La pasividad puede convertirse en un estilo de vida en el que realizar la más pequeña actividad se convierte en todo un suplicio. Se puede ser pasivo en diferentes grados: el que aplaza con frecuencia determinadas actividades y el que dice "no" a todo por desgano, desdeño e indiferencia.
Sea cual sea el grado, la pasividad puede llevarnos a un círculo vicioso de difícil salida: el no hacer nada nos hace sentir inútiles, y al sentirnos inútiles nos sumimos en un estado de depresión en el que no nos apetece hacer nada y así sucesivamente. En definitiva: cuanto menos cosas hacemos, menos nos apetece hacer y más tristes e inútiles nos sentimos.
La difusión de la pasividad como forma de vida se debe fundamentalmente a dos razones:
Primero, a un cambio de ambiente social desfavorable: Muchos adolescentes observan que los valores preferidos por los adultos son el éxito, el rendimiento, el poder del dinero o el bienestar. Los nuevos "ideales" de la gente mayor se reducen, en muchos casos, a intereses individualistas, lo que no estimula a los jóvenes a participar activamente en la sociedad.
En segundo lugar, la pasividad surge cuando el joven se va acostumbrando a una vida sin esfuerzo y muy permisiva. Si ha encontrado siempre todo
hecho y ha vivido cómodamente, sin problemas, sin tomar decisiones, responsabilidades, ni aportar personalmente a su familia ni al colegio y preferirá seguir actuando así.
Qué hacer para combatir la pasividad
Para romper el círculo vicioso de la pasividad hay que acabar con el aplazamiento y la inactividad y para eso solo es necesario comenzar con pequeños, pero valiosos pasos. Según el portal guiadepsicologia.com, estos son algunas ideas para combatir la pasividad:
Pequeños pasos |
Grandes pasos |
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Para combatir la pasividad es preciso no aplazar ninguna actividad que se tenga o se quiera hacer. Si a todo se le encuentran “peros” será imposible salir del círculo vicioso.
Otro enemigo de la actividad son los pensamientos negativos como: “no voy a poder”, “es absurdo intentarlo porque nada puede hacer que mi situación mejore”,” todo es inútil”, etc.
Al detectar estos pensamientos solo tenemos que tratar de cambiarlos por otros más ajustados a la realidad.
Radiografía del pasivo
Pero cómo saber si se ha caído en un estado crónico de pasividad? Pues evalúe las siguientes afirmaciones que definen a un pasivo:
- - Pasivo es el que decide no preocuparse por ningún problema y vivir al margen de lo que ocurre.
- - No se anota ni se compromete con nadie.
- - Asume una postura deliberada y permanente de automarginación.
- - En el pasivo se observa falta de análisis y mucha flojera mental. Toda su filosofía mental se resume en un par de frases: "igual, no pesco".
- - No protesta ni se enoja. Simplemente procura no verse afectado por nada. Quiere vivir cómodamente, sin problemas, en su mundo.
- - Está disconforme con la sociedad en que vive, lo mismo que el rebelde. Pero éste último no se conforma, mientras que el pasivo sólo exterioriza su desagrado a través de un aspecto físico descuidado y una forma irónica de hablar.
Las causas de la pasividad
Según una encuesta de un periódico europeo a adolescentes, las causas del pasivismo se resumen en las siguientes frases:
- Cobardía: en lugar de solucionar los problemas se opta por evadirse de ellos.
- Insatisfacción personal: es tener muchos problemas y huir de ellos.
- Falsa libertad: despreocuparse de todos los problemas que se puedan tener y hacer lo que uno tenga ganas.
- Flojera: hay personas inactivas que prefieren una vida fácil.
- Pereza de vivir: entre la gente joven hay muchos hartos de vivir, que no saben qué hacer...
Fuente: Encuentra, guiadepsicologia.com