Blogs LaFamilia.info - 02.06.2016

 

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Foto: Pixabay

 

Mucho se ha venido hablando del fenómeno de los “yotubers”. Pero el problema no son ellos. ¿Qué está sucediendo con nuestros niños y adolescentes que convierten en referente a una persona con una cámara y un video en Internet?


Sebastian Villalobos, Juana Martínez, Alejo Igoa, “Holly Molly”, Gabriel Montiel, Sonia Alicia, Germán Garmendia, Valentina Villagra, Héctor Trejo, son tan solo algunos de los nombres de los “Youtubers” más famosos de la red. Desde bobadas, afeitadas, mentiras, peinados, maquillaje y viajes, estos fenómenos de la web captan la atención de millones de adolescentes.


El más nombrado en las últimas semanas es Germán Garmendia, un joven que en su canal de You Tube publica cápsulas satíricas acerca de temáticas o situaciones cotidianas. Sus videos, que no son nada del otro mundo, pero que retratan situaciones que le pueden ser familiares a muchos, tienen más de 27 millones de suscriptores. ¡Sí, 27 millones! Más de la mitad de la población que tiene Colombia y 10 millones más que la población de su país natal Chile. Garmendia literalmente paralizó la pasada Feria del Libro de Bogotá, ya que cientos de miles de adolescentes hicieron fila por horas, lloraron, gritaron, se desmayaron, todo por una foto y una firma de su libro “El chupaelperro”, un manual de autoayuda para que los adolescentes enfrenten el mundo.


La historia de los “youtubers” es corta. Este fenómeno es relativamente joven y nace de la necesidad que tenían algunos de expresar sus inconformidades sociales, sus pensamientos, incluso su orientación sexual, y en algunos casos simplemente para dar tips de belleza, registrar un viaje o contar historias. Algunos son irreverentes, otros más políticos, otros ni fu ni fa, pero lo cierto es que debemos reconocerle su carisma y su constancia ya que tampoco es tan fácil convertirse en un fenómeno en la red: se requiere trabajo, paciencia y sobretodo creatividad para mantener a una audiencia cautiva semana tras semana.


Otro aspecto es que estos “youtubers” iniciaron como personas comunes y corrientes pero que la viralidad de la red los ha convertido en fenómenos públicos, protagonistas de grandes eventos e imagen de importantes marcas comerciales.


Ahora bien, como se puede leer, no hay nada de malo. Si algo caracteriza a Internet es su democratización, es decir, cualquiera que así lo desea puede participar, compartir, comunicar, comentar, publicar, y más aún en la era de los prosumidores o prosumers, acrónimo formado por la fusión original de las palabras Producer (“Productor”) y Consumer (“Consumidor”), término que tiene su origen en 1972, cuando Marshall McLuhan y Barrington Nevitt sugirieron, en su libro Take Today (p. 4), que con la tecnología electrónica el consumidor podría llegar a ser un productor al mismo tiempo.

 

La pregunta que surge es: ¿Qué vacíos llenan estos “youtubers”? ¿Por qué tienen tanta aceptación entre niños y adolescentes? Zygmunt Bauman, sociólogo polaco, mundialmente famoso por su libro “La modernidad líquida”, afirma que uno de los problemas de los jóvenes en la actualidad es que “se sienten descartables, por eso desconfían fácilmente” y por eso “las conexiones mediadas por la tecnología que establecen los jóvenes de hoy, marcan el modelo del resto de sus relaciones: a falta de calidad de las mismas, el remedio es la cantidad (cuántos seguidores en Facebook y en Twitter) y a la velocidad del ‘me gusta’ y del trino. Es la generación de los que quieren andar por el mundo ligeros de equipaje”. Por eso, por esa fragilidad, es que se conectan con otros que seguramente viven sus mismos miedos y angustias, la diferencia es que los expresa, los “videaliza”, para que otros se sientan identificados y compartan las mismas sensaciones.

 

“Los jóvenes hoy no tienen historia de lazos fuertes con sus criadores, es decir, los padres; ni con los amigos ni líderes de su colegio, del barrio o de su iglesia, y las ciudades también son grandes, ya no se puede ir a visitar a la familia, a los amigos o a la novia y de ahí que las separaciones sean fáciles”, dice Bauman, por eso un “youtuber” se convierte en su referente, en aquel o aquella que lo hace sentir, por dos minutos, parte del mundo, importante, ser.

 

Internet todo lo permite, todo lo vale. No debería ser así, pero es la realidad. Pero la vida de nuestros niños y adolescentes no lo puede permitir todo.


Nos cogió la noche para hacer una pausa en este vertiginoso mundo y pensar y re pensar cómo hacemos para que no sea un video en You Tube el que haga sentir vivos a nuestros niños y adolescentes.

 

***

 

Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 25.01.2016

 

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Foto: Pixabay

 

Flaco favor hacemos a los niños, especialmente si son nuestros hijos, cuando llenamos nuestras redes sociales con imágenes de ellos en vestido de baño y poses de modelo.


