El envejecimiento por sí mismo no tiene que provocar estrés a pesar de que esta etapa, como evento vital evolutivo, trae consigo una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales que implican esfuerzos de ajustes.
La tercera edad está acompañada de eventos que la persona puede evaluar como causantes de estrés: muerte de contemporáneos, jubilación, nido vacío, pérdida de algunas capacidades sensoriales etc. No obstante la reacción ante dichos eventos depende de cada individuo y de otros factores moduladores del estrés como las características de su personalidad, el sentimiento de control sobre su vida, el grado de independencia, la percepción sobre la disponibilidad de apoyo social y en general su sistema de actividades.
Según el Dr. Dionisio Félix Zaldívar, especialista cubano en Psicología Clínica, el enfrentamiento del estrés y su prevención en la tercera edad, requieren en primer lugar la disposición de la persona para implicarse en procesos de captación de información y reflexión que le permitan el desarrollo de un proyecto de vida, para mantenerse activo y desarrollar un sistema de acciones que le posibiliten mejorar su bienestar y calidad de vida.
“La ausencia de un proyecto de vida adecuadamente estructurado, la pérdida de contactos sociales, un bajo nivel de actividad física y social y la falta de motivación para desarrollar nuevos intereses, resultan factores de riesgo a controlar y evitar” afirma el especialista.
Acciones de prevención y control
La primera acción para prevenir y controlar el estrés en la edad dorada es capacitar a las personas para que reconozcan los factores estresores más importantes que suelen aparecer en esta etapa de la vida y sus efectos sobre la salud. En segundo lugar, el especialista aconseja un adiestramiento para que se controlen las situaciones estresantes y se desarrollen habilidades personales para cambiar las estrategias con las que se abordan los problemas de estrés.
El doctor Zaldívar recomienda estos cuatro tipos de estrategias:
- Estrategias generales, cuyos objetivos son el mantenimiento y la promoción de un adecuado estado físico (realización de ejercicios, dieta balanceada y apropiada a la edad), red de apoyo social y la implicación en actividades para el disfrute del ocio y la distracción.
- Estrategias cognitivas, dirigidas al desarrollo de una visión optimista, a la modificación y control de pensamientos deformados e ideas irracionales, y el control de estados emocionales negativos (ansiedad, depresión, ira).
- Estrategias fisiológicas, encaminadas a la prevención y control de los estados de activación psicofisiológica como la relajación física, el control de la respiración, o la meditación.
- Estrategias conductuales, como el entrenamiento asertivo, la solución de problemas, el auto-control, o la gestión del tiempo, cuya finalidad será la toma de decisiones y el enfrentamiento a situaciones conflictivas.
Fuente: saludparalavida.sld.cu
Los ancianos somos y tenemos algo de todo: cualidades y defectos, somos inciertos y variables, o firmes y seguros. Envejecemos de forma individual y distinta con la interacción de factores externos ambientales, con el propio carácter y las propiedades personales.
Sin embargo, siempre podremos modificar y mejorar con el esfuerzo que sea necesario nuestra forma de ser y actuar, nuestros hábitos y tendencias, para aproximarnos a ese ideal que nos agradaría ser y haber sido.
Nos vale la pena tener un proyecto optimista y “deportivo” de buen envejecer en todas las edades y situaciones. Las marcas no serán olímpicas en lo físico, ni éxitos clamorosos en lo intelectual-afectivo, pero podrán llenarnos y ocuparnos de tal forma que nos falte tiempo para cubrir todas las actividades programadas.
Existen varias formas de envejecer. He aquí las más comunes:
Envejecer bien
El buen envejecer lleva consigo serenidad, paz y una íntima y humilde satisfacción interior. Es bueno igualmente para la familia porque facilita los cuidados, cuando son necesarios, en un intercambio de agradecimiento y cariño.
Desde el punto de vista social, el que envejece bien se forma como un ejemplar centro solidario, de servicio, sin egoísmo y es un modelo a imitar y extender.
Envejecer mal
De todas las maneras de envejecer mal (el egoísta, el avaro, el autoritario, el desconfiado)...la peor es la de no querer envejecer, no admitir la edad y atarse a una falsa juventud, tratando de aparentar diez o veinte años menos que se van cumpliendo en riguroso secreto.
Esta forma de envejecer condena a la esclavitud de vivir una vida estéril y costosa, de esfuerzo y sacrificio para conseguir una figura engañosa durante algunos, pocos años. El tiempo revelará la evolución inexorable hacia la realidad de la vejez encubierta.
