Un estudio realizado por las universidades de Washington, Florida y Michigan, concluyó que consultar el smartphone antes de dormir, reduce las horas de sueño de los trabajadores y los hace menos productivos.
Este informe, publicado por el Wall Street Journal, es el resultado de dos encuestas, las cuales se realizaron a un grupo de trabajadores. En la primera se les cuestionó a primera hora de la mañana cuántas veces consultaron su móvil desde las nueve horas de la noche anterior, cuántas horas habían dormido y, además, qué tan concentrados se sentían en ese preciso momento.
Ahí fue cuando los investigadores se dieron cuenta de que el uso del celular a última hora del día conlleva una reducción de las horas de sueño. Además encierra a los trabajadores en un efecto dominó que los hace despertar de peor humor y estar menos concentrados durante toda la jornada laboral.
Respecto al segundo estudio consistió en determinar de qué forma el uso del smartphone podía repercutir en el sueño y en el rendimiento de la jornada laboral del día siguiente.
En entrevista con yoinfluyo.com, Nayeli Ortiz Landa, consultora en Tecnologías para el Hogar señaló que este efecto dominó es un problema cada vez más común, “el uso de dispositivos, ya sean teléfonos inteligentes, tabletas o computadoras cada vez es más desmedido, su amplia gama de aplicaciones hace que nos aferramos a ellos y si le sumamos su uso por asuntos laborales la situación se complica”.
Sobre el estudio, la especialista refirió que el problema no detona únicamente por los teléfonos celulares, ya que todo dispositivo de mismas características es causante de, “los celulares siempre están a la mano, muchos tenemos el mal habito de dar una ‘última’ revisada a nuestros correos o redes sociales antes de dormir y es ahí donde nos clavamos, algunos dedican horas a sus asuntos previo a dormir y eso hace que pierdan horas para descansar, al día siguiente el resultado se manifiesta y si esto pasa a diario estamos hablando de un verdadero problema laboral y en cuestión de salud”.
Recomendó apagar el teléfono antes de dormir y guárdalo en un cajón, “dormir es muy sano, no podemos limitarnos a esta necesidad por nada. Mejor organicémonos en el día y no pongamos de pretexto los asuntos laborales, despégate poco apoco del teléfono antes de dormir y trata de evitar ese mal hábito”.
Cabe señalar que éste, no es el único estudio que lo afirma, ya que en Dinamarca, un grupo de alumnas comprobó los efectos de las ondas de la conexión WiFi al descubrir que dormían menos cuando lo hacían con sus teléfonos junto a la almohada.
Otro estudio anterior es el de Leslie Perlow, profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, quien investigó con un grupo de ejecutivos a los que se les impuso la rutina de desconectar regularmente, demuestran que quienes descansan por completo de sus tareas de trabajo a última hora del día, se sienten más interesados por su trabajo y más satisfechos tanto personal como profesionalmente.
La salmonelosis es una de las infecciones alimentarias de más relevancia a nivel mundial, y suele presentarse con mayor frecuencia en el verano, puesto que las altas temperaturas incrementan su aparición. Esto pone en alerta a los países que ahora pasan por el tiempo más caluroso del año, aunque las precauciones no deben obviarse en las demás épocas.
Adicional a las altas temperaturas, existen otros factores que dan lugar a la formación de la salmonella, como es la falta de higiene en la cocina y la inadecuada manipulación de los alimentos. Además se estima que el 50% de las infecciones ocasionadas por esta bacteria, se producen en el hogar. De ahí la necesidad de conocer el tema y tomar medidas de precaución.
Qué es y cómo se manifiesta
La salmonella es la responsable de casi la mitad de los casos de infecciones de origen alimentario que se diagnostican en los hospitales. Ancianos y niños pequeños son los grupos de mayor riesgo.
