LaFamilia.info - 09.02.2016
Como ya sabemos, las intenciones mensuales del Papa Francisco ahora se transmiten a través de breves videos; y aquí va el segundo, en el cual nos pide de manera especial: Cuidar la casa común. El mensaje para el mes de febrero se ha titulado: "El respeto a la Creación".
Ver también: El primer “video del Papa” (Enero: Diálogo Interreligioso)
Más de este tema:
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Rodrigo Ayude/iglesiaendirecto.com - 26.10.2015
Foto: iglesiaendirecto
A lo largo de tres semanas los obispos del Sínodo han analizado múltiples desafíos a los que se enfrentan las familias. Desde el portal Iglesiaendirecto.com, nos comparten algunos de los temas que han salido con más fuerza en las sesiones de trabajo del sínodo y que han tenido una acogida muy amplia entre los padres sinodales.
1. Un nuevo lenguaje
Entre los temas más repetidos se encuentra la necesidad que tiene la Iglesia de un nuevo lenguaje, capaz de dialogar con la cultura postmoderna. Ese lenguaje, según los padres sinodales, ha de construirse sobre dos ejes: la inclusión y la misericordia. Debe ser un lenguaje de inclusión, que evite los juicios negativos sobre personas o situaciones, que respete a las personas en su ser más profundo y que parta de una escucha atenta de las necesidades. Un lenguaje que tenga como fundamento la misericordia, es decir, una forma de hablar que salga al encuentro del alejado, que se ponga a su altura y se haga cargo de sus dificultades, que le cure las heridas y que lo porte a la verdad.
2. Pastoral de inmigrantes
Los padres de Oriente Medio y África compartieron en el Aula los dramas de la migración, especialmente la derivada de la guerra, de la persecución por la fe y de la pobreza. Algunos obispos han propuesto una pastoral específica para los inmigrantes que favorezca la cultura del encuentro. Para ello consideran necesario una colaboración más estrecha entre las iglesias locales en los países de origen de las personas y las iglesias de los pasíses de acogida. Se busca acoger e integrar de la mejor manera a los que han tenido que dejar forzosamente su tierra para revestirlos de una nueva dignidad.
3. Matrimonio como vocación
Los obispos del sínodo han reflexionado ampliamente sobre el matrimonio como proyecto vocacional de Dios, la gracia específica de esta vocación y su misión propia en la Iglesia. Tras semanas de estudio, cada vez es más clara la idea de la importancia de la familia como edificadora de la Iglesia y no sólo como beneficiaria de una pastoral. Son muchos los campos donde las parroquias pueden y deben contar con las familias.
4. Catequesis de preparación para el matrimonio
La perspectiva vocacional del matrimonio también ha suscitado el estudio sobre si es suficiente o no lapreparación actual de los novios para crear esta “iglesia doméstica”. Los padres sinodales consideran escasa la formación que se da para el matrimonio. En muchas ocasiones se queda en la explicación de la ceremonia. Están buscando un camino más largo -se habla de unos seis u ocho meses- en los que los futuros esposos profundicen en los aspectos propios de la vocación matrimonial y en su misión.
5. Pastoral con convivientes estables
Entre las situaciones irregulares, el sínodo ha prestado particular atención a aquellos que, sin estar casados, conviven de forma estable y prolongada. Los obispos consideran que esa convivencia puede tener algunos elementos propios del matrimonio: unidad, indisolubilidad y apertura a la vida. Por eso buscan fórmulas para acompañar a estas parejas hacia el sacramento del matrimonio, que les prestará la ayuda eficaz para vivir con plenitud su proyecto de amor.
6. Acompañamiento en los primeros años de matrimonio
La alta cifra de separaciones y divorcios no ha pasado desapercibida a los padres sinodales. Con frecuencia las rupturas suceden tras los primeros años de convivencia. Teniendo en cuenta esto, los obispos consideran necesario que cada parroquia cuente con algunos matrimonios con experiencia que puedan acompañar a los nuevos esposos durante los primeros años. Compartir las dificultades y comprobar que otros han sabido superarlas es una buena herramienta para ayudar eficazmente a las familias.
7. Educación sexual
Los obipos del sínodo propusieron una mejor educación sexual en el camino de preparación al matrimonio. Consideran que la Iglesia debe entrar en este ámbito con determinación, ante una actual educación sexual negativa. La Iglesia quiere presentar la buena noticia de la sexualidad humana como un camino de amor y no como un camino de pecado. Además, la educación de la afectividad es considerada fundamental para entender la donación esponsal y, por ello, formará parte del camino de preparación para el matrimonio.
8. Formación de los sacerdotes
Los fuertes cambios sociales que afectan a las familias exigen nuevas herramientas para los sacerdotes, de modo que puedan ayudarlas eficazmente en sus problemas cotidianos. Para este fin, se ha hablado tanto de incluir nuevas materias sobre familia y bioética en la formación de los futuros clérigos. En cuanto a los seminaristas, se ha valorado la posibilidad de que dediquen parte del tiempo en la parroquia a visitar a las familias para conocer su vida cotidina, sus preocupaciones y sus necesidades. Otra propuesta es, por ejemplo, dar cursos de asesoramiento familiar a los párrocos.
