Vacíos emocionales en los niños y adolescentes de hoy

Por Vivian Forero / Blogs LaFamilia.info – 22.03.2019

Cada día las noticias son más desalentadoras y poco a poco nos vamos hundiendo en la desesperanza. Sin duda algo está pasando en la actualidad, muchas ideas han ido penetrando en la mente de las personas y las hace encaminarse por el lugar equivocado.

Y hasta las lleva a pensar que todo está perdido y que no se tiene nada por qué luchar. El pesimismo, el desamor y la pérdida de valores en la sociedad están siendo cómplices en la batalla entre el bien y el mal. Se vende el corazón por la comodidad y la voluntad por el libertinaje, supuestamente para vivir como reyes y conseguir a toda costa la felicidad. Pero cuan equivocados estamos pues al final de todas las decisiones desacertadas siempre surgirán las lamentaciones. 

Si nos adentramos en la familia, la cual es la base y pilar de la formación de las personas, me surgen preguntas como: ¿quiénes son los directamente responsables de los hijos, de educarlos, orientarlos, corregirlos, conocerlos y motivarlos? La respuesta obvia y correcta sería papá y mamá. Pero debido al agitado horario de las personas y de las prioridades que se tienen, para suplir esta misión indelegable, se acude a la nana, quien cumple con dicho acompañamiento en ausencia de los progenitores por motivos laborales o sociales. Hoy en día es muy común observar familias que son acompañadas por la nana o en algunas partes conocida también como niñera (y con ello no tengo nada en contra de su apreciada labor) quien suple a la mamá (en la mayoría de los casos) mientras está laborando o está cumpliendo con eventos sociales.

La anterior situación se convierte en ocasión de reflexión cuando la niñera conoce al niño o niña, en muchas ocasiones más que su propia mamá. En las redes sociales hay muchos experimentos plasmados en videos en los cuales se le hacen preguntas tanto a la mamá como a la nana, siendo esta última la que da muestra de conocer más al pequeñín que está bajo su cuidado. Hay nanas tan especiales que llegan a querer mucho a los niños que cuidan y por ello debemos ser agradecidos. Y con frecuencia el niño prefiere estar más tiempo con la nana que con su verdadera mamá. 

Lo que me orienta a esta revisión es que no está bien delegar las responsabilidades de los padres en una persona diferente a ellos mismos. Es verdad que luego de laborar, llegamos a casa cansados pero descansar significa cambiar de actividad y, ¿qué es más agradable que gozar de la compañía de los hijos? Lamentablemente algunos padres consideran como una carga a sus hijos, la cual alivianan contratando a varias personas para atenderlos mientras se cumplen con otras obligaciones. ¿Pero realmente cuál es la compañía que más valoran los hijos? Sin duda alguna es la de sus papás.

Los niños, así como los adolescentes, siempre van a necesitar de sus padres. Es triste ver a tantos niños abandonados por sus padres dentro de la misma familia, con escasez de cariño y atención pero con abundancia en cosas materiales, cuando lo verdaderamente esencial, lo que marca el camino y lo que se recuerda con nostalgia, con el paso de los años, son los abrazos, los besos, las palabras motivadoras, los momentos compartidos. No se recuerdan cuántos juguetes papá y mamá compraron, sino cuánto tiempo lleno de amor se compartieron. Muchas veces cala más un abrazo amoroso que un automóvil último modelo. Si esto no es cierto, ¿entonces por qué existe infelicidad también en la abundancia? Simplemente porque la felicidad no se puede comprar ni con todo el oro del mundo.

¿Entonces por qué nos esforzamos tanto en el tener y poco en el ser? Porque sólo buscamos la comodidad y en la rutina diaria, el hedonismo y lo material, están a la carta: en las redes sociales, los programas de televisión, los medios masivos de comunicación, las propagandas (que para ofrecer un producto se hace de la persona un objeto). Algo muy común también en la actualidad es la tendencia a evitar el esfuerzo, el sacrificio, el dolor, el sufrimiento. Siempre buscamos el estar bien olvidando que a veces el sacrificio es lo que más nos ayuda a valorar lo alcanzado. Tantos padres evitan al máximo que sus hijos se esfuercen y alcancen por sus propios méritos las metas. Se prestan para hacerlos llegar a la meta a través de atajos, comprando un ingreso a una prestigiosa universidad, prestándose para hacer lo incorrecto para alcanzar lo que ellos anhelan y con ello solo logran ser incoherentes y enseñar lo contrario de lo que se busca para ellos: ser únicos y correctos en todo momento y lugar.