Por otra parte esta personalidad un tanto narcisista no impide que lo sea bueno con su familia y amigos. Su error repercute esencialmente sobre sí mismo. No es feliz.
Envejecer en la resignación
La vida en resignación no es triste. Es algo completamente natural: conformarse humilde y simplemente a la normal evolución personal.
La veo encarnada en la tranquila ESPERA de los viejos. ¿En la espera de qué?..¡De la eternidad!
Envejecer en la penumbra humana
Es una forma de buen envejecimiento pero con un punto de vacío triste. El arquetipo es un profesional culto, educado, racionalista. Todo lo pretende explicar y sigue los descubrimientos científicos y técnicos a su alcance y nivel.
Limitado por su edad y trastornos de salud, vive una vida racional de cuidados médicos discretamente, sin ocultar ni exhibir achaques, dolencias y sufrimientos que soporta con toda paciencia. Es riguroso en seguir los tratamientos y medicación indicados por su médico, en conexión con un centro hospitalario y científico.
La penumbra, es que ya vislumbra el fin (nunca habla de la muerte) sin encontrar sentido a la vida. No se conforma y en su inquietud generalmente se aproxima cada vez más a Dios, no por miedo sino por conversión.
Envejecer en la esperanza
Es la forma cristiana de envejecer. Esperan de las distintas religiones la respuesta a los enigmas del destino, de la vida, de la muerte.
La esperanza cumple en la trascendencia los deseos más profundos, fundados en promesas divinas, de ser eternos y felices. El anciano que envejece en la esperanza ACEPTA sus limitaciones, enfermedades, sufrimientos...todo lo que lleva consigo la vejez porque entiende el sentido positivo del dolor y el caminar hacia el fin dichoso.
Es humano, sufre y se resiste a la muerte, “no tengo ninguna prisa” - decía un nonagenario-, pero es diferente a sufrir sin objeto. Son obstáculos del camino más o menos escabrosos antes de llegar a la meta.
El envejecer sin y con esperanza es semejante a dos árboles iguales, plantados en buena tierra, cuidados con esmero y que dan fruto excelente. Sin embargo con el tiempo se van agotando. Uno se seca y cae al suelo estéril. El otro posee una semilla oculta, que llevada por un viento irresistible, brota en otra tierra con una belleza y esplendor que nunca tuvo.
Adaptado del libro “Escritos para ancianos optimistas” de Eumenio García Vidal
La actividad física es esencial para la salud del adulto mayor. El deterioro funcional que acompaña al envejecimiento puede posponerse manteniendo una vida física, mental y social activa. Sin embargo, antes de adoptar una rutina de ejercicios es esencial un chequeo médico. La natación, las caminatas y montar en bicicleta son los deportes más beneficiosos para las personas mayores.
Según un nuevo estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Washington, el ejercicio habitual puede ayudar emocionalmente a los ancianos de salud delicada sin causarles dolor. Estos resultados se suman a la evidencia de que la actividad puede ofrecer beneficios más allá del bienestar físico.
Probablemente el hallazgo más importante de este estudio es el hecho de que el ejercicio, desde las actividades de resistencia hasta el entrenamiento para aumentar la fuerza y la flexibilidad, no causó dolor a los participantes que tenían enfermedades como artrosis.
"Esto es realmente importante", expresó la especialista que dirigió la investigación, pues "muchos ancianos, especialmente aquellos que padecen de artritis u otras dolencias, son reacios a hacer ejercicio porque piensan que les ocasionará dolor o molestias".
Formas de esfuerzo más adecuadas
Los programas de ejercicio para la tercera edad, ante todo, deben ser individualizados y dirigidos a trabajar las cualidades físicas entrenables en esta época de la vida; ellas son:
Resistencia. Es la forma de esfuerzo más importante para la persona mayor, produciendo numerosos efectos beneficiosos para la salud. El ejercicio físico de resistencia incluye aquellas actividades que exigen un esfuerzo continuado y de intensidad moderada.
Coordinación y flexibilidad. La coordinación de los movimientos tiene una gran relación con el cansancio que produce el ejercicio físico. Mejorando esta cualidad se puede conseguir un gran ahorro de oxígeno y prevenir numerosas lesiones. Lo mismo ocurre con la flexibilidad que se preserva y restaura con ejercicios que estimulan los movimientos en todo el recorrido de las articulaciones (rodillas, codos, muñecas etc.).