9. Atención a las situaciones dolorosas
Los padres sinodales coinciden en que no habrá “recetas generales” para admitir a los sacramentos a los bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso del matrimonio sacramental. Sobre esta realidad hay numerosos puntos de vista entre los obispos. Desde perspectivas diversas, todos están de acuerdo en respetar la doctrina actual y en que se deben evitar soluciones del tipo “todo o nada”, “sí o no”. Los padres sinodales opinan que corresponde al obispo diocesano conocer las situaciones concretas y juzgar caso por caso. En este discernimiento, convendrá descubrir los problemas que han llevado a la familia a este punto, especialmente para quienes es ya imposible volver con su marido o su mujer.
10. Papel de la mujer
Un tema profundizado en los círculos menores es el papel de la mujer en la Iglesia. El papa recordó frecuentemente que es necesaria una teología de la mujer. Aunque no han trascendido propuestas concretas, el tema ha sido ampliamente debatido. En cambio, para los obispos resulta claro que la mayor participación de la mujer en la Iglesia, de servicio o diaconía, nada tendrá que ver con el sacramento del orden.
LaFamilia.info - 05.10.2015
Foto: Pixabay
La ideología de género, muy popular en estos tiempos, es una ideología anticristiana, perversa y anti-familia. Pero veamos lo que dicen los últimos Papas sobre ella.
Papa Francisco: Ideología de género contradice el plan de Dios
El papa Francisco se ha referido a este tema en diversas ocasiones, pero en especial recordamos la catequesis del 15 de abril del presente año, en la que expresó: La creación del hombre y la mujer, con el sacramento del matrimonio, son “un gran don que Dios ha hecho a la humanidad”.
Durante su explicación, Francisco alertó contra la llamada ideología de género o teoría del género y mostró una serie de preocupaciones que se derivan de ella. Puso también una tarea para todos los creyentes y sobre todo para las familias: mostrar la belleza de la alianza del hombre y la mujer y vivirla “en el bien”.
Francisco subrayó que “la diferencia sexual está presente en muchas formas de vida, en la larga escala de los vivientes. Pero solo en el hombre y en la mujer ella lleva en sí la imagen y la semejanza de Dios: el texto bíblico lo repite bien tres veces en dos versículos”. “Esto nos dice que no sólo el hombre ha tomado en sí la imagen de Dios, no sólo la mujer ha tomado en sí la imagen de Dios, sino que el hombre y la mujer, como pareja, son imagen de Dios”.
Por tanto, “la diferencia entre hombre y mujer no se da por la contraposición, o la subordinación, sino por la comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios”.
Continuando con este tema, el Pontífice aseguró que “la experiencia nos lo enseña”, ya que “para conocerse bien y crecer armónicamente el ser humano tiene necesidad de la reciprocidad entre hombre y mujer” y “cuando no sucede, se ven las consecuencias”.
“La cultura moderna y contemporánea ha abierto nuevos espacios, nuevas libertades y nuevas profundidades para el enriquecimiento de la comprensión de estas diferencias”, pero denunció que “ha introducido también muchas dudas y mucho escepticismo”.
Después enumeró una serie de ejemplos: “Me pregunto si la considerada 'ideología de género' no se trata también de una expresión de una frustración y de resignación que busca borrar la diferencia sexual porque ya no pueden hacer frente a ella”. “Corremos el riesgo de dar un paso atrás”, alertó.
“La eliminación de la diferencia, en efecto, es el problema, no la solución. Para resolver sus problemas de relación, el hombre y la mujer deben hablarse más, escucharse más, conocerse más, quererse más”.
Benedicto XVI
En su último discurso navideño del 21 de diciembre del 2012 a la Curia Romana, afirma:
“El gran rabino de Francia, Gilles Bernheim, en un tratado cuidadosamente documentado y profundamente conmovedor, ha mostrado que el atentado, al que hoy estamos expuestos, a la auténtica forma de la familia, compuesta por padre, madre e hijo, tiene una dimensión aún más profunda.
"Si hasta ahora habíamos visto como causa de la crisis de la familia un malentendido de la esencia de la libertad humana, ahora se ve claro que aquí está en juego la visión del ser mismo, de lo que significa realmente ser hombres. Cita una afirmación que se ha hecho famosa de Simone de Beauvoir: ‘Mujer no se nace, se hace’ (‘On ne naît pas femme, on le devient’).
"En estas palabras se expresa la base de lo que hoy se presenta bajo el lema ‘gender’ como una nueva filosofía de la sexualidad. Según esta filosofía, el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente, mientras que hasta ahora era la sociedad la que decidía.
"La falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella es evidente. El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear.
