Las personas con más vínculos sociales son más felices y más sanos, asegura profesor de Harvard

“El sorprendente hallazgo es que nuestras relaciones y lo felices que somos en nuestras relaciones tiene una poderosa influencia en nuestra salud. Cuidar tu cuerpo es importante, pero atender tus relaciones también es una forma de auto cuidado. Esa, creo, es la revelación”.

Con estas palabras, Robert Waldinger, director de un estudio resumido en ‘Good genes are nice, but joy is better’ (‘Los buenos genes son agradables, pero la alegría es mejor’), publicado el pasado 11 de abril, concreta buena parte de las conclusiones de un trabajo científico que ha durado casi 80 años y que viene a constatar que vivir con alegría y tener unas relaciones satisfactorias son sinónimos de una vida larga y saludable.

Waldinger, psiquiatra del Hospital General de Massachusetts y profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Harvard, considera que esos aspectos proporcionan más bienestar y buena salud que el dinero o la fama.

Además, otro de los directores del estudio afirma que la satisfacción de los matrimonios estables tiene un efecto protector sobre la salud mental de las personas.

Satisfecho a los 50, saludable a los 80

Los lazos que crean unas buenas relaciones “protegen a las personas de los descontentos de la vida, ayudan a retrasar el deterioro mental y físico y son mejores predictores de vidas largas y felices que la clase social, el cociente intelectual o incluso los genes”, señala el estudio.

Los investigadores que han estudiado a fondo los datos, incluidos los extensos registros médicos y cientos de entrevistas y cuestionarios en persona, encontraron una fuerte correlación entre las vidas florecientes de los hombres y sus relaciones con la familia, los amigos y la comunidad.

De hecho, los estudios contenidos en este informe a lo largo de los años llegaron a la conclusión de que el nivel de satisfacción de las personas con sus relaciones a los 50 años era un mejor predictor de la salud física que sus niveles de colesterol.

“Cuando reunimos todo lo que sabíamos sobre ellos a la edad de 50 años, no fueron sus niveles de colesterol de mediana edad los que predijeron cómo iban a volverse viejos. […] Fue lo satisfechos que estaban en sus relaciones. Las personas que estuvieron más satisfechas en sus relaciones a los 50 años fueron las más saludables a los 80”.

Pero, “¿Qué nos mantiene felices y sanos a medida que avanzamos en la vida?”, se pregunta Waldinger en este video (ver aquí). “Si crees que es fama y dinero, no estás solo, pero, estás equivocado”, responde.


Robert Waldinger. TED: What makes a good life?

Como director de un estudio tan extenso sobre el desarrollo de adultos, Waldinger tiene acceso sin precedentes a datos sobre la verdadera felicidad y satisfacción. En esta charla, él comparte tres lecciones importantes aprendidas del estudio, así como también sabiduría práctica y antigua sobre cómo construir una vida larga y plena.

“¿Qué lecciones surgen de las decenas de miles de páginas de información que generamos sobre estas vidas?”, plantea en el video. “Bueno, las lecciones no tienen nada que ver con riqueza, fama, ni con trabajar mucho. El mensaje más claro de estos 75 años de estudio es este: las buenas relaciones nos hacen más felices y más saludables. Punto.”, explica.

“Las personas con más vínculos sociales con la familia, los amigos, la comunidad, son más felices, más sanos y viven más que las personas que tienen menos vínculos”, añade en su charla.

El matrimonio sana, la soledad mata

Por otra parte, los investigadores también encontraron que la satisfacción matrimonial tiene un efecto protector sobre la salud mental de las personas. Parte de uno de los estudios concluyó que las personas que tenían matrimonios felices en sus 80 años informaron que sus estados de ánimo no sufrieron incluso en los días en que tenían más dolor físico. Por el contrario, aquellos que tuvieron matrimonios infelices sintieron dolor emocional y físico, dice el informe.

Aquellos que mantuvieron relaciones cálidas vivieron más tiempo y más felices, asegura Waldinger, y los solitarios a menudo morían antes. “La soledad mata, es tan poderoso como fumar o el alcoholismo”. Así, quienes tuvieron un fuerte apoyo social “experimentaron menos deterioro mental a medida que envejecían”, añade.

Envejecimiento saludable

“Las buenas relaciones no solo protegen nuestros cuerpos; protegen nuestros cerebros”, asegura Waldinger. “Y esas buenas relaciones, no tienen que ser fluidas todo el tiempo. Algunas de nuestras parejas octogenarias podían discutir día tras día, pero siempre y cuando sintieran que realmente podían contar con el otro cuando las cosas se ponían difíciles, esos argumentos no afectaban sus recuerdos”, destaca.

Uno de los psiquiatras que se sumó al estudio, George Vaillant, que se unió al equipo como investigador en 1966 y dirigió los trabajos desde 1972 hasta 2004, hablaba en su libro Envejecer bien sobre seis factores predecían el envejecimiento saludable para los hombres de Harvard: actividad física, ausencia de abuso de alcohol y tabaco, mecanismos maduros para enfrentar los altibajos de la vida y disfrutar de un peso saludable y un matrimonio estable.

La investigación de Vaillant destacó el papel de estos factores de protección en el envejecimiento saludable. Cuantos más factores tenían los sujetos, mejores eran las probabilidades de que tuvieran vidas más largas y felices.

“Cuando comenzó el estudio, a nadie le importaba la empatía o el apego, […] Pero la clave para un envejecimiento saludable son las relaciones, las relaciones y las relaciones”, afirma Vaillant en su libro.

De hecho, el estudio concluye que el papel de la genética y los ancestros de larga vida resulta ser menos importante para la longevidad que el nivel de satisfacción con las relaciones en la mediana edad, ahora reconocido como un buen predictor del envejecimiento saludable.

Casi 80 años de estudio

Además de Valdinger y Vaillant, un total de cuatro directores, con diferentes puntos de vista, se han hecho cargo del estudio a lo largo del tiempo. El primero de ellos, Clark Heath, se mantuvo activo desde 1938 hasta 1954 y sus conclusiones reflejaban la visión dominante de la era sobre la genética y el determinismo biológico.

Los primeros investigadores creían que la constitución física, la capacidad intelectual y los rasgos de personalidad determinaban el desarrollo de los adultos, e hicieron mediciones antropométricas detalladas de cráneos, puentes de cejas y lunares, escribieron notas en profundidad sobre el funcionamiento de los órganos principales, examinaron la actividad cerebral a través de electroencefalogramas e incluso analizaron la escritura de los hombres.

Pero, ahora, los investigadores extraen sangre de hombres para pruebas de ADN y los colocan en escáneres de MRI para examinar órganos y tejidos en sus cuerpos, procedimientos que habrían sonado como ciencia ficción en 1938. En ese sentido, el estudio en sí representa una historia de los cambios que la vida trae.

En todo ese tiempo, después de un seguimiento de casi 80 años como parte del Estudio Harvard de Desarrollo de Adultos, uno de los estudios más largos del mundo sobre la vida adulta, los investigadores han ido recopilando una gran cantidad de datos sobre su salud física y mental que ahora se hacen públicos.

Por Víctor Ruiz/Forumlibertas.com


 

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