Este microorganismo se adapta fácilmente en el organismo tanto de los animales como del ser humano. Cuando llega al intestino de cualquier individuo puede colonizarlo, da lugar a una infección o llega a un equilibrio con otros microorganismos intestinales, sobrevive y se multiplica en los restos de alimentos, que pasarán por el tubo digestivo.
Si se produce la infección, aparecen una serie de síntomas indicativos del proceso. En primer lugar, durante el período de incubación, comprendido entre 24 y 48 horas, la persona afectada sufre vómitos, diarrea y fiebre elevada que puede superar los 40º C. La diarrea presenta un color verde debido a que no se metabolizan los ácidos biliares.
Higiene para prevenir la salmonelosis
Lavarse las manos de forma intensa con agua y jabón abundantes tras la utilización del baño, antes y después de manipular alimentos o de cambiar de actividad, es un factor fundamental en la prevención de los peligros alimentarios. No hay que olvidar, por otra parte, que durante la manipulación, la contaminación puede proceder de los propios manipuladores, pero también de los alimentos que se procesan. Cualquier resto orgánico puede constituir un vehículo de diseminación o de multiplicación de este patógeno.
Por ello, es recomendable que se protejan las fosas nasales y la boca con mascarillas y el cabello con gorros adecuados, sin olvidar que estos elementos tienen que cambiarse con frecuencia.
Precauciones
- Adquirir siempre alimentos de calidad en establecimientos de confianza, prestando especial atención a su correcto almacenamiento así como al etiquetado, que proporcionará una valiosa información sobre la composición, conservación y uso del producto.
- Temperatura y tiempo son determinantes. Cuando la salmonella llega a los alimentos puede multiplicarse a una velocidad muy elevada; su número puede duplicarse cada 15 o 20 minutos si la temperatura es superior a 20º C. Es por ello que si los alimentos no se refrigeran rápidamente, el microorganismo se multiplicará, con el consiguiente riesgo para los consumidores. Por eso es determinante no romper la cadena del frío, congelar rápidamente los alimentos y dar especial atención a los tratamientos culinarios sin calor, es decir que son consumidos en frío.
- Respecto a los huevos. Es uno de los alimentos que más se relaciona con la salmonella. Lo que ocurre es que las gallinas, al igual que otros animales, son portadoras. Si la cáscara está contaminada, la bacteria puede pasar al producto tras romper el huevo y contaminar los productos que se elaboren con él. Por eso deben adquirirse siempre con la cáscara intacta, nunca rota, agrietada o manchada con restos de heces. Es importante no lavar los huevos antes de almacenarlos, ya que su cáscara es porosa y podrían entrar microorganismos en el interior.
- Limpiar utensilios, tablas, superficies y manos al cambiar de un tipo de alimento a otro o de uno crudo a otro cocinado.
- Cambiar a menudo de trapo o utilizar papel desechable.
- Organizar la nevera. Almacenar los alimentos preferiblemente envasados, colocando los cocinados en la parte superior y los crudos abajo.
- Elegir materiales y utensilios de fácil limpieza y desinfección.
- No recontaminar los alimentos listos para consumo a través de utensilios, alimentos o manos contaminados.
- El manipulador puede ser también portador de salmonella (sintomático o asintomático) y se convierte en un peligroso foco de infección. Debe evitarse procesar alimentos en caso de sufrir cualquier síntoma y mantener siempre una rigurosa higiene personal.
- Lavar muy bien los alimentos de consumo crudo (verduras, hortalizas y frutas), es aconsejable dejarlas en remojo en un recipiente con unas gotas de jabón apto para la desinfección de alimentos, y luego enjuagarlas generosamente con agua potable.
- Cocinar muy bien las carnes. La salmonella se elimina en las altas temperaturas (más de 70°C), lo que implica asar o freír bien las carnes de pollo, res y cerdo. Y consumir de inmediato.