"Según el relato bíblico de la creación, el haber sido creada por Dios como varón y mujer pertenece a la esencia de la criatura humana. Esta dualidad es esencial para el ser humano, tal como Dios la ha dado.
"Precisamente esta dualidad como dato originario es lo que se impugna. Ya no es válido lo que leemos en el relato de la creación: ‘Hombre y mujer los creó’ (Gn 1,27). No, lo que vale ahora es que no ha sido Él quien los creó varón o mujer, sino que hasta ahora ha sido la sociedad la que lo ha determinado, y ahora somos nosotros mismos quienes hemos de decidir sobre esto. Hombre y mujer como realidad de la creación, como naturaleza de la persona humana, ya no existen. El hombre niega su propia naturaleza. Ahora él es sólo espíritu y voluntad.
"La manipulación de la naturaleza, que hoy deploramos por lo que se refiere al medio ambiente, se convierte aquí en la opción de fondo del hombre respecto a sí mismo. En la actualidad, existe sólo el hombre en abstracto, que después elije para sí mismo, autónomamente, una u otra cosa como naturaleza suya. Se niega a hombres y mujeres su exigencia creacional de ser formas de la persona humana que se integran mutuamente.
"Ahora bien, si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación. Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia. Bernheim muestra cómo ésta, de sujeto jurídico de por sí, se convierte ahora necesariamente en objeto, al cual se tiene derecho y que, como objeto de un derecho, se puede adquirir. Allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y, con ello, también el hombre como criatura de Dios, como imagen de Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser.
"En la lucha por la familia está en juego el hombre mismo. Y se hace evidente que, cuando se niega a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al hombre”.
San Juan Pablo II
En la encíclica Veritatis splendor, nº 46: “Para algunos, la naturaleza se reduce a material para la actuación humana y para su poder. Esta naturaleza debería ser transformada profundamente, es más, superada por la libertad, dado que constituye su límite y su negación. Para otros, es en la promoción sin límites del poder del hombre, o de su libertad, como se constituyen los valores económicos, sociales, culturales e incluso morales. Entonces la naturaleza estaría representada por todo lo que en el hombre y en el mundo se sitúa fuera de la libertad. Dicha naturaleza comprendería en primer lugar el cuerpo humano, su constitución y su dinamismo. A este aspecto físico se opondría lo que se ha construido, es decir, la cultura, como obra y producto de la libertad. La naturaleza humana, entendida así, podría reducirse y ser tratada como material biológico o social siempre disponible.
"Esto significa, en último término, definir la libertad por medio de sí misma y hacer de ella una instancia creadora de sí misma y de sus valores. Con ese radicalismo el hombre ni siquiera tendría naturaleza y sería para sí mismo su propio proyecto de existencia. ¡El hombre no sería nada más que su libertad!”.
Fuente: Pedro Trevijano/ReL
ReL - 08.01.2016
A partir de ahora, las tradicionales intenciones de oración del Papa para cada mes, se darán a conocer mediante un breve spot. He aquí el primero, en el que participan amigos personales de Francisco, como el musulmán Omar Abboud o el rabino Daniel Goldman, junto al sacerdote Guillermo Maró y la lama budista Rinchen Kandro. El mensaje es contundente, ¡no lo dejes de ver!
El proyecto es una iniciativa de la Red Mundial de Oración del Papa y ha sido realizado por la agencia La Machi con la colaboración de Rome Reports y el Centro Televisivo Vaticano. Fue lanzado en la página thepopevideo.org en la festividad de la Epifanía.
ReligionConfidencial - 13.10.2015
Foto: L'Osservatore Romano
Ni los divorciados vueltos a casar están excomulgados, ni los homosexuales discriminados. El Papa siente sobre sus hombros la misión de acoger a la Iglesia a todas las personas, especialmente a las más necesitadas.
Los efectos positivos de esta actitud se están empezando a ver en la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que lleva por título “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. El Papa Francisco ha liderado desde el inicio de su pontificado este énfasis pastoral: gestos como el de recibir a personas en las antípodas de la moral de la Iglesia, son un modo muy claro que el Santo Padre tiene de decir: “Seas quien seas, y como pienses, Dios te quiere”.
El portal Religión Confidencial analiza con Daniel Arasa, profesor de comunicación institucional de la Pontificia Università della Santa Croce (Roma), la primera semana de Sínodo de las Familias. Están son las ideas principales a la luz de las diversas intervenciones y comentarios de los padres sinodales y expertos reunidos en Roma del 4 al 25 de octubre.
Apostar por la belleza de la familia. Hay que apostar por la familia, por el amor de los esposos, por la educación de los hijos. Por ejemplo, en Perú de cada cien niños que nacen hoy en día, setenta no tienen una familia debidamente constituida. Tiene que haber una pastoral de acompañamiento de las familias, especialmente las nuevas. La sociedad necesita una fuerte inyección del espíritu familiar.