Un fenómeno de las redes sociales que ha llamado la atención es el “sharenting”, formada a partir de la palabra share (compartir) y parenting (crianza de los hijos). De allí surgieron los sharent, es decir, los padres de familia que publican fotos y comentan acontecimientos de la vida de sus hijos desde que estos son pequeños. Por ese motivo se afirma que los niños de los últimos cinco años pertenecen a la primera generación de seres humanos cuya vida se encuentra totalmente documentada en Internet, desde los tres meses de gestación, pasando por el parto, el gateo, sus primeros pasos, etc. Cada vez es más común que los niños tengan un “nacimiento digital” previo a su nacimiento físico.

 

Según una investigación llevada a cabo por AVG, una de las más importantes empresas de seguridad informática, más de un tercio de los niños tienen huella digital de su vida antes del primer año de vida. Incluso muchos niños tienen huella digital desde antes de nacer gracias a la moda de subir las ecografías.

 

La mayoría de fotos o comentarios que muchos padres de familia publican en sus redes sociales sobre las ocurrencias de los niños provocan sonrisas, pucheros, algunas lágrimas y montones de “me gusta” en Facebook y otros tipos de redes sociales, pero quienes estudiamos estos fenómenos debemos advertir que las consecuencias de esta huella digital para esos niños son impredecibles por lo que hemos de ser extremadamente cautelosos cuando vayamos a compartir cualquier imagen, especialmente si el menor de edad, incluso nuestro hijo o hija, está en vestido de baño y además le pedimos que pose “sensual”, “coqueta”, “traviesa”.

 

¿Saben los padres de familia a dónde pueden ir a parar las fotos de sus hijos con más piel que ropa? ¿Saben los padres de familia que sus hijos tienen derecho a la intimidad y la privacidad? ¿Saben qué pasará con esa imagen en 20 años? Aunque nuestros hijos pueden ser pequeños, muchas de las cosas que hacen están dentro de la esfera de la vida privada de la familia. Nada ganamos con repetirles a diario sobre el pudor, el manejo adecuado de su cuerpo, cuando somos los primeros en dejarlos sin pudor, sin intimidad, exponiendo su cuerpo fruto de una enfermiza necesidad de recibir la aprobación del otro, poniendo en riesgo a supuestamente nuestros tesoros…

 

Resulta alarmante, especialmente en esta época de vacaciones que acaba de pasar, ver a amigos y familiares publicar decenas de imágenes de sus hijos e hijas en bikini, en la piscina, en la playa, en salida de baño, luciendo bronceado, todos ellos menores de 15 años de edad.

 

A ellos, con cariño, pero con firmeza, les recuerdo que una de las recomendaciones básicas que se hace para el manejo adecuado de la intimidad en las redes sociales, es NUNCA publicar una foto de un niño en vestido de baño o paños menores (Leer “10 claves para no exponer a sus hijos en redes sociales”). Vuelvo y pregunto: ¿saben a dónde pueden ir a parar las fotos de sus hijos? Y pregunto además: ¿por qué no publican fotos de ustedes en vestido de baño, bronceados y con mirada coqueta?

 

Dejo finalmente un video sobre el tema. Debemos ser cuidadosos, prevenidos y sobretodo, respetuosos de la vida y el cuerpo de nuestros hijos.

 

 

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 03.07.2015

 

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Internet es un mundo por descubrir. En tiempos en donde la sobrecarga de información es abrumante, y en donde muchos malintencionados se aprovechan de la ingenuidad y el desconocimiento que reina, pues de repente su hijo se topa con algún contenido inapropiado para su edad y para su vida. Por esa razón se hace urgente, vital, que los padres de familia tomemos las acciones necesarias para que la navegación de nuestros hijos sea lo más segura posible desde un computador o desde un dispositivo móvil.

 

Internet ofrece muchos beneficios como acceso ilimitado a la información, mayor oportunidad de conocimiento, democratización de opiniones y conceptos e incluso la ilimitada posibilidad de participar, comunicar e interactuar. Sin embargo, también presenta muchos riesgos: sexting, grooming, ciberacoso, pishing, entre otros, además de los desórdenes derivados de la adicción a la web y a la tecnología, por lo cual los asiáticos la denominan “la heroína electrónica”.

 

¿Tiene su hijo una tableta o teléfono móvil con Android? ¿Pasa horas concentrado en el aparato? ¿Sabe usted a ciencia cierta qué navega, qué mira, con quién habla? Pues bien, ha llegado el momento de aprender a establecer controles parentales sobre estos aparatos, que le permitan controlar y evitar riesgos sin sacrificar la diversión de sus hijos.

 

Kids Place

 

Puede ocurrir que usted, en el afán de una visita y para que su hijo no moleste, le entregue su celular para que se entretenga y se mantenga al margen de la visita. Pero es un riesgo porque usted no sabe a ciencia cierta qué puede llegar a hacer su hijo con el teléfono: recibir una llamada, desconfigurar, comprar por error, resetear, etc. Kids Place lo que hace es crear una zona segura para que los niños interactúen con el celular de forma segura.

