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Clasificación: 17 años en adelante
Título original: Game of Thrones Género: Fantasía medieval
Formato: Serie de televisión, cadena HBO
País: Estados Unidos Año: 2014 |
HBO empieza a emitir la cuarta temporada de Juego de Tronos, la épica sucia que ha cautivado a miles de televidentes en todo el mundo.
David Benioff y D.B. Weiss son los creadores y productores ejecutivos de esta serie, que adapta la saga Canción de hielo y fuego del escritor estadounidense George R.R. Martin. Serán siete volúmenes, de los que hasta ahora se han publicado cinco.
En las tres primeras temporadas se han adaptado los libros Juego de Tronos, Choque de Reyes y la primera parte de Tormenta de espadas, introduciendo cambios sustanciales en ese punto.
En mayo de 2011, con cuatro novelas publicadas, la serie se estrenó en Estados Unidos. La primera temporada se rodó en Irlanda, Escocia, Malta y Marruecos con 60 millones de dólares de presupuesto, 162 actores y hasta 250 extras trabajando simultáneamente en alguna secuencia. El propio Martin, de 65 años, es productor de la serie.
Un relato truculento
La serie es, con la salvedad mencionada, fiel a la novela. Estamos ante un relato hábil, que va cambiando de escenario para seguir las peripecias de los protagonistas, todos inmersos en una red de traiciones, asesinatos, lujuria, vejaciones, corrupción, venganzas, violencia irracional y ambición insaciable. La historia está llena de truculencias, muchas veces –demasiadas– mostradas de una manera obscena y complaciente.
La comparación con El señor de los Anillos, aunque frecuente, es absurda. Sencillamente no viene a cuento, por mucho que Martin se reconozca devoto de Tolkien y se compare con el autor inglés.
Por un lado, la prosa de Martin está a años luz de la de Tolkien. Su estilo es puramente cinematográfico, y la novela es casi un guion. Las descripciones son infrecuentes y cuando las hay no se acercan nunca a la deslumbrante narrativa de Tolkien, que maneja un vocabulario riquísimo y que hace épica con unos materiales de primera calidad.
La tipología de personajes y los conflictos de la saga de Martin tienen un tono muy distinto al universo de Tolkien. Lo de las dos R, iniciales del segundo y del tercer nombre de Martin, puede ser un guiño, cualquiera sabe, pero el parecido con Tolkien es sencillamente inexistente.
Martin escribe una historia que podríamos definir como "épica sucia", recordando aquellos westerns que se apellidaron así, desde que aparecieron en los últimos años 60 del siglo XX. El mundo de ficción que inventa Martin y que la serie traslada a la pantalla se parece a la Baja Edad Media por las armas, los vestidos y por algunos edificios. Ahí terminan las semejanzas.
Un pozo colmado
El mundo de Juego de Tronos es un pozo que se ha llenado con perversión y vileza. La serie lo retrata con todo lujo de detalles, sin el mínimo interés por la sugerencia, la elipsis o los implícitos (en la novela está todo esto, pero hay menos empeño en detenerse en los pasajes más sórdidos). Hay una crudeza que en bastantes ocasiones es pornografía y sadismo gore. De llevarse al cine, su calificación en Estados Unidos no sería R (Restringido) sino NC-17 (Prohibido para audiencia de 17 o menos).
En este sentido, aun tratándose de una ficción, por tanto de un mundo fantástico, es llamativo el modo de comportarse de casi todos los personajes “nobles” que protagonizan la historia, que tiene lugar en un mundo donde la religiosidad es prácticamente inexistente. Gente depravada, que si no van a burdeles es porque ya son propietarios de alguno.
El incesto, las relaciones homosexuales, las orgías, los asesinatos, los crímenes de los que no se libran los niños, las traiciones y deslealtades son moneda corriente. En este sentido, tiene gracia que el autor de la novela declare que se identifica con un personaje, Tyrion, un enano lascivo y maniobrero miembro de una poderosa familia, que interpreta Peter Dinklage.
Un comentarista escribía con humor negro que esperaba el siguiente capítulo de la serie porque había apostado si ganaban las decapitaciones, los incestos o la sodomía. Otro periodista, después de la emisión del primer capítulo en España, se preguntaba si una de las protagonistas llevaría algo de ropa en el segundo porque en el primero podría haber muerto de pulmonía.
Juego de tronos tiene una puesta en escena atractiva y un gran diseño de producción. El reparto es bueno y la factura ágil, con un uso generoso de secuencias al aire libre en localizaciones impactantes. La estrategia fotográfica es inteligente: cerrar el plano en las secuencias de estudio para ahorrar en decorados y abrirlo en las secuencias al aire libre, usando la infografía digital para presentar palacios e introducir figurantes para dar impresión de poderío en las escenas de combates y de ciudades populosas. La trama apela continuamente a los giros melodramáticos con finales de capítulos que dejan la acción en un momento álgido para animar a ver el siguiente.
Análisis
Más allá de una pueril retórica mitómana, creo que una persona normal, con el gusto bien formado y con experiencia de series o de películas de buena calidad, se siente agredido por secuencias (dos o tres por capítulo en la primera temporada, luego menos insistentes) que son una provocación ridícula, incluso arbitraria.
El capítulo primero de la cuarta temporada tarda muy poco en irse a un burdel, con una situación verdaderamente disparatada por un retorcimiento y una morosidad enfermizas. Es una serie de ningún modo generalista, porque difícilmente cabe en un cuarto de estar. Si un niño entra porque no puede dormir y coincide con uno de esos momentos porno o gore, puede pensar que sus padres son unos pervertidos o unos tarados.
Y es una lástima, porque podría ser una serie para adultos, seca, violenta y cruel, pero sin carnaza populista.
Autor: Alberto Fijo - Aceprensa. Se reproduce bajo la alianza entre Aceprensa y LaFamilia.info. Derechos reservados.
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