Resiliencia para enfrentar la adversidad

La resiliencia es una de las características de la personalidad más mencionada hoy en día, quizá por las dificultades y desafíos de la época actual.

No es infrecuente que la vida presente situaciones traumáticas como muerte de un familiar, una separación matrimonial, la pérdida del empleo, ciertas dificultades económicas, sufrir en carne propia la corrupción social, etc. Por otra parte, vemos un mundo en crisis permanente: la pandemia, las guerras, los enfrentamientos entre países, los odios entre personas de ideologías diversas, las persecuciones a causa de la religión, el hambre de tantos millones de personas, etc. Y en cada país se pueden observar los mismos fenómenos adaptados a las circunstancias locales y a menor escala.

Entonces entra en juego la resiliencia entendida como la capacidad humana para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas o incluso ser transformado por ellas. (Groetber, 1995). Se suelen considerar dos dimensiones de este rasgo sicológico; uno defensivo que sería la capacidad de proteger la propia integridad en un ambiente de amenaza y, otra enfocada a salir adelante, a construir, cuando los medios son escasos y las circunstancias difíciles. Adaptación y superación.

La resiliencia es innata al individuo, pues en parte coincide con el instinto de conservación, pero es muy común que esté poco desarrollada. Veamos algunas formas de fortalecer esta dimensión humana. En primer lugar, es importante el conocimiento de los recursos interiores y talentos que tiene la persona. La capacidad de interpretar adecuadamente la realidad facilita la objetividad para no caer el tremendismo ni hacer tragedias por cualquier cosa. Deformar la realidad conduce al desánimo, la frustración o el negativismo. La objetividad facilita la adaptación.

Tener una mente sencilla es bueno para la resiliencia pues ayuda a no dar demasiadas vueltas a las cosas que conducen a una fijación de ideas y al fortalecimiento de emociones negativas. Despegarse de situaciones tóxicas y personas conflictivas fortalece también este rasgo de personalidad. Una persona resiliente busca construir una red de personas que aporten soluciones y sentimientos amigables, positivos. No hay nada como amar y sentirse amado para salir delante de cualquier situación por negativa que sea. Personas que ayuden, que sumen, que sean parte de la solución.

Encerrarse en uno mismo rumiando la desgracia es el peor escenario. Hay que salir del mundo del pensamiento, que suele ser complejo, y pasar a la esfera de la acción, per pequeña y sin importancia que parezca. Buscar actividades que distraigan como caminar, oír música, leer algo entretenido, practicar hobbies…y sobre todo habar con otras personas. Algo que ayuda mucho a fortalecer la resiliencia es tener retos por delante, desafíos que superar, algo importante por hacer, involucrarse en sacar adelante causas nobles que motiven y entusiasmen. La mentalidad proactiva es importante para tener iniciativa y creatividad, sin esperar a que suceda algún cambio exterior a mi que me ayude. No se debe olvidar que la solución a las dificultades está en uno mismo, aunque se cuente, lógicamente, con la ayuda de otras personas. Al vivir así se va construyendo este rasgo de personalidad.

Las creencias firmes y las convicciones profundas especialmente si son de contenido espiritual son importante para la resiliencia. Dios es el asidero más robusto que una persona puede encontrar cuando no existe ningún otro. Ver de modo habitual a Dios como padre cercano y amoroso es la base más firme para salir adelante en cualquier adversidad.

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Regino Navarro Ribera

Fundador y Director de LaFamilia.info. Español de nacimiento pero colombiano de adopción. Coach profesional, especialista en Ciencias del Comportamiento, estudios en Orientación y Consejería, profesor, conferencista y autor de varios libros.


 

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