 

Esta aplicación le permite configurar una pantalla de inicio personalizada con las aplicaciones que usted defina, bloquear la señal para evitar la entrada y salida de llamadas y además establecer un pin de seguridad para entrar y salir de la aplicación.

 

Secure Teen Parental Control

 

Esta aplicación actúa como filtro para evitar que su hijo adolescente acceda, intencionalmente o por error, a contenido inadecuado y perjudicial para él. Además de una programación de uso 24 horas, los 7 días de la semana, para controlar el uso que su hijo hace del dispositivo, también le ayuda a ubicar geográficamente al menor y asegurarse que donde está no corre ningún peligro. Todo de manera remota, desde el panel de control parental.

 

Kids Zone

 

Mediante tres sencillos pasos, Kids Zone permite bloquear las aplicaciones que no son adecuadas para los niños y algunas otras funcionalidades del teléfono. Primero hay que crear el perfil del niño y añadir sus aplicaciones favoritas, después eligir un fondo de pantalla y por último, establecer un PIN secreto para bloquear el dispositivo. Kids Zone bloquea el envío de llamadas y mensajes de texto, así como la conexión a Internet, a menos que hayas añadido un navegador web a las aplicaciones seleccionadas.

 

Screen Time

 

Esta es una aplicación muy útil ya que le permite administrar y controlar el tiempo que sus hijos pasan en los dispositivos. Todo funciona gracias al temporizador de uso, incluso la administración de contenidos para que a cierta hora, por ejemplo en las noches, ya queden inactivos los juegos y solo funcionen las aplicaciones de lectura.

 

Si su hijo lleva el dispositivo móvil al colegio, usted lo programa para que queden inactivas las aplicaciones de juegos o redes sociales, dejando solamente aquellas que le puedan ser útiles en clase.

 

Qustodio

 

Con esta aplicación se puede conocer la actividad en línea de sus hijos, páginas que visitan, actividad en redes sociales, personas con las que interactúan, bloquear acceso a páginas nada adecuadas, establecer horarios de uso.

 

Una sexta: recientemente fue lanzada Mspy. Dicen sus creadores que es una aplicación de monitoreo parental de fácil uso y muy completa.

 

Todas las herramientas que vimos, y las miles que existen similares, son de gran ayuda, pero deben ir de la mano del acompañamiento para que su hijo haga uso seguro, responsable y constructivo de las redes sociales. Hay que enseñarles y no solamente irnos por el camino de utilizar todas aplicaciones como sobreprotectores. Nuestros hijos tienen derecho a su intimidad pero para eso debemos enseñarles a que la respeten, la hagan respetar y respetan la de los demás.

 

Acompañar, guiar, orientar y formar son mejores estrategias que vigilar.

 

Nota: Imágenes tomadas de los sitios web de cada aplicación.

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

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Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 09.05.2016

 

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Para muchos padres de familia se ha convertido en verdadero dolor de cabeza las aplicaciones (APP) que sus hijos tienen en sus dispositivos móviles. Por eso se hace urgente conocer cómo se clasifican y de qué manera se puede orientar a los menores de edad.

 

En las últimas semanas ha causado furor entre los adolescentes una aplicación denominada “SimSimi”, el “WhatsApp para hablar solo”, que tuvo más de 50 millones de descargas desde la tienda de Google. ¿Y por qué el furor? Pues bien, SimSimi es una aplicación similar a Whatsapp, pero con una particularidad: ¡hablas solo!

 

¿Cómo funciona? Es un chatbot, es decir, un robot informático que contiene una enorme base de datos y por eso a la pregunta que le haces el sistema te responde, respuestas que son alimentadas frecuentemente por las mismos aportes de los usuarios que han utilizado la app previamente. Dependiendo del nivel de configuración, en cuanto a gramática y groserías, puedes controlar la moderación de la conversación.

 

¿Riesgos? Ensimismamiento, inactividad social por estar solo preguntándose y respondiéndose, no ser moderado e iniciar una “autoconversación” bastante grosera, además de un aislamiento inútil y sin sentido.

 

Al observar la información del desarrollador se evidencia que su categoría es redes sociales y que su clasificación es 17+, es decir mayores de 17 años. ¿Por qué? Básicamente por el contenido sexual o desnudez, temas para adultos, temas provocativos, palabras vulgares, entre otros. Como pueden ver, no es apto para los niños y adolescentes menores de 17 años, quienes muchos de ellos ya lo tienen instalado en su celular y/o tableta.

 

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Por eso es urgente que conozcamos cómo se clasifican las aplicaciones móviles y así reducir los riesgos de que nuestros hijos estén utilizando aquellas poco recomendables por edad y madurez. Atención: quienes desarrollan aplicaciones, ya sea para ambientes Android o IOS, deben, en virtud del Acuerdo de Distribución para Desarrolladores, cumplir y utilizar el nuevo sistema de clasificación de aplicaciones.

 

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¿De qué sirve esa clasificación? Bueno, en primer lugar informa a los usuarios sobre la edad adecuada para utilizar una aplicación; segundo, bloquea o filtra el contenido en algunos países y regiones según regulaciones, y tercero, permite evaluar la idoneidad de la aplicación.

