¿Cómo orar en familia?

Por Infovaticana.com – 8.07.2019

Foto: jcomp 

¿Cómo pueden los padres introducir en la vida familiar diaria, tan ajetreada, la oración, el encuentro con Cristo? 

A esta pregunta responde el cardenal Raymond Leo Burke en Esperanza para el mundo –publicado por Bibliotheca Homo Legens-, incidiendo en la bendición de la mesa, en el fomento de la devoción al Sagrado Corazón, el rezo del Rosario o el examen de conciencia.

Compartimos aquí íntegramente la reflexión de Burke sobre la oración en familia:

Es un tema muy importante y empieza al despertarse. En la hora de las comidas, la oración de bendición de la familia, la comida y las gracias después de comer. Otra devoción efectiva es dedicar un rincón de la casa al Sagrado Corazón. Basta una imagen, una estatua, una vela, para facilitar la reunión de la familia, que rezará por el mundo y por los que sufren. También está el rosario. Al principio, recitar una decena es importante para entrenar a los más pequeños, incluso si es difícil para los padres. Con la repetición y la práctica, el rezo del rosario es cada vez más hermoso. Cada noche, cuando los niños se van a la cama, es importante ayudarles a hacer examen de conciencia, a recitar el acto de contrición y a decir una breve oración pidiendo a Dios la protección durante la noche, porque la noche es el símbolo de la muerte y trae muchas tentaciones. Recuerdo cuando aprendí la oración a san José para una buena muerte que, de hecho, sigo recitando. También es importante enseñar al niño a desarrollar un total sentimiento de la presencia y protección de su ángel de la guarda. La simple oración al ángel de la guarda era algo muy importante para mí, desde siempre.

Pero, ¿y si no hay tiempo? ¿Y si entre el asfixiante quehacer diario no hallamos un momento para encontrarlos con Él cara a cara?

Se tiene que encontrar tiempo para dedicarlo exclusivamente al Señor en la oración. He oído a sacerdotes decir: «Mi trabajo es mi oración». Sí, es bueno santificar el trabajo, pero temo no tener la fuerza de santificar el trabajo y mi vida diaria si no dedico tiempo a Dios, a veces media hora, a veces quince minutos. Al final del día, cuando los niños están en la cama, se puede buscar tiempo para leer la Sagrada Escritura o un libro de meditaciones. Puedo experimentar el silencio ante la presencia de Dios, diciéndome que estoy en sus manos. Es muy importante consagrar el día al Señor, sobre todo para los esposos. Es bueno que la oración sea individual, pero también comunitaria.

 

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