Los amigos de los hijos: una influencia bien importante

Por LaFamilia.info


foto: freepik

Todos deseamos que nuestros hijos construyan amistades que les aporten valores a sus vidas, y no al contrario.

Es por eso que la amistad y las relaciones sociales, son una lección importante en el proceso formativo de los hijos.

Construir amistades verdaderas, sanas y sólidas, es posible mediante una educación adecuada en el hogar. A continuación te damos 5 premisas básicas que servirán de apoyo a los padres en este propósito:

1. Primero: que se quieran a sí mismos

Antes de enseñarles a entablar amistades y conservarlas, hay que buscar primero que los hijos tengan confianza en ellos mismos, que posean una autoestima sana y positiva, pues son los puntos de partida para establecer relaciones interpersonales con éxito. Éstas les ayudarán además a afrontar con entereza situaciones difíciles, como por ejemplo un rechazo o menosprecio de sus pares.

2. Darles la oportunidad de hacer amigos

“Es evidente que si los padres pretendemos que nuestros hijos aprendan a relacionarse, a tener amigos e integrarse en sociedad, hemos de darles la oportunidad de lograrlo, ya desde los más tiernos años de la infancia” señala Bernabé Tierno, sicólogo y escritor.

Quiere decir entonces que los padres debemos de animar a los hijos a crear lazos de amistad, en especial cuando tienden a ser tímidos o retraídos, aunque tampoco es conveniente forzarlos.

3. Transmitirles los valores y principios de la amistad

La amistad debe considerarse como un regalo y por eso debe estar basada en valores como son: ayuda desinteresada, capacidad de entender al otro, empatía, generosidad, respeto, confianza, sinceridad, lealtad, afecto, entre otros.

4. Conocer los amigos de los hijos

Es primordial desarrollar una relación cercana y armónica con los hijos, pues de esta manera se crea un ambiente de acogida para sus amigos. Invitarlos a casa o transportarlos a alguna actividad, son formas de estar al tanto de los amigos.

Este contacto es vital, pues así los padres podemos indagar y conocer a fondo las posibles influencias que se están ejerciendo sobre los hijos. Lo ideal además, es conocer a las familias. No hay que convertirse en íntimos amigos, pero sí tener algún acercamiento para saber si las actitudes y preferencias como padres son compatibles con las propias.

5. Enseñarles a establecer un criterio propio

Los amigos son una elección, es decir, cada quien está en libertad de establecer un vínculo con una persona o con otra. En estas decisiones hay mucho en juego, pues una amistad puede llegar a ser tan influyente, que puede determinar el rumbo de una vida. De ahí la importancia de enseñarles a los hijos a formar un criterio propio desde la niñez, el cual cobrará más importancia en la adolescencia. Esta es la mejor herramienta que tendrán los chicos para identificar las amistades que les beneficiarán o les perjudicarán.

Qué hacer cuando “no me gustan los amigos de mi hijo”

Los padres estamos en nuestro deber de informarles a los hijos cuando consideramos que una amistad no les es conveniente, pero debemos manejar la situación con inteligencia y delicadeza. El sitio padresonones.es expone los siguientes consejos:

– Ante todo hay que diferenciar los amigos que no nos gustan por juicios sin información objetiva de los que realmente ejercen una mala influencia. Amistades negativas son aquellas que contradicen con su ejemplo los valores que los padres les están enseñando, les inducen a un comportamiento inadecuado o les manipulan y presionan. Si la educación de nuestro hijo hasta el momento de su adolescencia, ha sido a través de un camino de valores y buenas acciones, tendrá una base sólida, y menos manipulable, aunque eso no garantice la influencia por parte de sus amigos.

– Cuando los niños son pequeños es más fácil hacer que cambien de amistad. Basta modificar sus hábitos para que entable nuevas relaciones, pero en la adolescencia la situación es diferente.

– No criticar a los amigos, ya que así se refuerza la actitud del hijo, que no dudará en defenderles. Es mejor cuestionar actitudes concretas y no hay que olvidar que es mejor la persuasión que la prohibición.

– También ayuda conocer la relación de amistad. En ocasiones la mala influencia se deba a una falta de confianza en sí mismo. En ese caso en lugar de insistir en que deje a ese amigo, es mejor reforzar su autoestima para evitar que sea fácilmente manejable.

– La comunicación es la base para evitar problemas. En momentos de conflicto, es importante dialogar con ellos sobre situaciones de riesgo, pero evitando sermones. Comunicarse es la mejor forma de que escuchen y sigan nuestras orientaciones.

– La mejor prevención es sin duda una buena relación familiar que favorece que el niño confíe en sus padres y sea menos manipulable por su entorno.

– Es también positivo promover diversos grupos de amistades, de forma que sea más difícil que se dejen llevar por las presiones de un grupo concreto. En un momento en el que un amigo ejerza una mala influencia, otro amigo podrá contrarrestarla.

Los padres no pueden desligarse de este tema, deben acompañar a sus hijos en todo el proceso, con amor, autoridad y dedicación, seguramente lo lograrán.

 

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