¿Qué ejemplo le das a tus hijos?

Por LaFamilia.info – 06.04.2015 

ejemplo

Muchas veces los padres reprochan el comportamiento de sus hijos, pero nos hemos puesto a pensar, ¿dónde o de quién aprendieron esa conducta?, ¿podría ser en nuestro propio hogar?

 

No cabe ninguna duda que la mejor forma de educar es a través del ejemplo, pero pareciera que algunas veces no somos tan conscientes de ello, pues olvidamos que permanentemente estamos siendo observados por nuestros hijos.

 

El mayor deseo de un padre, es que sus hijos sean personas rectas e íntegras, por eso las incesantes enseñanzas sobre valores y virtudes, las cuales requieren ser reforzadas con grandes dosis de buen ejemplo, de lo contrario, será difícil que los hijos interioricen las normas o acaten los llamados de atención.

 

Aprendizaje por imitación

 

Todo proceso educativo se encuentra constituido por una parte de comunicación verbal y otra de no verbal. Ambas igualmente importantes, pues una sirve de soporte a la otra y viceversa. Así surge el aprendizaje por imitación, una de las vías más utilizadas por el cerebro humano durante las primeras edades.

 

El niño hace un permanente y exhaustivo trabajo de observación de lo que a su alrededor se encuentra, sea positivo o negativo, para luego repetir la información que ha absorbido; de ahí que el buen o mal ejemplo de los padres sea tan determinante.

 

Predicar con el ejemplo

 

El ejemplo es la conducta que sirve de modelo para que otros asimilen una lección. Es la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, su gran influencia en la transmisión de normas y valores, lo convierten en una de las claves de la formación de los hijos. Su efecto es tan arrollador, que puede echar al piso todas las buenas intensiones de un solo tiro.

 

Una situación cotidiana de cualquier familia, puede ser aquella cuando se presenta rivalidad entre hermanos, en la que los padres deben intervenir y darles a sus hijos una plática sobre el buen trato que debe haber entre ellos. No obstante, estas palabras caen en saco roto, cuando una vez culminada la conversación, los padres se agreden e irrespetan entre sí.

 

Por tanto, poco o nada sirven las charlas y sermones que no van de la mano de actos acordes a lo que se predica. Los hijos necesitan ver en sus referentes principales -los padres-, modelos que sirvan de inspiración, para poder así validar las enseñanzas que se les brindan. Cuando esto no sucede, se despierta en los chicos una postura crítica y/o rebeldía, debido a que no hallan relación alguna entre lo que se les reclama y lo que observan.

 

De esta manera, se dice que enseñar mediante el ejemplo, puede implicar mayor esfuerzo por parte de los educadores, ya que hablar es relativamente fácil, de cierta forma las palabras son “libres”, pero los actos no.

 

Tampoco ha de presumirse que los padres sean seres perfectos, ajenos a las equivocaciones. La misión del ser humano es buscar su propia realización personal sin percatarse de que otros lo tengan en la mira, es más una cuestión de rectitud. Lo mismo sucede con el ejemplo que se le debe proveer a los hijos, no se hace para que ellos crean que sus padres son superhéroes, sino para que imiten las bondades que los llevarán a actuar y proceder positivamente ante diferentes situaciones que la vida los pondrá a prueba. De otro lado, también es muy sabio aceptar los errores y disculparse ante los hijos, además hacerles expresa la decisión de remediar la falta. Esto les enseña el valor de la humildad y en ningún momento se ve perjudicada la autoridad.

 

10 puntos en los que los padres deben dar ejemplo

 

El buen ejemplo es el gran aliado de los padres a la hora de emitir conceptos y enseñanzas, para ello Francisco Gras, autor de Micumbre.com propone los siguientes puntos:

 

1. En el cuidado, respeto y cariño demostrado a sus padres (abuelos).

2. En las exquisitas relaciones con su esposa e hijos.

3. En su comportamiento de visión y liderazgo familiar, religioso y social, a plazo corto, medio y largo.

4. En su comportamiento con los amigos y con la sociedad.

5. En su comportamiento cívico al respetar las leyes y las costumbres de donde se vive.

6. En su comportamiento espiritual y en el ejercicio de las virtudes y valores humanos.

7. En su continua formación humana, profesional e intelectual.

8. En el mantenimiento responsable de su salud.

9. En su entrega a los demás.

10. En la forma de hacer negocios o cumplir con sus obligaciones laborales y profesionales.

 

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