que sirvieran de puente de unión para nuestra amistad. 

 

Estando con esta inquietud, surgió la posibilidad, por un amable ofrecimiento, de hacerlas llegar a todos a través de internet. Hace ya bastantes años, ayudé a crear, junto con un grupo de amigos, la página www.LaFamilia.info, a la que todavía seguimos ayudando. Y como digo, aquí encontré la solución para poder compartir las líneas que pienso escribir periódicamente, con la ayuda de Dios.

 

Espero, como digo, que estas líneas y las que vendrán sirvan para afianzar nuestra amistad.

 

Con todo mi aprecio.

 

Alberto Delgado C

 

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Por Regino Navarro/Blogs LaFamilia.info - 04.11.2022

El hogar es la materialización del espíritu de familia, y, al mismo tiempo, constructor de este. El título de este artículo, que recoge un pensamiento de san Josemaría Escrivá, expresa la propuesta que este santo hacía a todas las familias. Lo que aquí se indica no implica necesariamente un inmueble ideal ni unos recursos económicos especiales; por el contrario, el espíritu de familia supone ingenio y recursividad para sacar partido a lo que se tiene, sin quejas y lamentos por lo que no se tiene.