- No prolongar excesivamente el almacenamiento de alimentos perecederos y nunca a temperaturas templadas. Deben mantenerse bien calientes o refrigerados hasta su consumo, que deberá ser lo antes posible. Si no se prevé un consumo inmediato, deberá congelarse rápidamente.
Hay que apelar al sentido de responsabilidad de los manipuladores de los alimentos y de las personas que cocinan en sus casas, ya que la mayor parte de los casos clínicos tiene su origen en el hogar. Esto nos indica que hay que extremar también las condiciones higiénicas en el ámbito doméstico, incrementando las acciones de información y formación de los consumidores.
Fuente: Consumer
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Foto: Freepik
Estamos convencidos que si adquirimos hábitos de vida sana -hacer ejercicio, alimentarse adecuadamente, no fumar, etc.- estamos haciendo mucho por nuestra salud; ¿pero dónde quedan las emociones negativas? ¿Pueden ser perjudiciales?
No siempre somos conscientes de la repercusión que tiene en nuestras vidas el cultivo constante de emociones negativas, como son el pesimismo, el rencor, el odio, el resentimiento, la ira, la desesperación, la desilusión, el mal humor, la tristeza, el estrés excesivo... Por eso nos dimos a la tarea de averiguar de qué forma puede impactar en la salud los estados emocionales, y esto fue lo que encontramos.
Conexión mente-cuerpo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que más del 90% de las enfermedades tienen un origen psicosomático, lo que quiere decir que un proceso de origen psíquico, tiene influencia en lo corporal.
La medicina reconoce por lo tanto, que las emociones positivas potencian la salud, mientras que las emociones negativas tienden a disminuirla. Especialistas de la Universidad Complutense de Madrid explican lo siguiente: “Cuando nos encontramos bajo estos estados emocionales negativos -periodos de estrés-, es más probable desarrollar ciertas enfermedades relacionadas con el Sistema Inmune (como la gripe, u otras infecciones ocasionadas por virus), o adquirir determinados hábitos poco saludables, que a la larga pueden minar la salud. En cambio, el buen humor, la risa, la felicidad, ayudan a mantener e incluso recuperar la salud.” [Emociones negativas -ansiedad, depresión e ira- y salud, por Antonio Cano Vindel y Juan José Miguel Tobal].
Igualmente Daniel Goleman, gran estudioso de la inteligencia emocional, ilustra lo que ocurre cuando una persona se enfurece en repetidas ocasiones: “Cada episodio de ira añade una tensión adicional al corazón, aumentando su ritmo cardíaco y su presión sanguínea. Cuando esto se repite una y otra vez, puede causar un daño, sobre todo debido a la turbulencia con que fluye la sangre a través de la arteria coronaria, con cada latido se pueden provocar microdesgarramientos en los vasos, donde se desarrolla la placa. Por eso, si su ritmo cardíaco es más rápido y su presión sanguínea más elevada como resultados de frecuentes estados de ira, tendrá mayor probabilidad de sufrir una enfermedad coronaria.” (De lo psicológico a lo fisiológico en la relación entre emociones y salud – Revista PsicologiaCientifica.com)
Emociones que nos hacen bien
La otra cara de la moneda es mucho más prometedora. Las emociones positivas son aquellas que generan una experiencia agradable, como la alegría, la felicidad o el amor. De ahí que sonreír, ser positivo frente a la vida, tener buen humor, no dramatizar las dificultades, dominar la ira y permanecer sereno, sean blindajes muy efectivos contra las enfermedades.
El Dr. Ignacio Morgado, de la Universidad Autónoma de Barcelona, dice que “las emociones positivas mejoran el sistema inmunológico, reducen el estrés, nos hacen sentir mejor en general.” Incluso, la Dra. Karina Davidson, del Centro Médico de la Universidad de Columbia asegura que tener una actitud alegre reduciría el riesgo de padecer enfermedades cardíacas hasta un 22%. “Esto se debería a que la gente positiva padece menos estrés, por lo que suelen tener una presión arterial y un ritmo cardíaco saludables”. (15 formas en que las emociones afectan tu salud – Salud.univision.com)
Asimismo, las emociones positivas por lo general van acompañadas de hábitos de vida sana que mejoran el bienestar físico y mental.