 

Inicialmente esto nos ayudará a prevenir. Sin embargo, debemos estar alerta e invitar a nuestros hijos a que reconozcan y valoren la riqueza de la comunicación humana, del trato con el otro y que nada sacan con encerrarse en sí mismos a perder el tiempo y no aprender nada.

 

Con información del sitio web de ESRB y de Developer Console de Google. Foto de la información de la aplicación: Cortesía de María Gutiérrez.

 

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 28.09.2015

 

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Foto: Pixabay 

 

Todos, familia, escuela, sociedad, debemos poner de nuestra parte para que los menores de edad no caigan en la trampa y su vida cambie para siempre. O se acabe…

 

Seguramente el término grooming lo ha venido escuchando, pero no sabe a ciencia cierta qué es, cómo opera y cómo es que logra que un menor de edad se desnude frente a la pantalla del computador o la tableta, tomando la decisión más nefasta de su vida.

 

Según una investigación realizada por la empresa de seguridad informática ESET que abordó a 400 jóvenes arrojó como resultado que un 36% de jóvenes entre 14 y 29 años en América Latina reportó haber sufrido algún tipo de ataque mientras navegaba por la Internet.

 

El grooming de menores en Internet es un fenómeno que podríamos traducir como “engatusamiento” o “acicalamiento” y que se utiliza para describir las prácticas online de ciertos adultos (criminales) para ganarse la confianza de un menor fingiendo empatía, cariño, etc. con fines de satisfacción sexual (obtener imágenes del menor desnudo realizando actos sexuales). Por tanto está relacionado con la pederastia y la pornografía infantil en Internet. De hecho el grooming es en muchas ocasiones la antesala de un abuso sexual y de la explotación sexual de niños.

 

¿Cómo funciona? Su hijo navega por Internet, en páginas infantiles. En el apartamento de arriba, en el del lado, en la torre del frente, a dos cuadras, o en otra ciudad, un ciber delincuente rastrea la dirección IP que tenemos asignadas por nuestro proveedor de servicios de Internet y deduce muy fácilmente que es un menor. De inmediato contacta al menor y se da inicio a 4 pasos:

 

1. Enganche: Aquí el acosador formula interrogantes al menor con el fin de conocerlo. El predador busca alimentar la confianza del niño.

 

2. Fidelización: En esta etapa el acosador quiere que el niño se apegue a él para garantizar que el contacto no se pierda.

 

3. Seducción: Como ya ha conseguido halagarlo, ahora el niño se sentirá en deuda por lo que fácilmente accederá a peticiones del criminal. Aquí es cuando le pide que se desnude, que haga actos obscenos; el menor accede, inocente, pensando que es un juego, y el ciber predador captura todo en imagen y video.

 

4. Acoso: Al tener en su poder toda la información que requería, el acosador procederá a extorsionar: más cuerpo, más actos, dinero, para no subir la información a Internet.

 

Cierre los ojos un segundo y piense en su hijo desnudo en Internet. Recuerde el caso de Amanda Todd, cuya vida se apagó a causa de una situación como esta.

 

¿Qué podemos hacer? Hay varios aspectos que debemos tener en cuenta:

 

- No proporcionar imágenes o informaciones comprometedoras a nadie nunca.

- No ceder al chantaje en ningún caso puesto que ello supone aumentar la posición de fuerza del delincuente.

- Pedir ayuda a familiares y a las autoridades.

- Tener en cuenta que la intimidad y la privacidad son innegociables, no andamos exponiéndolas por ahí, a cualquiera. El respeto por nuestro cuerpo comienza por nosotros mismos.

- Debemos tomar acciones preventivas. Ayudemos a que nuestros niños hagan uso seguro, responsable y constructivo de Internet.

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

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Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 10.06.2015

 

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Más allá de si se trataba de un juego para invocar a los espiritus de ultratumba o una estrategia de mercadeo, lo cierto es que esta situación es una oportunidad de mejorar nuestra tarea como padres de familia.

 

Charlie-Charlie es un juego que consiste en poner en equilibrio dos lápices en forma de cruz encima de una hoja dividida en cuatro con las palabras “Sí” y “No”, las cuales utilizará ‘Charlie’, un “demonio”, para responder a las preguntas que le hagan. Todo comenzó en las redes sociales en Estados Unidos, cuando la productora Warner Brothers inició la promoción de su película “La Horca”, en donde la trama hace referencia al juego, tipo ouija casera.

 

Fue noticia toda la semana pasada: convulsiones, desmayos, asombro, terror, espiritus, lápices que supuestamente se mueven, exorcismos, niños engolosinados, enfermos, poseídos y padres de familia sin capacidad de reacción o en el peor de los casos desenterados de este tema, fueron algunos de los aspectos que envolvieron a los medios que se hacen agua la boca con estos temas.

 

Pero a pesar de lo crudo que pueda sonar esta situación, que incluso, dicen algunos, ha llevado al suicidio a varios adolescentes, Charlie-Charlie nos deja grandes enseñanzas a los padres de familia sobre nuestro ausentismo, ese desinterés en los asuntos de nuestros hijos, y especialmente esa loca idea que tenemos de ser los mejores padres y seres humanos cuando le regalamos a los niños todo tipo de dispositivos con un plan ilimitado de datos sin ton ni son.

