Asertividad: el arte de saber decir “no”

Por LaFamilia.info

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Expresarse de la forma adecuada y en el momento oportuno, son las dos reglas de oro de la asertividad, una habilidad que nos ayuda a expresar desacuerdos sin agredir a los demás, ni a nosotros mismos.

La conducta asertiva ofrece la posibilidad de ser consecuentes entre el pensamiento y el actuar, pues por medio de ella, se aprende a negociar, a expresarse francamente de buenas maneras, a negarse ante una situación que no se desea.

Olga Castanyer autora del libro ´La asertividad: expresión de una sana autoestima´* añade: “La persona asertiva conoce sus propios derechos y los defiende, respeta a los demás, por lo que no piensa ganar en una disputa o conflicto sino que busca de forma positiva los acuerdos.” 

Sin embargo, también es propio de la conducta asertiva, saber identificar el momento más propicio para defender los pensamientos personales, habrán circunstancias en que lo mejor será permanecer en silencio.

Ni pasivos, ni agresivos: mejor asertivos

Decir “si” cuando en realidad se quiere decir “no”, cohibirse de dar opiniones para no generar altercados o manifestar una opinión por las vías inadecuadas, son conductas que revelan ausencia de asertividad. Por tanto, existen dos extremos: la pasividad y la agresión.

La conducta pasiva está ligada a la baja autoestima, por lo general estas personas no están satisfechas consigo mismas y por eso mismo no pueden decir lo que piensan o sienten a los demás. La inseguridad, la evasión para la toma de decisiones y el temor a asumir responsabilidades, son las características predominantes.

Por otro lado, existe una conducta con tendencia a la agresividad, en la que predomina un comportamiento ofensivo que suele agredir a los demás. Esta situación por obvias razones, termina alejando a las personas que le rodean, como también puede suceder que las lleve a inclinarse hacia la agresividad. La manipulación y el deseo de conseguir lo que se quiere para su provecho a costa de lo que sea necesario, son propias de este tipo. La dificultad para autocontrolarse se halla como la raíz del problema.

En el punto medio está la asertividad, la cual desarrolla la capacidad de expresar libremente sentimientos, ideas, puntos de vista, instaurando el respeto como punto de partida, lo cual permite establecer relaciones sociales sanas y armónicas.

Asertividad en nuestras relaciones

Esta habilidad se puede aplicar en los diversos roles de la vida ordinaria:

La asertividad en la educación de los hijos

Consiste en desarrollar la destreza para mantenerse firmes ante las decisiones o acciones educativas que se aplican a los hijos, en especial aquellas que no son de su agrado como los límites, normas y consecuencias de un mal comportamiento. Igualmente, la autoridad asertiva se basa en la capacidad de negarles a los chicos algo que les perjudica para su futuro próximo o inmediato, y lo más importante, mantenerse en esa posición, a pesar de sus lloriqueos o pretensiones de manipulación. El buen ejemplo que brindan los padres, tal como la coherencia entre lo que dicen y hacen, son puntos claves de la mencionada conducta. Empoderar a los hijos, darles seguridad y autonomía, son prácticas asertivas.

La asertividad en el matrimonio

Se refiere a la comunicación entre la pareja, la posibilidad de negociación entre los gustos individuales para convertirlos en colectivos, las decisiones conjuntas, la forma de decir lo que no le agrada del otro o lo que puede mejorar, del mismo modo que alagarlo, son ejemplos claros de la asertividad en la convivencia de los cónyuges.

La asertividad en el trabajo

Dentro de las organizaciones se hace necesario el desarrollo de esta facultad, tanto en los niveles jerárquicos altos hacia los bajos, como en el sentido contrario. Buscar la forma adecuada de sugerirle al jefe algo que podría ser mejor o proponerle nuevas ideas, hacen parte de una comunicación asertiva. En cuanto al trato del jefe hacia sus empleados, debe ser cálido, no tosco, las funciones deben ser emitidas con cordialidad y respeto.

En el caso de los adolescentes o jóvenes, donde la presión grupal y aprobación externa son tan fuertes, la asertividad cumple una importante misión. Muchas veces a pesar de que los chicos saben que consumir drogas, tener relaciones sexuales o invitaciones tentativas de esta clase, no les son para nada beneficiosas, acceden por la imposibilidad de expresar sus puntos de vista contrarios a la insinuación ofrecida. Por tanto, decir “no” en estas circunstancias críticas, hace que las personas tomen las mejores decisiones en momentos que marcarán el resto de sus vidas.

La asertividad se aprende y se desarrolla, basta con la disposición para vivirla en la interacción diaria, la cual es una condición irrevocable de la humanidad.

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