No tiene sentido trabajar cualidades físicas que ya no son adaptables a la edad, como es la velocidad máxima, pues además de producir una sobrecarga del aparato cardiovascular, también sobrecargan el aparato locomotor, tanto en el inicio del movimiento rápido como en el frenado; tampoco tiene sentido ejercitar fuerza-velocidad o fuerza máxima pues la sobrecarga cardiaca y los aumentos de tensión arterial que se producen son excesivos.
Fuerza. Esto no invalida el desarrollo de una cierta fuerza muscular con ejercicios de mediana intensidad. La regla general es hacer ejercicio sólo hasta que uno se sienta incomodo, es decir hasta que la respiración se vuelve dificultosa, o cuando se altera la circulación o el cansancio afecta la forma de realizar los ejercicios.
En general se puede aconsejar una combinación de: 70% de entrenamiento de resistencia, 20% de coordinación, 10% de fuerza.
El esquema de una sesión de ejercicios tradicional debe ser: Calentamiento, fase principal y enfriamiento o vuelta a la calma.
El calentamiento
Es especialmente importante. Se debe realizar de forma progresiva sin cambios bruscos, preparando al organismo para el siguiente paso. Esta etapa va a servir como prevención contra lesiones innecesarias y dolores musculares: se estimula el corazón y los pulmones de forma moderada y progresiva y a la vez que aumenta el flujo sanguíneo también se incrementa la temperatura de la sangre y de los músculos de una forma gradual.
El tiempo que debe ocupar el calentamiento dentro de la sesión de ejercicio va a depender en gran medida, de la duración de la misma, pudiendo oscilar entre 3 y 15 minutos, teniendo en cuenta que debe ser más prolongado cuando el ambiente es muy frío.
Un ejemplo de calentamiento consiste en ejecutar a ritmo lento y con pocas repeticiones los siguientes ejercicios:
- Caminata y trote suave, con desplazamiento o sobre el propio terreno.
- Ejercicios de estiramientos de brazos y hombros
- Flexiones ligeras de piernas.
- Estiramientos de los tobillos.
El enfriamiento después de cada sesión
El enfriamiento o vuelta a la calma consiste en detener la actividad que se está realizando sin cambios bruscos y de forma progresiva, buscando con ello la estabilización de las constantes fisiológicas y psicológicas. Su duración depende del tiempo invertido en la sesión anterior, debiendo ocupar entre 2 y 5 minutos como mínimo.
El ejercicio se debe suspender si se presenta:
- Dolor o presión toráxico
- Variaciones anormales del pulso
- Taquicardia o bradicardia
- Arritmias, mareos, palpitaciones, palidez o cianosis en la cara.
- Náuseas o vómito post esfuerzo
Caminar, el deporte ideal
Caminar es una forma de entrenamiento aeróbico ideal para personas de edad avanzada. Proporcionar una buena forma física, además de contrarrestar los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares y disminuir el sobrepeso.
Caminar a paso normal diariamente es recomendable para abuelos que no han realizado actividad física sistemática, ya que la misma adapta al organismo a una nueva carga de trabajo. Caminar es una actividad que no debe faltar en el entrenamiento diario de los Círculos de Abuelos. Su dosificación estará a independencia de la actividad física de los practicantes por lo que es recomendable el criterio médico para su mejor clasificación (distancia y tiempo a caminar).
Fuentes: miterceraedad.com, saludalia.com
Diagnosticado por el profesor Antonio Guijarro, Cardiólogo de la Universidad de Granada, España, el Síndrome de la Abuela Esclava es un cuadro clínico patológico que está afectando a mujeres de edad avanzada con excesivas responsabilidades familiares. Aunque las investigaciones sobre esta condición aún son muy recientes, se trata, según Guijarro, de "una auténtica pandemia" con síntomas como cansancio, hipertensión, subidas repentinas de azúcar y decaimiento o tristeza.
Quienes la padecen no manifiestan que llevan sobre sus espaldas la responsabilidad de sus casas, la de sus hijos y el cuidado de sus nietos ocasionando así un exceso de trabajo que les produce gran estrés. Esta falta de sinceridad, tanto hacia los médicos como hacia su propia familia, viene originada por una especial concepción de la responsabilidad, y una educación basada en la entrega a la familia. Sin embargo, sus cuerpos ya no soportan tanta tensión.
