La creatividad es una de las capacidades que más se requieren en el mundo laboral, pues permite resolver problemas con mayor facilidad, además posibilita la evolución y el desarrollo de ideas que significan mejoras para la organización. Las siguientes son algunas actitudes que favorecen el pensamiento creativo.
- Tenga objetivos. Se requiere una motivación fuerte para llegar a innovar.
- Sea positivo. La actitud optimista permite mantener la convicción de que las mejoras son posibles.
- Busque información. Es imposible obtener algo de la nada. Sólo se pueden transformar materias primas existentes.
- Concéntrese. La generación de nuevas ideas requiere la dedicación máxima, sin distractores.
- Imagine. Permítase representaciones mentales inusuales y tolere la ambigüedad inicial.
- Genere muchas ideas. Acepte inicialmente todas las ideas que le surjan, sin limitarlas. Evaluará después de tenerlas.
- Cambie de enfoque. Si mira desde el mismo ángulo llegará a las mismas respuestas. Divida y reorganice.
- Explore opciones. Considere un número abundante de caminos posibles antes de elegir la respuesta “correcta”.
- Haga gráficas. Su cerebro puede estar conectado a sus dedos o a su lengua: dibuje o hable.
- Atrape las ideas. Las ideas pueden llegar sin anunciarse. Regístrelas inmediatamente. Puede olvidarlas.
- Persevere. Para lograr resultados debe trabajar con energía y constancia.
- Relájese. Descanse si se siente fatigado, juegue, duerma. Su subconsciente seguirá buscando.
- Practique. Descansado, retorne y utilice los mejores logros como puntos de partida para otras ideas.
- Ensaye. Experimente. Someta a prueba o lleve a la práctica los productos más selectos.
- Libérese. Acabe con unos cuantos mitos. Haga las cosas a su manera. Todos somos diferentes.
- Arriésguese. Continúe con nuevos desarrollos. Un gran éxito suele arruinar a una persona creativa.
- Ame la vida. Entusiásmese por la gran fuente de inspiración.
Los tipos de autoridad siempre han sido y serán un tema bastante debatido, todo radica en el “poder” y su capacidad de manejarlo. De cada uno depende que esa facultad sea usada de manera positiva o negativa.
Es inadmisible que una persona menosprecie a otra por el sólo hecho de ocupar un cargo más alto según una jerarquía. Todos somos iguales y nadie es “más” que nadie, pues los cargos laborales no le otorgan a la persona el permiso de menospreciar al otro.
Así que será mejor optar por ser líder que jefe, ya que la autoridad se gana con respeto, no con amenazas ni con miedos.
Veamos las principales diferencias entre el jefe y el líder propuestas por Miguel Ángel Cornejo:
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• Para el Jefe, la autoridad es un privilegio de mando y para el Líder un privilegio de servicio. El Jefe ordena: Aquí mando yo, el Líder: Aquí sirvo yo. El Jefe empuja al grupo y el Líder va al frente comprometiéndose con sus acciones.
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• El Jefe existe por la autoridad, el Líder por la buena voluntad. El Jefe necesita imponerse con argumentos extensos, el Líder con ejemplos entrañables.
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• El Jefe inspira miedo, se le teme, se le sonríe de frente y se le critica de espalda. El Líder inspira confianza, da poder a su gente, los entusiasma y cuando está presente, fortalece al grupo.
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• El Jefe busca al culpable cuando hay un error. El que la hace la paga. Sanciona, castiga, reprende, cree arreglar el mundo con un grito o con una infracción. El Líder jamás apaga una llama encendida, corrige pero comprende, no busca las fallas por placer, sino para rehabilitar al caído.
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• El Jefe asigna los deberes, ordena a cada quien lo que tiene que hacer, mientras contempla desde su lugar cómo se le obedece. El Líder da el ejemplo, trabaja con y como los demás, es congruente con su pensar, decir y actuar.
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• El Jefe hace del trabajo una carga, el Líder un privilegio. Los que tienen un Líder, pueden cansarse mas no fastidiarse, porque el Líder transmite la alegría de vivir y de trabajar.
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• El Jefe sabe cómo se hacen las cosas, el Líder enseña cómo deben hacerse. Uno se guarda el secreto del éxito, el otro capacita permanentemente, para que la gente pueda hacer las cosas con eficacia.
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• El Jefe maneja a la gente, el Líder la prepara. El Jefe masifica a las personas convirtiéndolas en números o fichas. El Líder conoce a cada uno de sus colaboradores, los trata como personas, no los usa como cosas. Respeta la personalidad, se apoya en el hombre concreto, lo dinamiza y lo impulsa constantemente.
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• El Jefe dice, “vaya”, el Líder “vayamos”. El Líder promueve al grupo a través del trabajo en equipo, forma a otros Líderes, consigue un compromiso real de todos los miembros, formula planes con objetivos claros y concretos, motiva, supervisa y difunde el ideal de una esperanza viva y una alegría contagiosa.
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• El Jefe llega a tiempo, el Líder llega adelantado. Un pie adelante del grupo, una mirada más allá de los seguidores, el que inspira, el que no se contenta con lo posible sino con lo imposible.
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• El líder hace de la gente ordinaria, gente extraordinaria. La compromete con una misión que le permita la trascendencia y realización. Le da significado a la vida de sus seguidores, un porqué vivir... Es un arquitecto humano.
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Ser buen jefe no significa solamente tratar bien a los empleados. Requiere también de la virtud de la autoridad y el respeto hacia los demás. Un verdadero jefe es un líder, es una persona que se esfuerza por la auto superación antes de exigirle a los demás.
Todo buen jefe sigue día a día las siguientes pautas como parte de su cotidianidad:
- - Fija los objetivos de un modo claro teniendo en cuenta a cada persona como un individuo.
- - Elogia el trabajo bien hecho.
- - Corrige sin humillar.
- - Sabe escuchar.
- - Se deja aconsejar.
- - Colabora cuando esa necesario.
- - Equilibra la cercanía con el respeto.
- - Posee sentido del humor, aún en los momentos difíciles.
- - Trabaja con la misma calidad que exige.
- - Hace seguimiento a los encargos.
La verdadera autoridad
La persona que posee este valor, consigue que las personas cumplan con los objetivos propuestos. Lo hace cumpliendo las normas, respetando la libertad y la dignidad de las personas.
Usted vive el valor de la verdadera autoridad cuando:
- Procura ser cada vez mejor sin creerse perfecto.
- Se exige a sí mismo antes de exigir.
- Tiene espíritu de superación, no de superioridad.
- Sus obras hablan por usted.
Usted NO vive este valor cuando:
- Se fija mucho en los defectos de los demás.
- Se apoya en el cargo más que en el ejemplo para mandar.
- Sus palabras no son coherentes con sus obras.
- Es mediocre.
Esta es la oportunidad para que evalúe su estilo como jefe. Si no cumple con las guías aquí enumeradas, recuerde que nunca es tarde para enmendar los errores. Sus empleados notarán la positiva diferencia.
Fuente: Libro “Trabajar Bien, Vivir Mejor” .Autor Regino Navarro Ribera. Ediciones San Pablo.