LaFamilia.info / 03.05.2008

La familia es el lugar natural de la educación. Los lazos que se crean en ella son los más fuertes y profundos.

Como lo afirmó varias veces  el Papa Juan Pablo II, la persona dentro de la familia es "querida por sí misma", "no está en función de nada ni de nadie", "no es considerada desde el aspecto utilitario o del valor material".

La familia es como un observatorio a todas las distancias. El comportamiento en casa es el más verdadero, mientras que en el colegio, en la calle, con otras personas -a no ser que sean muy amigas- presentamos de algún modo una apariencia.

Familia vs medios de comunicación

En la familia los padres enseñan y educan con su propia vida, con su personalidad y con su amor; transmiten virtudes y las "contagian", a sus hijos. Sin embargo, la televisión y los demás medios de comunicación están tratando contrarrestar el papel de la familia como educador primario. Según el autor Fernando Hurtado del portal almudi.org, por culpa de los medios audiovisuales buena parte de los chicos de hoy en día se expresa del mismo modo y con el mismo argot, viste con el mismo estilo, tiene principios de razonamiento idénticos, y una visión de la sexualidad, del matrimonio y de la religión similar a la que trasmiten los medios.

De acuerdo al autor, “detrás de esta identidad de conducta en la que desaparece la creatividad personal en aras de la uniformidad, las mismas ideas llegan a todos, del mismo modo, sin aparato crítico. Lo bueno y lo malo se presenta "cocinado en la televisión", y  es digerido y asimilado por todos. Como no se presenta otra alternativa cultural, o se presenta descalificada, casi no cabe resistencia.”.

Ante esta influencia apabulladora, la familia es la fuerza mediática para contrarrestar la influencia negativa de muchos programas televisivos.¿Qué hacer ante esta situación? Descubrir todo el potencial humano que como padres tenemos, el cual está en cosas pequeñas y en cosas grandes:

El ejemplo tiene un alcance visual. Los chicos captan los modos de ser de sus padres, aunque no sepan razonarlo; comprenden lo importante o lo relativo, las conductas buenas o reprobables; ven lo bueno de manera coherente y lo destacado en la conducta de sus padres.

En la conversación y trato se ve el amor y la ternura. Si se es amable, se enseña a los hijos la amabilidad. Ser luminosos y abiertos  en el rostro, en la mirada, en la decoración de la casa. Mostrar limpieza y elegancia de cuerpo y de vestido. Ver como un horror la deslealtad y la mentira y generar convivencia.

En la familia se enseña a rezar. De padres auténticamente amadores de Dios, proceden los hijos cristianos.

A leer y a conversar se aprende en la familia. Los ratos de tertulia, con temas determinados, en los que cada uno opina con libertad y confianza, enseñan a profundizar y a dialogar. Tantas decisiones "caseras" se deberían tomar "democráticamente", teniendo en cuenta el gusto de todos y su opinión. Esto ayuda a que se vean los "porqués" razonados de la selección que los papás han hecho de los programas televisivos.

Mientras más costumbres propias tenga una familia, y cuanta más categoría humana alcancen las mismas, mayores lazos de cohesión se forman entre sus miembros y mejor pertrechado estará cada uno de los hijos con esas ideas-fuerza que configuran la auténtica personalidad.

Fuente: Fernando Hurtado de almudi.org