 

Primera lección: La soledad no deja nada bueno

 

Para muchos padres de familia, el cuidado y supervisión de sus hijos no es una tarea sencilla de realizar. El trabajo, las distancias, el tráfico, las cuentas y demás son obstáculos para poder estar con sus hijos el tiempo que quisieran. Pero también es una dolorosa realidad que para algunos padres el ser solamente proveedores, darles un techo, ropa y comida es más que suficiente para decir “misión cumplida”. Y ni hablar de aquellos que creen que comprándole a sus hijos toda clase de dispositivos con planes de datos ilimitados, por aquello del mito del “chip tecnológico”, cumplen con su tarea educativa, abandonándolos a su suerte en medio de sitios web y aplicaciones, sin tener el menor cuidado de supervisar qué hacen y con quién o quiénes se conecta en la red.

Con urgencia, como sea, debemos recuperar el tiempo con nuestros hijos, acompañarlos, guiarlos para el uso seguro, constructivo y responsable de las tecnologías y para todas aquellas situaciones propias de la vida.

 

Segunda lección: El colegio, un apoyo fundamental

 

Una compañerita de mi hija en el colegio, de 9 años, llegó con el cuento de Charlie Charlie. Invitó a varias de sus amigas a que lo jugaran. Dos de ellas dieron aviso a las profesoras puesto que en casa les habían hablado de los riesgos de esta actividad. El colegio tomó cartas en el asunto, reunió a las niñas en su totalidad y les explicó qué peligros corrían. Pero esto no pasa en todas las instituciones, algunas de ellas más pendientes del pago oportuno de la pensión que del bienestar de la persona. Y peor cuando la comunicación familia–colegio es nula…

 

La familia, como educadora natural y principal de la persona humana, debe contar siempre con el apoyo y complemente del colegio en el cual estudian sus hijos para manejar conjuntamente este tipo de situaciones y otros que se pueden presentar.

 

Tercera lección: En el mundo virtual también hay riesgos

 

Se nos metió en la cabeza que lo virtual no representa ningún riesgo más allá de insultos, fotos indebidas, algún tipo de fraude, entre otras cosas, pero, conscientes de ello, publicamos más de la información necesaria, exponemos nuestra intimidad, publicamos información de nuestros hijos, geolocalizamos las imágenes e incluso compartimos datos relacionados con direcciones, cuentas, horarios y más.

 

Cosas como el cibermatoneo, el sexting, la pornografía infantil en línea y mucho más, nos deben servir de ejemplo y espejo para por fin ser conscientes de los riesgos que existen en la web.

 

Así como cuidamos a nuestros hijos de los peligros del mundo real, por ejemplo que no hable con desconocidos, debemos ejercer los mismos controles preventivos para el mundo virtual.

 

Cuarta lección: No menospreciar las situaciones

 

¿En cuántas ocasiones nuestros hijos quieren comentarnos alguna situación y no prestamos atención o no le damos la importancia que merece? Y solamente reaccionamos cuando ya no hay nada que hacer.

 

Supe un caso, de una niña de 15 años, quien en estado depresivo intentó suicidarse tomando una enorme cantidad de pastillas y calmantes. Una amiga advirtió la situación e informó a la mamá quien encontró a su hija vomitando y mareada. Simplemente le dijo: “Cuando mueras me avisas, antes no me hagas perder el tiempo”.

 

Una de las tareas fundamentales de los padres de familia es prestarle atención a sus hijos, escucharlos, para así conocer cómo están, qué viven, sienten, piensan y aspiran. ¿Si no es conversando, atendiendo sus inquietudes, cómo más? Ese lazo es irrompible, nadie lo puede cortar y genera un hermoso vínculo entre los padres y sus hijos.

 

Abramos espacios de diálogo frecuente, demos la importancia que cada situación requiere y evidenciemos un total interés por sus cosas.

 

Quinta lección: Más amor, menos chips

 

Al amor no lo reemplaza nada; al amor, al verdadero amor no lo sustituye ni el más avanzado de los computadores, ni la tableta más potente ni la aplicación de moda. El amor de un padre o de una madre no puede ser sustituido por chips, alumimio ni una inentendible red de unos y ceros.

 

Dejemos atrás, bien atrás, esa creencia que “a la falta de afecto y tiempo, bueno están los objetos”. Los niños son felices con aparatos y dispositivos, pero saben en su corazón que lo tuvieron todo materialmente hablando menos familia, y eso les duele, es una herida para siempre.

 

Para finalizar, Charlie-Charlie no vale la pena. Como tantos, son viles estrategias comerciales tras nuestra atención y dinero. Pero la Familia-Familia es un bien incalculable, un bien útil para la sociedad. Y está en nuestras manos mantenerla como el mejor blindaje posible para que nuestros hijos no caigan en la trampa de los malosos y tramposos del más allá y del más acá.