Todo depende del “cómo”
Algo importante que vale aclarar, es que las emociones hacen parte de la vida, pues surgen como respuesta a las situaciones que a diario se presentan, la clave está en saberlas manejar, puesto que los problemas de salud no son producidos por las situaciones como tal, sino por la forma o la actitud con la cual se afrontan. Por este motivo es que los médicos explican que las características de la personalidad, y la manera de combatir el estrés, los conflictos, fracasos y frustraciones pueden potenciar o desarrollar diversas enfermedades.
En resumidas cuentas, acumular emociones negativas debilitan y afectan el bienestar. Esto nos hace más vulnerables a las enfermedades. Por eso hay que cultivar mejor las emociones que benefician nuestra salud, y suprimir de nuestras vidas aquellas que nos intoxican.
Por LaFamilia.info
Se acabaron las comilonas de navidad, los excesos de vacaciones y las reuniones de fin de año. Es hora de tomar medidas y recobrar los sanos hábitos de alimentación; más que por estética, por salud. Estas son las recomendaciones a seguir:
La motivación, la constancia y el apoyo de la pareja aumentan las posibilidades de éxito cuando se intenta bajar de peso y mejorar la alimentación. Así lo señala un reciente estudio llevado a cabo por la doctora Megan Lewis, del Instituto Research Triangle. El dato resulta de gran interés, ya que en la actualidad existen cerca de 1.600 millones de adultos con sobrepeso, de los cuales 400 millones son obesos.
Según este estudio, las personas casadas que asisten juntas a un programa para adelgazar logran sus objetivos mucho mejor que las personas que lo hacen en solitario. En concreto, se comprobó que los matrimonios lograban perder más kilos, llevar una dieta más sana, mejorar más su presión arterial, aumentar más el consumo de vegetales, disminuir más el consumo de proteínas ricas en grasas y consumir menos comida rápida. Y que los hombres parecen beneficiarse más que las mujeres, en particular, al mejorar más su actividad física.
La pareja, un motivo de peso para adelgazar
Para las personas con sobrepeso u obesidad, un motivo de peso para perder esos kilos de más es recuperar su relación de pareja, tal como reflejan los estudios que analizan la motivación para adelgazar de las personas. Un ejemplo es la investigación realizada por la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, que destaca entre los motivos para adelgazar, el de sentirse cómodo al relacionarse con los demás, y por supuesto el mejorar la relación con la propia pareja, esposo o esposa.
La pareja nos puede ayudar a lograr el objetivo de adelgazar. Pero, además, el hecho de bajar de peso, mejorar la conducta alimentaria, la relación con los alimentos y la actividad física supondrá una mejoría en la relación de pareja. Así, puede decirse que el beneficio es bidireccional, o que el beneficio se multiplica, porque uno ayuda al otro, el otro se beneficia de esta ayuda, la relación entre ambos se beneficia y el que ayuda termina beneficiado también.
Dos consejos para adelgazar en pareja
Repartirse las tareas. Hay muchos frentes que abordar en el tratamiento de la obesidad o el sobrepeso. Por lo tanto, conviene que la pareja se distribuya las responsabilidades. Uno puede encargarse de controlar la compra, plantear los menús y proponer lo que se come cada día, mientras que el otro puede proponer un plan de ejercicio para ambos y planificar las actividades de ocio del fin de semana para evitar la TV y el apoltronamiento en casa.
Tener el apoyo de un profesional. Además del trabajo de pareja es conveniente el apoyo de un profesional que oriente las decisiones que se toman y supervise el control semanal o quincenal en la báscula, que hace mantener la motivación.
