Disciplina con amor a cualquier edad, la fórmula perfecta

LaFamilia.info
06.06.2010

En los últimos años, se ha convertido para los padres de familia en una difícil tarea el mantener la disciplina en el hogar con la asertividad necesaria que esta requiere. Se entiende por «disciplina» el entrenamiento adecuado para desarrollar auto-control.

En determinado momento usted querrá que sus niños desarrollen su propia habilidad para guiar sus propias acciones y comportamientos, de una manera apropiada en todas las situaciones, inclusive cuando usted no esté presente. Esto puede hacerse únicamente si usted enseña poco a poco desde la niñez, haciéndolo con firmeza pero sin dejar de lado el cariño y el planteamiento de reglas claras y justas. Empiece cuando sus niños son aún bebés. Recuerde que el mundo es totalmente diferente de cuando usted era joven. Sus niños necesitarán aprender diferentes habilidades y destrezas.

Dirigir el comportamiento de sus niños es un trabajo un poco pesado, pero también es el trabajo más importante de la familia. Los niños necesitan su ayuda para aprender a comportarse. Recordemos que los padres somos los modelos para nuestros hijos e imitan todo comportamiento. La disciplina y supervisión cambian con la edad de sus niños. Los niños pequeños demandan más tiempo para guiarles en la manera de comportarse. Los niños mayores también necesitan de una guía, pero el tiempo y número de veces son menores cada día. Usted necesita disciplinar y guiar el comportamiento de sus niños de manera respetuosa, firme y real, inclusive si usted se siente ansioso y enojado. Evite hacerlo cuando se encuentre de mal genio porque podría lastimar el auto estima de su hijo.

Durante todas las etapas de desarrollo, los niños necesitan saber anticipadamente lo que se espera de ellos y los comportamientos que son inaceptables. Los niños pequeños no siempre entienden las palabras que usted habla, aunque les diga lo que espera de ellos; observe lo que pueden soportar. Recuerde que cuando el comportamiento y la atención del niño no contribuyen a la realización de alguna actividad, usted necesita intervenir. Por ejemplo, cuando lleve a sus niños pequeños de compras, mire cuidadosamente las cosas que son capaces de tolerar. Ir de compras es divertido por corto tiempo; luego los niños necesitan hacer alguna otra actividad. A los mayores, déjeles saber de antemano lo que espera de ellos. Recuerde traer libros, crayones, juguetes o cualquier otro artículo que les será de interés y los mantendrá ocupados. Estas actividades divertidas e interesantes, crearán la oportunidad de obtener comportamientos apropiados de sus niños.

¿Quién debe disciplinar?

  • Padres
  • Familiares
  • Maestros

Todos tenemos la responsabilidad de enseñarles a los niños las reglas de comportamiento y las costumbres establecidas por nuestra sociedad.

La tarea de disciplinar es muy grande y compleja. En el proceso, los sentimientos están presentes, lo cual hace más difícil en ocasiones tomar decisiones.

Para disciplinar se requiere:

  • Plan de Trabajo
    Los padres deben especificar la conducta deseada. Es un trabajo compartido y con metas definidas.
  • Paciencia
    El proceso no es fácil, ni se logra con rapidez. Es necesario tener calma hasta que se logre la conducta deseada. El niño necesita tiempo para aprender e interiorizar las reglas.
  • Consistencia
    Se debe mantener lo establecido desde el primer momento, reforzando la conducta deseada y sancionando la no deseada. El variar le crea confusión al niño quien termina haciendo lo que desea.
  • Comprensión
    Recuerde que es un proceso de aprendizaje, por lo cual es necesario entender los errores en la acción. Como se haga, determinará la actitud del niño durante este proceso.
  • Comunicación
    Es necesario explicarles a los niños las razones buenas y malas de cada comportamiento. Ello les dará mayor conciencia de la acción realizada.
  • Respeto
    Todos tenemos el derecho a ser tratados con respeto y dignidad. El niño que es respetado aprende a respetar.
  • Compartir
    Ambos padres deben compartir la autoridad. No es saludable delegar la responsabilidad en uno solo.