 

Imagen tomada de: www.cosasdeeducacion.es

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

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Blogs LaFamilia.info - 15.04.2016

 

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Imagen tomada de: periodicoabc.mx

 

En lo que va del año, la Policía Nacional ha bloqueado 553 sitios colombianos dedicados a distribuir pornografía infantil en Internet. ¿Qué podemos hacer los padres de familia para que nuestros hijos no sean víctimas de este flagelo?

 

Cuando, según INHOPE, organismo internacional creado en 1.999 que regula 41 líneas de denuncias de pornografía infantil en 36 países, uno de cada 3 usuarios de Internet en el mundo es un menor de edad. Y si a eso le sumamos que se calcula que existen más de 300 millones de sitios web relacionados con pornografía infantil, claramente ha llegado el momento de trabajar.

 

Lo primero que se debe tener en cuenta es que la pornografía infantil se gesta despacio, poco a poco, gracias en buena parte al uso indiscriminado que los niños hacen de Internet, muchas veces patrocinado y sin el control adecuado por parte de los padres de familia, quienes son testigos de las largas horas que su hijo pasa chateando, encerrado en su alcoba, conversando con personas desconocidas que poco a poco se van ganando su confianza.

 

En Colombia, cerca del 7% de los usuarios de una red como Facebook corresponden a adolescentes entre  los 13 y  los 15 años. La realidad es que  muchos de estos jóvenes son niños que han falsificado sus datos personales para poder entrar a esta red social. Y para una gran parte de estos usuarios, cerca del 70%, no existe ningún peligro en Internet  ni en las redes sociales según la investigación “El uso de internet y el bienestar social en los adolescentes” de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Sabana (2013).

 

¿No hay peligro? ¿Saben estos niños, y sus padres, que, según un informe de El Tiempo, lo que respecta a la pornografía infantil mueve más de 10.000 millones de dólares al año? ¿Saben los niños, padres y educadores que en Colombia, la Dijín ha cerrado más de 13.200 sitios entre 2011 y el primero de marzo de 2016? ¿No hay peligros? ¿No hay peligro cuando este negocio, el de la diabólica pornografía infantil en línea, paga entre 55.000 y 217.000 pesos por una fotografía o un video de un menor de edad en situaciones comprometedoras?

 

Por otro lado, la investigación “Estilo de vida de los jóvenes y sus necesidades de educación sexual”, adelantada por el Instituto de La Familia de la Universidad de La Sabana (2014), que consultó a más de 9.000 jóvenes de toda Colombia, indica que para los menores de edad las redes sociales son una enorme oportunidad de socialización y pertenencia a un grupo, por lo que ven necesario compartir información, mucha de ella de índole privado.

 

Según los expertos, las situaciones de pornografía infantil suelen ser detectables a tiempo, incluso mucho antes de que el menor de edad se desnude delante de un computador, una webcam o de su propio teléfono con el fin de enviárselas a un extraño. Y para evitarlo, en principio, se debe tener en cuenta que Internet es público y universal, la información es prácticamente imborrable y una vez la información es publicada se pierde totalmente el control.

 

Vamos con una serie de consejos para evitar, lo más que se pueda, que los niños sean engañados por algún criminal en la red y termine arruinando sus vidas:

 

1. Siempre se debe ubicar el computador en una zona común de la casa, nunca en las habitaciones o en lugares aislados. De esta manera se puede supervisar con respeto y calma las actividades de los niños en Internet. Además, se evita la manipulación inapropiada de webcams o de otros dispositivos.

 

2. Se deben establecer normas y disciplina sobre el uso de Internet. Y la única manera es pasando más tiempo con los hijos, dialogando, aclarando dudas, previniendo. Se debe fomentar el uso seguro, responsable y constructivo de Internet y de sus dispositivos asociados.

 

3. Hay que conocer las redes sociales y claves. Recuerde que la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia estableció que los padres que con el fin de proteger a sus hijos menores de edad accedan a los contenidos de sus correos electrónicos, redes sociales o páginas web, no violan el derecho a la intimidad de los niños.

 

4. Hay que estar atentos a los contactos con los que chatean. ¿Sabe usted quiénes son? ¿De dónde los conoce? ¿Qué hacen? Es recomendable conocerlos…

 

5. Instalar aplicaciones de control parental. Hoy día existen en el mercado muchas aplicaciones que le ayudarán a tener un poco más de control sobre el tema: Google Safe Search, Avira Social Shield, K9 Web Protection, Protectio. Recomiendo que visite este sitio web, Segukids, en donde hallará mucha información al respecto:

 

Es claro que no es del todo fácil poder aplicar todas estas recomendaciones, y tampoco se trata de actuar como policías, pero claramente se debe hacer un esfuerzo para acompañar y explicarle a los niños que en Internet hay muchos peligros.

 

Es hora de actuar, es hora de tomar medidas. Y dado el caso, no dude en denunciar. Recuerde que está en juego el bienestar y la vida de nuestros niños.

 

¿Dónde denunciar?

 

Colombia cuenta con la plataforma TeProtego.org y la aplicación Protectio, de la Policía Nacional.