Con el correr de los años, el cerebro también va perdiendo su capacidad productiva, y si no se entrena comienza a fallar. El neurocientífico estadounidense Larry Katz, autor del libro “Mantenga vivo su cerebro”, creó la llamada “neurótica”, es decir, una rutina de ejercicios especiales para el cerebro.
El desafío de la neurótica es hacer todo lo contrario a los actos automáticos, obligando al cerebro a un esfuerzo adicional, algunos ejemplos:
1. Use el reloj en el brazo contrario al que lo usa habitualmente.
2. Camine de adelante hacia atrás por su casa.
3. Vístase con los ojos cerrados.
4. Estimule el paladar probando comidas diferentes.
5. Lea o vea fotos al revés, concentrándose en detalles en los cuales nunca había reparado.
6. Ponga el reloj ante un espejo para ver la hora al revés.
7. Cambie el mouse de la computadora para el otro lado del teclado.
8. Escriba o cepíllese los dientes usando la mano menos hábil.
9. Camino al trabajo o a un lugar adonde va con regularidad, haga un trayecto diferente al habitual.
10. Redacte, al final del día, una lista con los nombres de las personas con las que conversó ese día.
11. Hojee alguna revista y busque una foto que le llame la atención. Luego piense 25 adjetivos que crea que describen la imagen o tema fotografiado.
12. Cuando vaya a un restaurante, intente identificar los ingredientes que componen el plato elegido, y concéntrese en los sabores más sutiles.
13. Al entrar a un salón muy concurrido, intente calcular cuántas personas están del lado derecho y cuántas del lado izquierdo. Fíjese en los detalles de la decoración y enumérelos con los ojos cerrados.
14. Seleccione una frase de un libro e intente formar una frase diferente usando las mismas palabras.
15. Pruebe jugar a algún juego que nunca antes haya practicado.
16. Compre un rompecabezas e intente encajar las piezas correctas lo más rápido posible. Repita el ejercicio para ver sus progresos en velocidad.
17. Trate de memorizar la lista de compras.
18. Consulte el diccionario y aprenda una nueva palabra por día, e intente usarlas en sus conversaciones diarias.
19. Escuche las noticias de la radio y la televisión en cuanto se despierte y, más tarde, haga una lista con las cosas más importantes.
20. Al leer una palabra, piense en otras cinco que comienzan con la misma letra.
Además de los trastornos ya conocidos como la anorexia, ortorexia y bulimina, han aparecido nuevos desordenes de la conducta alimentaria que tienen atrapados a algunos los jóvenes, quienes con tal de atender las exigencias de la sociedad, hacen hasta lo imposible para lograr el cuerpo soñado.
Antonio Villarino Ruiz, doctor en Ciencias Químicas y catedrático de Bioquímica en la Universidad Complutense de Madrid donde ejerce como profesor de Nutrición, realiza una panorámica sobre estos trastornos en su manual Controversias sobre los trastornos alimentarios que publicó el Instituto de Trastornos Alimentarios de Barcelona. El especialista considera que “nuestro ritmo de vida actual, reñido con buenas pautas alimentarias, y los modelos estéticos impuestos, nos precipitan a una situación cada vez más grave y difícil”.
Por eso la necesidad de fortalecer el carácter y la voluntad en los hijos, además fomentar su autoestima, autoaceptación y seguridad propia; todo esto acompañado de hábitos saludables que deben impartirse en el hogar.
Es importante también que los padres estén informados sobre los trastornos actuales con el fin de estar alertas a posibles síntomas en los hijos. El experto hace alusión a los siguientes:
Permarexia
Trastorno de la alimentación relativamente moderno donde la persona piensa que todo lo que come engorda y eso le lleva a probar diferentes dietas, muchas de ellas poco saludables, las llamadas “dietas milagro”. Hay expertos que consideran que es el paso previo a la anorexia o a la bulimia. Se trata de un trastorno típicamente femenino presionado por los cánones de belleza actuales dominados por la figura esbelta.