La doctrina no será modificada. El Papa ha dejado claro en su discurso de apertura del Sínodo que la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio no está en discusión. Por lo tanto, no van a cambiar cuestiones esenciales en la doctrina que, en cualquier caso, no están bajo la potestad del Sínodo, sino que se tendrán más en cuenta las circunstancias personales de las personas cristianas, sin necesidad de recordar en cada ocasión que esa persona se encuentra en una situación incompatible con la moral cristiana. Hay una gran preocupación de los obispos por no ofender la sensibilidad de la gente, pero también para que quede clara la doctrina de la Iglesia.
Los divorciados vueltos a casar no están excomulgados: “Pienso que se darán pasos muy interesantes como potenciar las actividades en las parroquias dirigidas a personas que se encuentran en esta situación, promover un lenguaje inclusivo que les ayude a darse cuenta de que no están excomulgados y que forman parte de la Iglesia, integrarles en las tareas de servicio solidario, etc.”, afirma Daniel Arasa.
Nulidades matrimoniales más ágiles. La pastoral familiar trata de ayudar a comprender la bondad del matrimonio según la ley divina y facilitar a todos el adecuarse a esa situación. En algunos casos, eso será posible a través de la declaración de nulidad de un primer supuesto matrimonio que nunca existió; en otros, facilitará un periodo de reflexión y un progresivo cambio de vida.
Preparación para el matrimonio: Lo que más preocupa a la Iglesia es el número de matrimonios religiosos que se rompen después de un tiempo. Daniel Arasa apunta que en el mundo occidental son ya muchos los que deciden casarse civilmente, “por lo que no creo que empeore la situación o que, al menos, cambios en la preparación matrimonial sean la causa de una tendencia a que las parejas no opten por casarse por la Iglesia. En todo caso, una profunda preparación al matrimonio tendrá efectos positivos: serán más parejas las que adquirirán un mayor conocimiento del valor del matrimonio como sacramento, lo que les ayudará a ser más fieles en su vida conyugal y familiar”.
Transmitir el atractivo de la vida conyugal abierta a la paternidad. La doctrina sobre la vida familiar y la paternidad responsable sigue vigente, recogida en documentos como las encíclicas Humanae vitae (Pablo VI) y Evangelium vitae (Juan Pablo II), o la exhortación apostólica Familiaris consortio (Juan Pablo II). Puede haber motivos que justifiquen la decisión de no tener hijos en un futuro inmediato, pero las relaciones conyugales deben estar siempre abiertas a la vida, lo que significa seguir los métodos naturales en la regulación de esas relaciones. Los pastores de la Iglesia deberán transmitir la belleza de la vida conyugal abierta a la paternidad y a la maternidad para poder participar plenamente de la vida sacramental.
Sexualidad: vida cristiana coherente. Las personas con tendencia homosexual están llamadas a la santidad como cualquier otra persona, y su situación –con sus inclinaciones y contando con la gracia de Dios– es compatible con una vida cristiana. “En este sentido, la lucha por vivir una vida cristiana coherente que se pide a una persona con tendencia homosexual es análoga a la de una persona heterosexual no casada (o al casado, con personas distintas de su esposa). La meta es alta, y la pan-sexualización de nuestra sociedad hace que no sea fácil afrontar estos temas”, recuerda Arasa.
Aleteia / Zenit – 15.07.2015
Un saludo del Papa en La Paz,Bolivia. Galería de fotos Aciprensa por Antonio Vargas
El Pontífice habla de la Iglesia latinoamericana: viva, “joven”, con “cierta frescura” y "no tan formal".
"La Iglesia latinoamericana tiene una gran riqueza", dijo el papa Francisco este lunes 13 de julio en el vuelo de regreso a Roma de su viaje sudamericano. También se mostró impresionado por la cantidad de niños y familias que participaron activamente en su visita apostólica a Ecuador, Bolivia y Paraguay.
“Digo algo que me ha impresionado mucho. En los tres países había por todas las calles grupos de padres, madres, con los niños. Nunca he visto tantos niños. Es una lección para nosotros, para Europa, donde la caída de los nacimientos asusta un poco”, confesó ante los 75 periodistas que viajaron con él en el avión de regreso al Vaticano.
El Obispo de Roma, que viajó para reafirmar en la fe a los pueblos que visitó, sostuvo que la Iglesia en América Latina es “joven” y tiene “cierta frescura”. Es una Iglesia “también con cierta informalidad, no tan formal. Y también tiene una teología rica de búsqueda”. E insistió que “puede darnos mucho a nosotros”, especialmente a la tradicional Iglesia europea.