 

Clic: ¿Qué podemos hacer para que la justicia colombiana no deje libres a quienes engañan a los niños a través de Internet, como en el caso de “Andrés Monsalve”? ¿Y cómo hacemos para que la Corte Constitucional haga cumplir la Constitución y tenga en cuenta que los derechos de los niños prevalecen por encima de cualquier otro derecho?

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 27.07.2015

 

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Foto: Taringa.net

 

Hay dos realidades: la primera, es que los menores hacen uso de las redes sociales; la segunda, que aumenta de forma alarmante el mal uso de estas poderosas herramientas de comunicación, interacción y publicación de información. ¿Qué podemos hacer?

 

Según estudios realizados, en Google se registran alrededor de 2,7 billones de búsquedas en menos de 5 minutos, lo que significa que los menores pueden tener acceso a un sinnúmero de información y a cada instante, por lo que tanto padres como docentes deben estar alerta. Sin embargo, la utilización de las redes sociales como Twitter, Facebook, Messenger, Instragram, entre otros, no son “malos” por sí solos, como lo menciona el profesor Hugo Campos en su artículo titulado Jóvenes: preocupa el mal uso de redes sociales, donde indica que “hay que encaminar la conciencia del uso de estas tecnologías, que es absolutamente buena, pero la cuestión está en saber usarla”.

 

El caso de Ángela (*) es terrible. Ni su personalidad tranquila ni su buen promedio académico le sirvieron para evitar ser víctima de sus compañeros en las redes sociales. Su “pecado”: ser obesa. La tildaban de “gorda cebosa”, “fea”, “que mejor no existiera”, todo eso publicado, a la vista de todos, por algunos de sus compañeros de clase, criminales, que además compartían semejante aberración con sus amigos y desconocidos sin considerar que eso llevó a que ella intentara suicidarse. ¿Y el colegio? Cosas de niños, hay que hablar con ellos…

 

Diego Jaramillo, profesor colombiano de la Universidad de Los Hemisferios en Quito (Ecuador), llamó la atención sobre lo vulnerables que están los menores que tienen cuentas en redes sociales sin seguridad, privacidad y control de la información que publican. Para Jaramillo “estos problemas se originan, principalmente, por la falta de comunicación entre padres e hijos. Debemos hablar mucho con ellos, mirar sus cosas, porque ellos no se dan cuenta del peligro que corren”. ¿Cuáles peligros? Sexting, pornografía, cibermatoneo, oversharing, vamping, entre otros. (Leer Diez normas antes de publicar información de sus hijos en redes sociales”). (Leer: Sexting: ¿en riesgo la intimidad de sus hijos?”) (Leer: Qué hacer si su hijo sufre cibermatoneo)

 

Por eso, relaciono cinco principios básicos que debemos tener en cuenta para que los menores hagan uso seguro, responsable y constructivo de las redes sociales:

 

1. Respetar la edad mínima – La norma general indica que los menores de 15 años no deben tener cuenta ni perfil en redes sociales ya que están expuestos a una enorme cantidad de riesgos ya mencionados, riesgo que aumenta por la inmadurez física, social, psicológica y emocional que los puede llevar a ser víctimas o victimarios.

 

2. Comunicación permanente – Es urgente que los padres de familia, como principales educadores de sus hijos, según principios y valores, derecho-deber insustituible e inalienable, mantengan una permanente comunicación con sus hijos, conociendo de primera mano qué hacen, qué publican y qué comparten sus hijos en redes sociales, orientando sobre los riesgos y ayudando a evitar que sus hijos sean víctimas y/o victimarios. Abra el espacio de diálogo, que sus hijos sepan que ante cualquier eventualidad pueden contar con usted.

 

3. Si es privado e íntimo, no lo publique – Recuerde a sus hijos permanentemente que nunca proporcionen información personal familiar: edad, dirección, identificación, teléfono, etc. Que tengan cuidado con el e-mail y los archivos adjuntos, cuando no conocen quién los envía. Que nunca abra correos sospechosos y menos de personas o empresas que desconoce.

 

4. Respeto y buen trato – Muchos consideran que Internet es un mundo de anonimato en donde todo vale. Sin embargo, eso no es tan cierto ya que la enorme cantidad de información que publicamos a diario hace que seamos más fácilmente ubicables y reconocidos de lo que pensamos. Por eso debemos enseñarles a los niños a utilizar de forma adecuada todas estas herramientas, en su momento,utilizando buena redacción, gramática, no compartiendo aquello que ofende y maltrata, evitando contenidos inadecuados. Además, y muy importante, respetando al otro, siendo considerado, poniéndose en los zapatos del otro.

 

5. Lo publicado es imposible de borrar – Tenga en cuenta que una vez publicada la información ya es PÚBLICA, es decir que desde ese momento es IMPOSIBLEborrarla. Recuerde este punto a sus hijos siempre y que lo tengan en cuenta antes de publicar algo.

 

Debemos estar ahí, debemos acompañarlos, debemos orientarlos. Iniciemos dando un buen ejemplo y ayudando a que los menores hagan buen uso de las redes sociales.