Algunos de sus síntomas:
- Contar calorías constantemente o mirar las etiquetas nutricionales de forma obsesiva son algunos de los síntomas.
- Consumo constante de suplementos polivitamínicos, diuréticos o alimentos dietéticos, como productos milagro.
- Si se han hecho más de tres dietas al año para bajar de peso la situación es preocupante.
- Fluctúan de peso constantemente. Aparecen las “dietas yoyo” en las que el individuo gana al final más peso del que pierde, lo que se llama efecto rebote.
- A diferencia de la ortorexia (obsesión por la comida sana), estas personas se obcecan por el contenido calórico sin importarles las características nutricionales de los alimentos.
Bulimarexia
Es un proceso que alterna situaciones de hiperactividad y negaciones a comer, típicas de la anorexia, con atracones y purgas clásicas de la bulimina. Las mujeres jóvenes suelen ser las más afectadas.
Sequedad en la piel, trastornos hormonales y cardiopatías son los problemas que aparecen en los primeros estadios de esta conducta. La presión social, las modas y la personalidad del individuo son los factores desencadenantes.
Potomanía
Deseo frecuente de beber gran cantidad de líquido de forma compulsiva y sensación de placer. También denominada polidipsia psicológica. A veces se asocia a la anorexia ya que beben agua para tener sensación de saciedad.
Superar los 4 litros diarios puede llevar a una hiperhidrosis grave en especial si se hace en un corto periodo.
Drunkorexia - Ebriorexia
Es un trastorno que crece entre los jóvenes; la idea es no comer para poder seguir bebiendo. La drunkorexia es una enfermedad que mezcla la anorexia y el alcoholismo.
Los afectados reemplazan las calorías de la comida por las que aportan las bebidas.
Suelen estar muy informadas de la cantidad de calorías de los alimentos y de las bebidas, pero no conocen la proporción y equilibrio de los nutrientes.
Diabulimina
Trastorno de la conducta que se gesta en personas recién diagnosticadas de diabetes tipo 1 y que requieren tratamiento crónico con insulina.
La pérdida de peso como consecuencia del desequilibrio hormonal antes del diagnóstico y la recuperación posterior del peso gracias a la dieta y a la insulina, puede llevar a algunas personas a rebajarla dosis de insulina para bajar kilos.
Con los niveles de glucosa elevados en sangre, la aparición de una cetoacidosis diabética es muy probable y hay riesgo de un coma, además de problemas neuropáticos, afectación en ojos, fallos renales…
No aparecen vómitos ni atracones como en la bulimia.
Sadorexia
También se conoce a este trastorno como “dieta del dolor”. Procede de la anorexia, bulimia y ortorexia combinado con un maltrato corporal y empleo de métodos de adelgazamiento masoquistas. Se emplea para llegar a una delgadez extrema con consecuencias catastróficas.
Perfil: personas con baja autoestima, deprimidas, que buscan la perfección y desean alcanzar lo imposible, lo que les puede llevar a la muerte.
Síndrome del comedor nocturno
Se caracteriza por la ingesta por la noche de más del 25% del total de calorías que hay que tomar a diario, falta de sueño y anorexia matutina, poca o nula ingesta de alimentos en el desayuno.
- A la anorexia matutina le acompaña una hiperfagia (comer en exceso) en la tarde-noche con alta ingesta calórica después de la cena.
- Ansiedad y tensión a la hora de ir a dormir.
- No conlleva los efectos de la bulimia (vómitos, laxantes, diuréticos) o del trastorno por atracón (las tomas son pequeñas cantidades).
- Se da en personas con baja autoestima y depresión y se puede considerar también un trastorno del sueño, además de ir unido al síndrome de piernas inquietas, apnea y sonambulismo, incluso puede acarrear un aumento de peso.