Disciplina vs. Castigo

Muchos padres piensan que disciplinar es sinónimo de castigo, lo cual es incorrecto. El castigo es una forma ineficaz y dañina de disciplinar. La palabra disciplina debe ser vista como enseñanza, diálogo, orientación, dirección, refuerzo, reconocimiento, entre otros. El amor es lo que hace la diferencia entre castigo y corrección. Cuando los padres enfadados quieren cortar por lo sano y aplican la vara con ira, difícilmente logran corregir el error o la mala tendencia del niño. Cuando los padres pierden el control y aplican el castigo con palabras fuertes y con gritos, el niño puede quedar asustado de momento, pero interiormente no ha hecho ningún propósito de cambiar.

Mientras más se sienta amado un niño, más fácil es disciplinarlo. La razón es que un hijo tiene que identificarse con sus padres a fin de aceptar su orientación sin resentimientos ni hostilidad, sin hacer resistencia pasiva. Si el hijo no se identifica con sus padres, creará resentimiento, en lo que se refiera a la autoridad, se inclinará por entero a hacer exactamente lo opuesto a lo que se espera de él. Esa actitud se ha vuelto sumamente común.

Muchos padres, especialmente aquellos que no recibieron mucho amor en su propia niñez, tienden a pasar por alto la importancia de formar a un niño. Ellos consideran que la principal tarea de la paternidad es castigar en lugar de emplear otras formas más positivas de disciplina. Para que la disciplina sea efectiva, los padres tienen que mantener lleno el tanque emocional de sus hijos con amor.

Cuando un niño se porta mal, lo que ha hecho no debe ser tolerado. Sin embargo, si no sabemos lidiar con eso o somos demasiado ásperos o demasiado indulgentes, tendremos más problemas en un futuro con ese niño y esos problemas empeorarán según vaya creciendo. Si necesitamos disciplinar a un niño guiándolo hacia una buena conducta, el primer paso en ese proceso no es el castigo, hay que hablar con firmeza y cariño a la vez.

El punto de equilibrio de la disciplina

Históricamente cada cultura ha fijado expectativas de lo que se considera un comportamiento maduro y ha ideado medios a través de los cuales puede lograrse esto. Únicamente en este siglo hay gente que ha supuesto que los niños no necesitan disciplina. Este enfoque de «carta blanca» hacia la paternidad permite que los hijos hagan lo que se les ocurra, no produce hijos felices ni responsables.

Para alcanzar el punto medio en una buena educación, se debe tener claridad acerca de los valores que se quiere inculcar; establecer unas reglas sencillas y comprensibles para el niño, y transmitirías con afecto y firmeza. En el cumplimiento de estas se debe ser flexible, dentro de lo razonable; por ejemplo algunas reglas pueden servir para el más pequeño, pero no tienen la misma efectividad con uno más grande. Al mismo tiempo, se deben tener límites y estimular la capacidad para tomar decisiones, con el fin de que los hijos sean cada vez más autónomos e independientes. Para esto, los padres deben mantener una actitud firme, de autoridad con dignidad y respeto.

Para lograrlo es necesario:

  • Ser siempre constante y consecuente en las exigencias disciplinarias.
  • Explicar la razón de los límites que se le imponen cuando es posible hacerlo.
  • Darle a conocer al niño lo que pasa cuando rompe las normas.
  • Ayudarle a desarrollar el autocontrol.
  • Explicarle los comportamientos que enojan a los adultos.
  • Actuar rápidamente cuando se porte mal sin permitir que el problema aumente.
  • Ser consistente. Ponerse de acuerdo con los otros miembros de la familia en los métodos de disciplina. De esta forma el pequeño siempre sabrá qué pasa si no sigue las reglas.
  • Evitar el conflicto de poderes. La disciplina no es un juego en el que hay un ganador y un perdedor.
  • Respetar al niño y permitirle no estar de acuerdo en algunas ocasiones.
  • Darle sugerencias positivas y estimularlo para que tome decisiones.

«La disciplina implica la larga y vigilante tarea de guiar a un niño desde la infancia a la edad adulta.»

Bibliografía

LÓPEZ, María Helena. Tareas sin peleas, Intermedio, Colombia, 2003.
MARTÍNEZ, Baudilio. Educar con límites, Alfaomega-Norcea, México, 2003.
WHITE, Elena G. de. Conducción del niño, Asociación Publicadora Interamericana, México, 2004.
FELDMAN R., Jean. Autoestima para niños, Alfaomega-Norcea, México, 2003.

Inspiración: PROGRAMA PARA LA FORMACIÓN DE PADRES

Una publicación del programa “Inspiración”.

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