 

(*) Nombre cambiado

 

*Este artículo fue publicado en ElTiempo.com y se reproduce en LaFamilia.info con autorización del autor.

 

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Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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Blogs LaFamilia.info - 18.05.2015
 

Cuando leo cosas que afirman que las personas son más felices o viven más fácil sin hijos, me asalta una duda: ¿cómo alguien puede afirmar que es más feliz o es más fácil la vida sin hijos cuando no los tiene?

 

Tengo 40 años. Me casé hace 11 años. En este tiempo he recibido con los brazos abiertos a mis 3 hijos, dos mujeres y un varón. Cada uno de ellos ha representado el anhelo de formar a tres seres humanos, de educarlos, de velar por su bienestar, su salud, su educación, su vida y para que sirvan a otros seres humanos, centrados en el amor, el respeto, la solidaridad; útiles para este mundo convulsionado.

 

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Trabajo y mi salario se centra en cubrir las necesidades de mi familia. Tengo un apartamento, un carro, nunca ha faltado el mercado, pago servicios, colegios y jardines infantiles. Con mi esposa e hijos hemos viajado (a veces por tierra, otras en avión) y compartimos juntos siempre. Es decir, lo mismo que una persona que decidió no tener hijos tiene y hace y como muchos padres de familia.

 

Con mi esposa vamos a cine, comemos en un restaurante o simplemente damos una vuelta y nos tomamos un café. No importa si es caro o barato, lo que importa es estar juntos y compartir, mantener esa chispa encendida. Nos vemos con amigos y familiares, incluso hemos viajado solos. Y con los niños igual: un parque, la ciclovía, el apartamento de la abuela o el Eje Cafetero. En otras palabras, sí tenemos vida, sí tenemos amigos, sí viajamos, lo mismo que hace una persona que decidió no tener hijos.

 

No gano millonadas: simplemente, como muchos padres de familia, he aprendido a manejar el dinero, a administrarlo de forma eficiente, cosa que mucho soltero o parejas sin hijos (por su propia voluntad) no hacen. Pero administrar el dinero bien es fruto de la conciencia que nos dan las prioridades de la vida: en el caso de los padres de familia, sus hijos, aunque algunos no lo tengan en cuenta. No siento a esta altura de mi vida que me haya privado de nada material.

 

Como miles de padres de familia, somos felices cuando estamos con nuestra familia, así sea en el restaurante caro o compartiendo una promoción de pollo en PPC. Podemos ir a Cartagena a disfrutar de las playas, como también gozarnos un paseo a Mesitas del Colegio, a una finca hermosa llena de pájaros y flores de todos los colores.

 

En un blog titulado “¿Es más fácil sin hijos?”, la autora menciona: “Hasta el momento no pienso tener hijos – cuenta Alexandra- . “Esto implicaría dejar a un lado muchas metas que tengo trazadas y no estoy dispuesta abandonarlas”. Algo que enseña la paternidad (y la maternidad) es a vencer ese egoísmo propio del ser humano, a pensar solamente en el beneficio propio. Y eso no significa dejar de lado las metas personales, por el contrario, se alcanzan una por una, porque ellos, los hijos, son un aliciente, una fuerza interior y real, más fuerte que el egoísta “son mis metas, soy yo”, porque precisamente se traducen en “son nuestras metas, somos nosotros”. Esa es la diferencia.

 

En ese mismo escrito se asegura que no se puede garantizar la seguridad en el colegio ni en la casa. ¿Y sin hijos si? Si eso fuera así solo nos matarían o atracarían a los padres de familia. También indica que nada le garantiza que ese hijo estará con usted en la vejez. ¿De dónde sale ese concepto? ¿Un hijo es para velar por su vejez? Con todo respeto se equivoca, un hijo debe formar su vida, salir, buscar su futuro, construir y realizar su proyecto de vida, no quedarse a su lado siempre.

 

Nelson, alguien a quien el escrito cita, afirma que es un “loco el que tenga hijos”. Sí, es una hermosa locura tener hijos, amarlos, entregar la vida, vivir, respirar, sentir por y para ellos.

 

Respeto la decisión de aquellas personas que por propia voluntad deciden no tener hijos por “sus metas, sus apartamentos, sus viajes y sus joyas”. Pero que no consideren que son más felices y mejores sin hijos. No los tienen así que no saben si es mejor o más fácil. Son felices con sus cosas; nosotros, los padres de familia, somos felices con nuestros hijos, con nuestras cosas, con nuestras metas.

 

No los voy a invitar a que tengan hijos, pero si los animo a que miren con respeto a quienes los decidimos tener. Yo vivo feliz entre sonrisas, pañales, juegos y mimos; alegre entre personas. Los que decidieron no tenerlos lo son entre sus cosas. Cada cuál en su rollo…

 

Imágenes tomadas de: www.cem.org.br

 

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Esposo y padre de familia. Comunicador Social y Periodista. Magister en Educación con Énfasis en Desarrollo Humano y Valores. Diplomado en Familia. Profesor investigador del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana. Investigador, consultor y gestor de proyectos en Comunicación, Familia e infancia. 
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