Síndrome del descontrol alimentario
Es una forma incompleta de bulimia. Se trata de atracones pero sin conductas compensatorias o purgativas y con menos alteración perceptiva del propio cuerpo. Más común entre mujeres jóvenes, también en personas obesas.
- Se relaciona la ingesta rápida de una cantidad de alimento importante con una sensación de falta de control. Varias veces por semana.
- No se realizan prácticas purgativas.
- Se come sin hambre hasta sentirse desagradablemente lleno y se hace a solas por vergüenza, depresión o sentimiento de culpa.

A pesar de que pueda existir una predisposición genética para padecer de Alzheimer, esta es una enfermedad para la cual puede existir prevención.
Este molesto síndrome que afecta a cientos de personas, se puede aprender a manejar si se adquieren algunos hábitos y se evitan otros. Estas sugerencias pueden ayudar a quienes padecen esta enfermedad.
El Síndrome del Intestino Irritable es una dolencia muy común y ocurre con más frecuencia en las mujeres, también se conoce como síndrome del intestino funcional, colon irritable, y colon espástico. Los síntomas más comunes son el dolor y distensión abdominal, diarrea o/y estreñimiento, malestar después de comer, gases y náuseas; los cuales suelen manifestarse de forma continuada.
Cuando se presentan estos síntomas, lo más recomendable es acudir al especialista para confirmar el diagnóstico o de lo contrario encontrar la causa del padecimiento, sin embargo, hay unas recomendaciones que los médicos hacen y que en algunos casos bastan para sentir alivio, estas son:
Comer poco y varias veces al día. Pasar largos periodos sin ingerir alimentos, genera gases, malestar y acidez estomacal, por eso las personas con esta enfermedad deben aprender a comer varias porciones al día en pequeñas cantidades, de esta manera el sistema digestivo trabaja continuamente y se acelera el metabolismo. Es importante además llevar unos horarios fijos, es decir comer a las mismas horas y nunca saltarse las comidas principales.
Ojo con la lactosa. Es posible que colon irritable esté asociado a la intolerancia a la lactosa, siendo así hay que evitar los lácteos y consumir los productos deslactosados que se encuentran en el mercado, también hay leche a base de soya que no contiene lactosa.
Las emociones influyen. El sistema digestivo está asociado al sistema nervioso, por eso los síntomas se pueden presentar con más intensidad en periodos de mayor estrés. Para contrarrestarlo el ejercicio físico es una excelente opción, también realizar actividades que se disfruten y permitan relajarse.
No acostarse con el estómago lleno. La última comida del día se debe tomar por lo menos dos horas antes de irse a la cama y debe ser una cena liviana.
Evitar las harinas: como panes, pasteles, tortas, galletas, etc. Este tipo de alimentos puede acentuar los síntomas, por eso es preferible consumir las harinas integrales, aunque hay personas que tampoco las toleran y deben reemplazarlas por otro tipo de carbohidratos como maíz, papas, yuca, plátano.
Adiós a la grasa. Las frituras o recetas que sean muy condimentadas y grasosas no convienen en absoluto. Se debe optar las preparaciones asadas, hervidas o al horno.
Evitar los alimentos que generen gases: como las sodas o bebidas gaseosas, al igual que las coles, los guisantes y la goma de mascar. Aunque vale aclarar que no hay normas generales, pues cada organismo asimila de distinta forma los alimentos y cada quien irá identificando lo que debe evitar.
Beber mucha agua. Ya sea para combatir el estreñimiento o para hidratarse cuando se presenta diarrea; en ambos casos beber abundante agua es fundamental.
En general, los hábitos de una vida sana son los más adecuados cuando se padece este síndrome; mientras que el licor, el cigarrillo, el estrés, la mala alimentación, el trasnocho, una vida demasiado agitada, son los principales enemigos. De ahí que la persona requiera hacer un cambio radical para evitar que esta enfermedad le afecte su calidad de vida.
Fuente: FamilyDoctor.org