
¿Qué hace a los hijos caprichosos?
En realidad nadie nace caprichoso, es la educación recibida la que permite o motiva de algún modo, a que los hijos desarrollen este tipo de comportamientos. Concretamente las siguientes actitudes de los padres conducen a que los hijos se vuelvan caprichosos: la sobreprotección, impedir o resolverles la mayoría de los problemas, evitarles cualquier esfuerzo o responsabilidad y ser demasiado complaciente con sus deseos.
De igual manera, Francisco Gras desde su blog Escuela de Padres agrega lo siguiente: “Las actitudes egoístas, perezosas, pasivas y poco colaboradoras de algunos hijos, que solamente hacen lo que les gusta o les apetece, pueden ser la consecuencia de tener o haber tenido todo y más que lo necesario, sin haber hecho nada para conseguirlo. No han debido entender, que quien quiere algo debe esforzarse para conseguirlo, para no crecer como personas infantiles, egocéntricas y caprichosas.”
Señales de un niño caprichoso
Los autores Ma Ángeles Pérez y Francisco Javier Rodríguez, describen a continuación algunas de las conductas caprichosas y perezosas que deben atenderse a tiempo:
- El niño o joven intenta salirse con la suya y se queja con frecuencia. Usa expresiones como: es una injusticia, no hay derecho, no es culpa mía...
- Sólo come algunas cosas que le gustan, y en ocasiones abusa de ellas.
- No tiene en cuenta las normas de convivencia y de educación.
- No obedece si no es en última instancia, y con frecuencia por temor a consecuencias mayores.
- No hace sus tareas escolares con esmero, incluso procura eludirlas.
- Ante sus pertenencias y las de los demás, muestra descuido y desorden.
- Suele ser impuntual tanto para empezar como para finalizar. Al hacerlo así actúa de forma desconsiderada con los que le esperan.
- No tiene en cuenta a los demás, sino que su conducta se rige por la atracción que supone lo que esté haciendo o la repulsa que le suponga lo que va a hacer.
¿Qué hacer ante un hijo caprichoso?
Lo primero y más importante: darse cuenta de que el hijo es caprichoso, y que algunas actitudes propias han incitado a que esto ocurra. Reconocer que ha fallado, no lo convierte en un mal padre, todo lo contrario, de los errores salen grandes aprendizajes y versiones mejoradas.
El paso a seguir sería preguntarse y analizar: “cuándo, dónde, cómo, cuánto, por qué y para qué los hijos son caprichosos. Sus respuestas les servirán para encontrar soluciones que ayuden a modificar el comportamiento caprichoso de los hijos” recomienda Francisco Gras.
Un niño caprichoso será un adulto con muchas dificultades. Es importante atender estas señales y tomar correctivos. Una intervención a tiempo puede cambiar el rumbo de todo.