Ómar Benítez, autor del libro "Dios, dame tiempo para vivir", presenta en esta nota algunas pautas para afrontar la enfermedad. Para captar el misterio del dolor y su grandeza, hace falta en quien lo experimente, una actitud apropiada, que es descrita en las siguientes pautas por el autor del libro.
Algunos son ordenados por naturaleza, mientras que para otros ésa es su batalla diaria. Detrás del desorden se esconden algunas causas, lo interesante es que cuando las personas identifican el “porqué” de su comportamiento, les resulta más fácil corregir esta debilidad.
Con sus peculiares técnicas, los hospitales no volvieron a ser los mismos, su vida ha inspirado una de las películas más populares de la historia interpretada por el actor Robin Williams y cada año este famoso doctor viaja por el mundo entero vestido de payaso en un esfuerzo por llevar aunque sea un poco de humor a los pacientes terminales.
En el mes que recordamos de manera especial a los difuntos, también es la oportunidad para hablar sobre el duelo; el proceso que viven las personas cuando fallece un ser querido.
La desagradable costumbre de utilizar el teléfono mientras se tiene una conversación cara a cara con alguien, ya tiene nombre, lo han denominado “phubbing”, el cual proviene de dos palabras inglesas “phone” teléfono y “snubbing” que significa ignorar.
Basta observarnos durante un día corriente para darnos cuenta de que en realidad nos quejamos del calor, del frío, de la inseguridad, del tráfico, de los políticos, de la situación económica, de los quebrantos de salud, de la pareja, de casi todo…

Sentir temor es algo natural, sin embargo, cuando ese miedo se vuelve incontrolable y empieza a afectar a la persona más de lo normal, es cuando hay que ponerle atención.
Las palabras son el reflejo de los pensamientos y sentimientos, y tienen un poder enorme, tanto para agradar como para herir a otros. La mayoría de las veces no medimos realmente el impacto que puede tener una palabra.
“Disfruta de las pequeñas cosas de la vida, un día te darás cuenta de que eran las más grandes”. La vida está llena de simples acontecimientos que muchas veces por su cotidianeidad, pasan desapercibidos, o tal vez, por el sólo hecho de tenerlos, creemos que estarán ahí para siempre sin percatarnos de su valía.