Las 10 mejores frases
Desde la agencia de noticias ZENIT, resaltan las siguientes frases de esta inolvidable visita Papal:
1. Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina (5 de julio 2015. Discurso a su llegada en el aeropuerto de Ecuador)
2. Ayudemos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor estatus, dinero, prestigio social. (7 de julio 2015. Discurso con el mundo de la escuela y de la universidad en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador)
3. Pensemos en la sociedad a través de estos valores sociales que mamamos en casa, en la familia: la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad. (7 de julio. Encuentro con la sociedad civil en Quito)
4. "Jesús nunca se saltea la dignidad de nadie" (9 de julio de 2015. Misa en la plaza del Cristo Redentor, Santa Cruz, Bolivia)
5. La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia del amor, el padecer con. (9 de julio de 2015. Encuentro con sacerdotes, religiosos/as, seminaristas en Santa Cruz, Bolivia)
6. “Pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. (9 de julio de 2015. II Encuentro Mundial de Movimientos Populares, Santa Cruz, Bolivia)
7. Los chicos son simples, son alegres. Eso es lo que quiere Jesús, que nos hagamos como los chicos. (11 de julio de 2015. Visita al hospital pediátrico Acosta Ñu, Asunción)
8. 'La corrupción es la polilla, es la gangrena del pueblo' (11 de julio de 2015. Encuentro con representantes de la sociedad civil, Asunción)
9. La fe nos hace prójimos, nos hace próximos a la vida de los demás. (12 de julio de 2015. Visita a la población del Bañado Norte de Asunción)
10. Hagan lío, pero también ayuden a arreglar y a organizar el lío que hacen. (12 de julio de 2015. Encuentro con los jóvenes en la Costanera, Asunción)
Actuall.com - 10.12.2015
Selfie del Papa Francisco y los jóvenes.
Han pasado 1.000 días han pasado desde que aquel 13 de marzo de 2013 el cardenal Tauran anunciara desde el balcón de la Basílica de San Pedro la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como Papa, que eligió como nombre Francisco. Desde ese momento, el Pontífice ha sido un “torbellino” llevando a cabo una actividad frenética y convirtiéndose en un auténtico fenómeno de masas.
El Papa Francisco en 8 claves
1. Un Papa de las periferias y para las periferias. “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo la geográficas, sino también las existenciales: las del misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y las de toda miseria”. Esta es una de las frases que, sin duda, ha marcado el Pontificado de Francisco. Esta idea la ha manifestado en repetidas ocasiones y ha actuado en consecuencia. Le gusta rodearse y estar con los últimos de la sociedad, con los marginados, pobres y olvidados y tener gestos con ellos. Por ello, en su primera Semana Santa decidió acudir a una cárcel para lavar los pies a los presos.
2. Una Iglesia menos europea y más universal. Una de las grandes diferencias con sus predecesores es que aunque la Iglesia es universal era muy “eurocéntrica”. Ahora sus mensajes van destinados más las poblaciones de esas “periferias”, algo que también se ha demostrado en sus viajes. Sus destinos han sido países pobres o en vías de desarrollo como su reciente viaje a África o sus estancias en Filipinas, Corea, Jordania, Cuba, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Sri Lanka, Turquía o Bosnia, entre otros. Fue a EEUU porque allí estaba convocado el Encuentro Mundial de las Familias y a Francia para dar un discurso en Estrasburgo.
Además, su primera salida de Roma fue precisamente a Lampedusa, la tristemente conocida isla a la que llegan cada año cientos de cuerpos de inmigrantes que intentan alcanzar Europa.
3. Empeñado en reformar la Curia. Francisco ha repetido muchas veces que los cardenales le eligieron Papa para que hiciera las ansiadas reformas en la Curia. Para ello, el conocido como G-8, un grupo de cardenales elegidos por él, han analizado la situación para proceder a unos cambios que ya se están dando para así eliminar la enorme burocracia creando dicasterios y fusionando otros. Al igual que le ocurrió a Benedicto XVI, no lo está teniendo fácil para acometer estos cambios y el Papa ya ha sido víctima de un nuevo Vatileaks con el robo de documentos reservados sobre estas reformas.
4. La batalla del Sínodo de la Familia. El Papa siempre ha apostado por la “parresía”, es decir, hablar claro. Para eso convocó dos Sínodos, uno ordinario y otro extraordinario, sobre la Familia. En ellos el Papa quería escuchar las posturas y se encontró con dos bandos complemente enfrentados. Por un lado los que pretendían defender la doctrina tradicional y por otro los que querían destruir lo que se había hecho hasta ahora inoculando el relativismo moral en las raíces de la Iglesia. Una batalla que se ha alargado en el tiempo y que ha tenido un gran eco mediático. Finalmente, la tradición venció la batalla.
5. Un colegio cardenalicio muy distinto. Durante su Pontificado ha creado ya 39 cardenales aunque también en este aspecto se han visto también los nuevos rumbos del Papa. Los purpurados que representan a la Iglesia son más diversos y ha disminuido el número de europeos y ha dejado sin el capelo a sedes tradicionalmente importantes mientras ha premiado a otras diócesis de las llamadas “periferias”. Así, ha creado cardenales a arzobispos de países como Haití, Tonga, Burkina Faso, Cabo Verde, Nicaragua, Vietnam o Etiopía. Mientras tanto, tres han sido españoles, el emérito Fernando Sebastián, Ricardo Blázquez (Valladolid) y José Luis Lacunza (arzobispo de David, Panamá).