Causas
El Síndrome de la Abuela Esclava se produce por un agotamiento excesivo o sobreesfuerzo físico y emocional crónicos. El estrés se refleja por la responsabilidad de cumplir simultáneamente varias tareas con eficacia, puntualidad y acierto, según el doctor Guijarro.
Algunas de las causas que pueden provocar este estrés son las siguientes:
- - Realizar trabajos o actividades extra-hogareños, sin liberarse de las obligaciones de ama de casa.
- - Cuidar simultáneamente ancianos, niños o enfermos.
- - Hijos que, tras independizarse, vuelven al hogar materno acompañados de pareja y/o hijos.
- - Enfermedades asociadas al natural envejecimiento que limitan la capacidad física y emocional de la paciente.
- - Ausencia o pérdida de ayudas domésticas.
- - Traumatismo emocional: enfermedad grave o fallecimiento de un ser querido.
- - Separación conyugal propia o de un hijo.
- - Deterioro económico: Disminución del poder adquisitivo tras la jubilación. Fracaso de negocios familiares. Pérdidas patrimoniales.
- - Acumulación de obligaciones: Atender a familiares que residen fuera del hogar (hijos, nietos, parientes próximos).
Síntomas principales
Estos son algunos de los síntomas comunes en mujeres que padecen este síndrome:
- Hipertensión arterial de difícil control, con oscilaciones muy bruscas, aparentemente caprichosas.
- Molestias paroxísticas: sofocos, taquicardias, palpitaciones en el cuello o el tórax, dolores punzantes por el pecho, que cambian de un lado a otro, dificultad para respirar, mareos, hormigueos, desvanecimientos.
- Debilidad o decaimiento persistentes, un cansancio extremo desproporcionado respecto a sus actividades actuales. En el pasado soportaron tareas mucho más agotadoras sin sentir atisbos de cansancio.
- Caídas fortuitas: las piernas no pueden sostener el cuerpo y la paciente cae al suelo, generalmente sin perder el conocimiento.
- Malestar general indefinido: Casi nunca se sienten cómodas, a gusto ni relajadas, sin saber definir exactamente por qué.
- Tristeza, desánimo, falta de motivación.
- Descontrol de padecimientos metabólicos, como la diabetes. Alternan unas elevaciones alarmantes de las glucemias con descensos bruscos peligrosos, provocando mareos e incluso coma.
- Autoinculpación. Se sienten culpables de su incapacidad actual.
Soluciones
Para poder dar solución a una situación de excesivo estrés familiar, el doctor Guijarro aboga por la implicación de la familia y de todo el entorno más cercano, ya que son los propios familiares quienes deben descargar de un exceso de trabajo a la abuela, aunque sin mermar su autoestima.
"La curación o liberación definitiva se alcanza cuando se consigue el equilibrio entre los cometidos asignados a la abuela y su fortaleza física y emocional". De este modo, en el momento en que se cancelan responsabilidades excesivas y se produce un contacto equilibrado con la familia, la mujer con este síndrome siente una notable mejoría.
Reparos a la teoría
A pesar del interés que ha despertado el libro del profesor Guijarro ("El Síndrome de la Abuela Esclava. Pandemia del siglo XXI"), no todos sus colegas de profesión están de acuerdo con la existencia de este síndrome.
El doctor José Mercé, especialista en Geriatría del Hospital Doctor Peset de Valencia, considera que se le da demasiada importancia a un hecho que es normal.
Para este especialista en la Tercera Edad, al contrario de lo que afirma el doctor Guijarro, "los mayores tienen sus propias enfermedades y la relación y el contacto entre los mayores y los nietos provoca que los niños vean la vejez como algo necesario y respetuoso, no como un problema".
Reconoce que es una responsabilidad para los mayores hacerse cargo de los niños, pero también ayuda a los más pequeños a conocer y responsabilizarse de personas mayores. En este sentido, considera que tan esclava puede considerarse una madre trabajadora o cualquier padre que "sienta el agobio de la responsabilidad de educar a un hijo".
En un punto intermedio entre las dos posturas se encuentra la organización ABUMAR (Abuelos en Marcha) que trata de potenciar la imagen de los abuelos, así como de dignificar su persona hacia los nietos. Esta asociación persigue precisamente el encuentro intergeneracional y defiende la figura del abuelo y los derechos que tiene hacia sus descendientes.
Fuente: Consumer.es