¿Por qué nos preocupamos tanto en el aparentar y poco en ser auténticos? Porque sólo pretendemos ser lo que no somos para encajar en un medio social, para que nos valoren por lo que representamos y no por lo que realmente valemos por el hecho de ser personas. Por lo anterior muchas veces se tienen amigos por conveniencia, por un estrato social, por pertenecer a un grupo especial de cultura, por ser aceptados. Tantas frivolidades por el hecho de ser reconocidos pero a costa de qué. Muchas veces pretendiendo ser lo que no somos porque en el fondo realmente seríamos más felices siendo genuinos. Pero esta autenticidad no se mide simplemente por ser diferente a los demás. Somos auténticos al comportarnos acorde a lo que somos sin pretender cambiar la forma de ser o de pensar. Ser auténticos es la verdadera razón para tener un sello personal único e irrepetible capaz de dejar huella y de ser recordados con orgullo, cariño, prestigio y credibilidad.

Qué bueno sería preocuparnos más por nuestros seres queridos y en especial, por los hijos. Ellos serán siempre los primeros en agradecer lo que hagamos por su formación porque dicho proceso bien acompañado, será recogido en frutos abundantes de valores que orientarán acertadamente su camino y por ende, los ayudará a encontrar la verdadera felicidad, que solo se encuentra cuando se es coherente, se es correcto, ecuánime, libre de ataduras de maldad y se está cercano a Dios, quien es la fuerza superior que ilumina y orienta los pasos hacia el camino del bien, que siempre estará sobre el mal y lo derrotará por más fuerte que sean las diferentes tentaciones que se presentan a lo largo de la vida.

Lo ideal de todo el proceso de acompañamiento de los hijos es poder compartir con ellos todo el tiempo posible con el que se cuenta. Aprovechar al máximo los espacios compartidos como ir al mercado, hacer compras, tomar un refresco o un helado, ir a misa, el trayecto del colegio a la casa y viceversa, el desayuno, la cena, la hora de dormir, etc. Muchas veces el tiempo compartido con ellos implica sacrificio, es decir, dejar de lado las circunstancias personales que a veces nos gusta y dedicarles ese tiempo a los hijos. El tiempo de calidad es importante y se debe evitar al máximo el delegar esos detalles a terceras personas. El ser observador de los hijos evita el que caigan en malos hábitos o que se desvíen del camino por estar con personas que influyen negativamente en sus vidas; el dialogar permanentemente con ellos nos facilita el conocerlos e intervenir a tiempo, aconsejando y orientando sus pasos; el participar en sus aficiones, sueños, anhelos y esperanzas, los motiva a alcanzar sus metas y a tener motivos para vivir.

Lo importante es hacer presencia, en el presente, en el ahora. Dejar de trabajar tantas horas adicionales en la empresa y apurarnos a llegar a casa. Dejar de lado el uso irresponsable de las redes sociales y reconocer que las relaciones personales en vivo y en directo son la conexión vital para estrechar verdaderos lazos indestructibles y duraderos. Cuidar nuestro estado físico sin exagerar, pues las horas en las que estamos en un salón de belleza, gimnasio, sauna, tratamientos, son indispensables para estar presentes en la familia. Debemos aprender a priorizar y más aún cuando somos padres. Si desatendemos las redes sociales por largas horas, no será tan riesgoso como el dejar de lado el ser papá o mamá.

Tantos vacíos emocionales hoy en día en las personas son directamente proporcionales a la indiferencia de los padres, son consecuencia de decisiones inadecuadas, de la falta de atención y de la poca expresión del amor. Todo será mejor cuando se tome conciencia de la realidad y se busque el rumbo hacia la recuperación de la familia cuya misión es indelegable y es fundamental para la formación integral de la persona. Solo así se pensará y actuará en el bien, logrando superar las circunstancias que actualmente nos preocupan y que están desquebrajando la sociedad. Seamos optimistas, perseverantes, positivos y luchemos porque la familia siga siendo la cuna y la base de los valores y las buenas costumbres. Busquemos incansablemente el ser la mejor mamá o el mejor papá, pues nuestros hijos merecen lo mejor.

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Vivian Forero Besil

Especialista en Pedagogía e Investigación en el aula, Licenciada en Educación Básica y especialista en Gerencia de Instituciones Educativas. Con amplia experiencia en docencia. Felizmente casada y madre de un hermoso niño. vivian_forero@hotmail.com

 

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