6. Dos encíclicas firmadas de su mano. En el aspecto más magisterial, Francisco ha escrito en estos 1.000 días dos encíclicas. La primera de ellas, Lumen Fidei (La luz de la fe), fue firmada cuatro meses después de ser elegido Pontífice y aprovechó el texto realizado por Benedicto XVI añadiendo algunas consideraciones. La segunda, completamente propia, la tituló Laudatio si (Alabado seas) y está centrada en el cuidado del planeta tierra, parte importante de la obra creadora de Dios.
7. El Papa de la misericordia. Esta es otra de las palabras que más ha utilizado Francisco durante sus intervenciones. De hecho, aparece en casi todas. Así, cabe recordar una de estas citas cuando el Papa en una entrevista dijo: “La misericordia cambia el mundo, hace al mundo menos frío y más justo. El rostro de Dios es el rostro de la misericordia, que siempre tiene paciencia. […] Dios nunca se cansa de perdonarnos”.
Es tan importante para él que se conozca esto que ha convocado precisamente el Año Jubileo de la Misericordia (Leer también: 20 Tips sobre la misericordia) que comenzó el 8 de diciembre y que tendrá en el sacramento de la confesión su punto fuerte. Destaca el hecho de que durante este año santo se permitirá a todos los sacerdotes poder perdonar pecados como el del aborto, potestad reservada hasta ahora a los presbíteros designados por el obispo del lugar.
8. Un estilo sencillo que le ha convertido en un fenómeno de masas. Si hay un hecho que destaca del Pontificado de Francisco es haber conseguido acercar la Iglesia a los alejados puesto que su estilo sencillo pero directo, sus formas amigables y su frenética actividad le han convertido en un fenómeno mediático que ha levantado simpatía en todos los sectores, tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica.
ACI - 27.09.2015
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa
El Papa Francisco dirigió su último discurso en Estados Unidos ante el comité organizador del Encuentro Mundial de las Familias 2015, en el que agradeció la acogida brindada por este país y en el que renovó su deseo de que Dios bendiga a América. A continuación el texto completo de su despedida en el aeropuerto de Filadelfia:
Sr. Vicepresidente,
Distinguidas Autoridades,
Hermanos Obispos,
Queridos amigos:
Los días que he pasado con ustedes se me han hecho cortos. Pero han sido para mí días de mucha gracia y pido al Señor que también lo hayan sido para ustedes. Quiero que sepan que, ahora que me preparo para partir, lo hago con el corazón lleno de gratitud y esperanza.
Estoy muy agradecido a todos ustedes y también a todos los que se han empleado a fondo para hacer posible mi visita y preparar el Encuentro Mundial de las Familias. De manera particular, doy las gracias al Arzobispo Chaput y a la Arquidiócesis de Filadelfia, a las Autoridades Civiles, a los organizadores y a los muchos voluntarios y bienhechores que han colaborado de una u otra manera.
Gracias también a las familias que han compartido su testimonio durante el Encuentro. ¡No es nada fácil hablar abiertamente de la propia vida! Sin embargo, su sinceridad y humildad ante el Señor y ante cada uno de nosotros nos han hecho ver la belleza de la vida familiar en toda su riqueza y variedad. Pido al Señor que estos días de oración y reflexión sobre la importancia de la familia para una sociedad sana, animará a las familias a seguir esforzándose en el camino de la santidad y a ver a la Iglesia como su segura compañera de camino, independientemente de los desafíos que tengan que afrontar.
Al finalizar mi visita, quisiera también agradecer a todos los que han colaborado en la preparación de mi permanencia en las Arquidiócesis de Washington y Nueva York. Para mí fue especialmente emotivo la canonización de san Junípero Serra, que nos recuerda a todos nuestro llamado a ser discípulos misioneros. También lo fue la visita, junto a mis hermanos y hermanas de otras religiones, a la Zona Cero, lugar que nos habla con fuerza del misterio del mal. Sin embargo, tenemos la certeza de que el mal no tiene nunca la última palabra y de que, en el plan misericordioso de Dios, el amor y la paz triunfarán sobre todo.
Señor Vicepresidente, le pido que reitere al Presidente Obama y a los miembros del Congreso mi gratitud, junto con la seguridad de mis oraciones por el pueblo estadounidense. Esta tierra ha sido bendecida con grandes dones y oportunidades. Ruego al Señor para que ustedes sean administradores buenos y generosos de los recursos humanos y materiales que les han sido confiados.
Doy gracias al Señor porque me ha concedido ser testigo de la fe del Pueblo de Dios en este País, como ha quedado manifestado en nuestros momentos comunitarios de oración y se puede ver en tantas obras de caridad. Dice Jesús en las Escrituras: «En verdad les digo que cada vez que lo hicieron con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 24,40). Sus atenciones conmigo y su generosa acogida son signo de su amor y fidelidad a Jesús. Lo son también sus atenciones para con los pobres, los enfermos, los sin techo y los inmigrantes, su defensa de la vida en todas sus etapas y su preocupación por la familia. En todos estos casos se ve que Jesús está en medio de ustedes y que el cuidado de los unos por los otros es el cuidado con que tratan al mismo Jesús.
Ahora que los dejo, les pido a todos, especialmente a los voluntarios y bienhechores que han asistido al Encuentro Mundial de las Familias: No dejen que su entusiasmo por Jesús, por la Iglesia, por nuestras familias y por la familia más amplia de la sociedad se apague. Quiera Dios que estos días que hemos compartido produzcan frutos abundantes y permanentes; que la generosidad y el cuidado por los demás perduren. Y ya que nosotros hemos recibido mucho de Dios –dones concedidos gratuitamente, y no por nuestros méritos–, que también nosotros seamos capaces de dar gratuitamente a los demás.
Queridos amigos, los saludo a todos en el Señor y los encomiendo al cuidado maternal de María Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos. Los tendré presentes en mis oraciones a ustedes y a sus familias, y les pido, por favor, que recen por mí. Que Dios los bendiga. ¡Que Dios bendiga a América!
La siguiente anécdota escrita por Joaquin Navarro-Vals, médico y periodista español quien fue el portavoz del Vaticano durante 22 años en el pontificado de Juan Pablo II, conmemora la humanidad de este Santo, su amor por los jóvenes y defensor incansable de la vida y la familia.
***
Al final de un encuentro alegre, multitudinario y desbordante de ideas, una chica de 18 o 19 años lloraba sin recato, sentada en el césped. Estábamos en el inmenso parque Blonie de Cracovia, y Juan Pablo II abandonaba el palco. Cuando yo también me iba, vi a aquella muchacha, llorando a lágrima viva, sin pretender ocultarlo.
La pregunta era obligada: ¿por qué llorar en un momento tan bonito? Su respuesta, entre sollozos, fue: «Porque él es un santo, y yo soy un desastre».
He pensado muchas veces en aquella respuesta. Hay muchos modos de presentar el bien posible, el bien alcanzable, la ética de la existencia. Pero, con frecuencia, no se consigue comunicar la bondad. No se llega al centro de la persona. Se queda todo en la superficie. Se diría que las palabras acarician el pensamiento, pero sin «convencer». Sin poner en marcha la decisión interna de cambiar. No solo el deseo de «hacer algo nuevo», sino de «renovarse», de crecer, de salir de la rutina habitual.
Aquella muchacha que sollozaba lo había entendido. Había entendido las palabras de Juan Pablo II. Palabras que no eran conceptos abstractos, sino que la obligaban a examinar su existencia cotidiana.
No habían provocado rechazo, ni justificaciones ni un reflejo de autodefensa. Su llanto parecía expresar la alegría de quien ha descubierto que puede aspirar a lo mejor. Es más, que lo que hasta entonces había considerado «lo mejor», y que buscaba en lo efímero y epidérmico, en realidad no lo era.
Por eso, en el fondo, aquel llanto era el reconocimiento y el descubrimiento de una nueva ruta, que aquella joven estaba a punto de emprender. Y aquel comienzo alegre, al término de una jornada repleta de sentido, daba lugar a un saludo exquisitamente humano: las lágrimas.
¿Por qué los jóvenes amaban tanto a Juan Pablo II? La respuesta es muy sencilla: porque le entendían. Y, en consecuencia, le amaban.
Se lo he preguntado a jóvenes en muchos lugares: en Toronto, Buenos Aires, Tor Vergata, Manila, Santiago de Compostela… Y las respuestas, salvo ligeros matices, eran siempre las mismas: «Nadie, ni en mi familia, ni en mi escuela ni en mi ambiente, me había dicho lo que él dice. Y tiene razón». Curiosamente, las cosas que decía eran muchas veces opuestas a las modas culturales del momento. ¿Por qué, a pesar de eso, los jóvenes decían con tanta seguridad que «tiene razón»?
Hay «educadores» de una claridad extraordinaria a la hora de decir lo que no se debe hacer y lo que no se debe ser. Pero, en cambio, no logran esa claridad para definir o comunicar lo que se puede ser, o hacia dónde caminar si se quiere ser mejor. No invitan a caminar. La ética meramente negativa deja en el alma el cansancio. No entusiasma nunca.
Juan Pablo II era afirmativo, propositivo. No halagaba a los jóvenes con lisonjas gratuitas. Era exigente. Abría posibilidades arduas pero magníficas. Hablaba más de la belleza del amor humano que de los riesgos éticos de una sexualidad caprichosa.
Un gran comunicador
Casi nunca hablaba del egoísmo, sino, casi siempre, de lo hermoso que sería un mundo lleno de generosidad. Escuchándole, resultaba evidente que el único mundo posible era precisamente el construido pensando un poco más en los demás y un poco menos en nosotros mismos.
«Juan Pablo II sabía hacer simpática la virtud»
La expresión «Juan Pablo II, el gran comunicador» responde a la verdad, pero puede llevar a engaño. Era un gran comunicador no tanto por el modo de comunicar -en todo caso, espléndido-, sino por el contenido de lo que comunicaba. Comunicaba valores. Comunicaba objetivos. Por eso los jóvenes respondían a mi pregunta: «Él tiene razón». No se da la razón a una voz agradable ni a una magnífica forma expresiva. Se da la razón a quien dice la verdad. A quien afirma algo verdadero.
La raíz de aquella magnífica aceptación de las enseñanzas de Juan Pablo II por los jóvenes era que sabía hacer simpática la virtud. La hacía viva, apasionante, atractiva. Más todavía: necesaria. No se trataba nunca de declaraciones de principios, de fórmulas, de propuestas abstractas.
Cuando hablaba a los jóvenes daba un motivo para buscar la verdad y la bondad: el apasionante argumento de la vida verdaderamente humana. Y lo hacía mostrando la belleza de los valores, la atracción universal del bien. En sus diálogos con los jóvenes, el tema de fondo era siempre el de la verdad. La verdad de las cosas. La verdad que -a diferencia de la mentira- puede estar o no estar presente en la propia existencia.
Sabía poner frente a frente, en dos pinceladas, la endeblez de los sofismas engañosos y la solidez de las cosas verdaderas. Presentaba siempre juntos lo bello, lo bueno y lo verdadero, en una propuesta que podía llenar e incluso hacer desbordar la propia biografía. No solo explicaba lo que es la bondad, sino que enseñaba a ser bueno.
Los jóvenes se han preguntado siempre si es posible la relación con Dios. Juan Pablo II hacía ver que Dios no es un código de normas ni una creencia, sino una persona en la que creer, en la que esperar y con la que vivir un amor intenso, fiel y recíproco durante toda la vida.
A Dios se le puede entregar una vida entera. A un código moral, ni siquiera un día. El estilo extraordinariamente concreto de Juan Pablo II -que formaba parte de su modo de ser, directo e inmediato- se correspondía perfectamente con la esencia de su religiosidad cristiana, de su santidad de vida.
Ante los jóvenes, la coherencia entre lo propuesto y lo vivido adquiría una fuerza arrolladora. Los jóvenes veían que su modo de hablar de Dios brotaba de una experiencia personal, madurada a lo largo de toda una vida.
Juan Pablo II no recitaba páginas de un libro escrito por otra persona. Sus palabras tenían toda la sangre y toda la carne de un Papa que hablaba de Dios porque lo conocía y lo amaba. Los muchachos que le escuchaban captaban la verdad, la veracidad de su mensaje incluso cuando el tema era arduo, difícil de digerir o difícil de aplicar a la propia vida. Por eso, los jóvenes de Denver, de Dakar, de Santiago de Compostela, de Czestochowa decían convencidos: «Tiene razón…». Las diferencias geográficas eran irrelevantes. El diálogo del Papa con los jóvenes era siempre el mismo y siempre nuevo, permanentemente vivo e incisivo.
De ese modo, aquella juventud que llevaba como marca de nuestra época -quizá de todas las épocas- la rebelión, el rechazo automático del legado que ofrecen los padres y maestros, se rendía voluntariamente a un nuevo rostro de Dios: un Dios no amenazador sino Padre, cuyos rasgos descubrían en las palabras del Papa. Un Dios que -¡por fin!- iluminaba la propia existencia de tal modo que poniéndose ante él se podía decir con serenidad y sinceridad «… y yo soy un desastre».
Un abrazo en silencio
Los jóvenes hablaban con el Papa sin ningún pudor. Sabían que podían confiar en él. Recuerdo todavía el dramático testimonio de una muchacha de 14 años en Kampala. Había sido violada una noche cuando regresaba a la modesta cabaña de su familia en los arrabales de la ciudad. Poco después, como consecuencia de aquel brutal asalto, resultaba seropositiva.
Decía que no iba a vivir mucho tiempo. El Papa la llamó y la abrazó. Fue una de las pocas veces que su respuesta no fue captada por el micrófono, que él mismo había apartado. En aquel silencio, millares de jóvenes participaban, con la emoción y la plegaria, en el diálogo íntimo entre la joven y el Papa. Todos participaban en aquel abrazo que, en cierto modo, era un abrazo a cada uno. O, mejor dicho, un abrazo a las heridas que cada uno podía llevar consigo.
Estaba convencido entonces, y sigo estándolo hoy, de que el motivo de la extraordinaria relación de los jóvenes con Juan Pablo II es que veían en él la unidad, la coherencia, entre su mensaje fuerte y su propia vida personal.
Veían la autenticidad de su convicción. La evidencia de una dedicación total a lo que creía en su intimidad y que, por tanto, enseñaba después con palabras y gestos. Por eso convencía a los jóvenes. Porque veían en él el mejor testimonio vivo de lo que les decía.